Ejemplos con color

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

He is the color of silver and his eyes are as black as jet.
Úsese en frases originales cada uno de los adjetivos de color que siguen:.
The adjectives suggest the color of the children’s dresses.
# #fina y malva#, is used here as an adjective and refers to the color of the flower of the mallow, a delicate pink.
Y así este poeta aristocrático, que no habla nunca más que de lo más íntimo de su alma, crea una poesía que contiene en forma pura, selecta y personal todo lo que constituye el encanto único de la tierra andaluza donde vió el sol, una poesía llena de matices de color y de olores delicados e intensos, de flores y de jardines, de fuentes rumorosas en el misterio de las noches estrelladas, de muchachas soñadoras y pálidas, de pueblos dormidos, de paisajes dolientes, de soledad sonora y luminosa, de dulce y triste recogimiento interior.
Sentaron a Belarmino muy cerca de un gran cortinón de velludo, color oro viejo.
Visten los viejos todos lo mismo: trajes de sayal, color franciscano, de paño casero, tejido en los telares, a brazo, del Hospicio provincial por los nacidos anónimos para los muertos anónimos.
Ya puede Belarmino encerrarse en silencio hermético y filosófico, dando a entender, con la sonrisa de sus labios delgados y sin color, que está, al cabo, por encima y a distancia de todas las cosas.
Hablando él y yo escuchando, las horas nocturnas, de negra clámide, se habían ido alejando armoniosamente, las horas matutinales danzaban ya en los umbrales del día, y un revuelo de sus túnicas color violeta penetraba por la hendedura de nuestros balcones, la aurora, con dedos de rosa, golpeaba silenciosamente en el vidrio de nuestras pupilas.
Lo curioso es que aquellas selváticas y fornidas criaturas, de frente angosta, cejas unidas, ojos montaraces y piel bronceada, apenas entraban en el Seminario adquirían el color incoloro y exangüe de la lombriz y de la cera.
Era la sazón otoñal, de color de miel y niebla aterciopelada y argentina, a manera de vello, con que la tierra estaba como un melocotón maduro.
Sin dentadura ni peluquín, la piel flácida, verdosa, negruzca, color de corambre, los ojos soterrados, barba y bigote blancos, Novillo no conservaba traza de su pretérita fisonomía.
Iban resguardadas bajo un enorme paraguas aldeano, de color violeta.
¿Qué habría sucedido ahora? Felicita, arropada en una toquilla de estambre y con zapatillas de orillo, se pasaba horas y horas, del día y de la noche, inmóvil, reseca, ósea, color de cera, en el mirador de cristales, parecía una momia en la vitrina de un museo, entre flores ajadas, como de trapo, y pajarillos inmóviles por el frío, como disecados.
A Ulises se lo mató Lagartijo, a Héctor, Bocanegra, Mazzantini hizo papilla a Roldán, Aquiles quedó ciego de unas puñaladas que le metió Frascuelo, y un gallo de sangre mestiza y ruin, color blanco, llamado Espartero, propiedad de un ebanista, aniquiló a Carlomagno, Manfredo, Hércules y otros seis héroes desgraciados.
Se asemejaba a los muertos por el color, como aconsejó el oráculo a Zenón, el filósofo, lo cual, bien entendido, quiere decir que de tanto estudiar en los libros había tomado la palidez de ellos.
Vivía con extremada pobreza y vestía desastradamente, un sombrerete, con dos dedos de enjundia, un gabancillo de color café con leche, que había estrenado al venir a la Universidad y que llevaba con el cuello subido, por disimular la ausencia de camisa, pantalones con flecos, y botas como las consabidas.
Sobre la oreja diestra, larga pluma de ave, color toronja, la bocamanga izquierda, revestida con una especie de malla o red de negras rayas, que no eran sino las huellas y rasgos de haber limpiado allí los puntos de la pluma.
Era un vecino, sin duda, puesto que venía con cilíndrico gorrete de andar por casa, muy cochambroso por cierto, nariz minúscula y erisipelosa, antiparras cuadradas, color amarilla, boca circular, desdentada, negra, honda como una sima.
Tenía, además, la epidermis tirante y barnizada, como una vejiga de manteca, y poseía una perilla color de trigo, esmeradamente construída, desde donde se alzaba la blanquecina barbeta, como un huevo en una huevera de latón dorado.
¡Viva Pascual! ¡Viva Salmerón!clamó, señalando una litografía, color sepia, que colgaba de la pared y representaba al aclamado.
¿No vió usted el color arrebatado que tiene?.
La sotana de merino lustroso, como barnizado, el vivo del alzacuello, una pinceladita de morado ardiente, casi carmín, el afeitado de bigote y barba, color violeta y azulenco pálidos, el resto del rostro, rojo vehemente y bruñido, los ojos, profundos y negros.
El cuerpo, un puro esqueleto, y en el pelo rubio, de un color de mazorca tierna, aparecían ya las canas a puñados antes de los treinta años.
La puerta nueva y pintada de azul, parecía madre de todas las ventanillas, que asomaban por los huecos de las paredes sus cuadradas caras del mismo color.
Colocaba la mísera comida en una cestita, se pasaba un peine por los pelos de un rubio claro, como si el sol hubiese devorado su color, se anudaba el pañuelo bajo la barba, y antes de salir volvíase con un cariño de hermana mayor para ver si los chicos estaban bien tapados, inquieta por esta gente menuda, que dormía en el suelo de su mismo , y acostada en orden de mayor a menordesde el grandullón Batistet hasta el pequeñuelo que apenas hablaba, parecía la tubería de un órgano.
En el camino huía de todas ellas como de un tropel de furias, y únicamente sentíase tranquila al verse dentro de la fábrica, un caserón antiguo cerca del Mercado, cuya fachada, pintada al fresco en el siglo XVIII, todavía conservaba entre desconchaduras y grietas ciertos grupos de piernas de color rosa y caras de perfil bronceado, restos de medallones y pinturas mitológicas.
El vaho ardoroso de los pucheros donde se ahogaba el capullo subíasele a la cabeza, escaldándole los ojos, pero a pesar de esto, permanecía firme en su sitio, buscando en el fondo del agua hirviente los cabos sueltos de aquellas cápsulas de seda blanducha, de un suave color de caramelo, en cuyo interior acababa de morir achicharrado el gusano laborioso, la larva de preciosa baba, por el delito de fabricarse una rica mazmorra para su transformación en mariposa.
¡Qué país! Allá los hombres van con unos sombreros blancos y felpudos, casacas de color con los cuellos hasta el cogote, botas altas como las de la caballería, las mujeres con unas faldas como fundas de flauta, tan estrechas, que se les marca todo lo que queda dentro.

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