Ejemplos con cogote

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Los jovenes tienen un plumaje más apagado que los adultos, con un negro sin brillo en la cabeza, y con el blanco del cogote y de las mejillas levemente amarillas.
Otra forma de adornarla, era con una especie de cabeza de animal delante que iba hasta el cogote en forma de tubo y del que caía una coleta suelta, igual que el adorno anterior.
Es mayormente castaño, con largo cogote y cola negra, y un largo pico rojo.
El macho es una versión más suave de la hembra, con el cogote pardo, y los parches reducidos o ausentes.
Es ligeramente más pequeña que aequinoctialis, y el macho tiene una máscara negra más angosta, con una ancha banda gris que se extiende a cogote.
El macho tiene cabeza verde, pecho alto y trasero, cara y cogote negro, y vientre dorado amarillo.
También éste pretendía a Margalida, pero el juraba meterle el tamboril por el cogote antes que aceptarlo como cuñado Él sólo podía emparentar con un héroe Pero en lo de sacarse canciones de la cabeza y cantarlas intercaladas con alaridos de pavo real no había quien se midiese con el.
¡Alto!dijo el marino retrepándose en el asiento y llevando sus manos al chambergo de mosquetero caído sobre su cogote.
Cuatrocientos cincuenta años llevamos en el cogote el agua del bautismoseguía vociferando el capitán Valls, y somos aún los malditos, los réprobos, como antes de la conversión.
Un lazo de color de rosa pendía sobre su pecho a guisa de corbata, un ramito de hierbas asomaba a una de sus orejas, y el sombrero de cinta bordada a flores echado sobre el cogote dejaba en libertad una onda de rizos cayendo sobre el rostro moreno, enjuto, malicioso, animado por la luz de unos ojos africanos, de intensa negrura.
¡Qué facies y qué cogote, señor! Había colodrillos perfectamente planos y obtusos, en cuya intimidad no era posible que cupiese un cerebelo.
A mi padre le cae una teja en el cogote, por ejemplo.
Pobre Pedrín, hijitodijo, dándome una palmada en el cogote, ahora, a pasear, a pescar, a cazar, distráete, embrutécete.
No cabiéndole el susto en el corazón ni hallando sus pulmones aire bastante en el recinto de su despacho, salió en busca de su familia para desahogar con ella una parte siquiera de la angustia que le asfixiaba, pero no tuvo necesidad de recorrer mucho camino, porque a la mitad de él se tropezó con doña Juana, que venía buscándole, pálida, con la boca abierta, las manos sobre el cogote y los ojos extraviados.
¡Ya, ya!gruñó por cuarta vez el tabernero, sacando una mano del bolsillo para rascarse el cogote sin quitarse el sombrero.
Los quintos salían de un cuartel próximo, derechos, muy abotonados de uniforme, las orejas coloradas con tanto frotárselas en las abluciones matinales, el cogote afeitado al rape, las manos en los bolsillos del pantalón, silbando alguna tonada.
Estoy enamorado hasta el cogote de su hermana Ventura.
Hubiera dado el coche y los caballos por poseer otros dos ojos en el cogote.
Cuando más embebidos se hallaban en ella, sin hacer caso bendito de los gritos y campanillazos que sonaban detrás de la puerta, ábrese ésta con estrépito y aparece la majestuosa figura de don Rosendo Belinchón, en un estado de trastorno difícil de pintar, los cabellos revueltos, algunos de ellos pegados a la frente por el sudor, las mejillas inflamadas, los ojos vidriosos, el nudo de la corbata en el cogote.
Don Segis avanzó y trató de alcanzar con el palo la cabeza del ayudante, pero antes que pudiera hacerlo, un garrotazo le había caído sobre el cogote, dejándole malparado.
Y el labriego, insensible a las melosidades gitanas, encerrado en sí mismo, pensativo é incierto, miraba al suelo, miraba a la bestia, se rascaba el cogote, y acababa diciendo con energía de testarudo:.
Y llevándole frente a un espejo, y cogiéndole con una mano por el cogote, diole con la otra una gran palmada en la cabeza, añadiendo muy serio:.
Su cuerpo había sido gallardo y conservaba aún restos de arrogancia, mas su rostro ofrecía perfecta semejanza con el de aquel enano de Felipe IV, titulado , que retrató Velázquez y copió Goya, grabándolo al aguafuerte: tenía la misma nariz colgante, los mismos ojos tristes, el mismo bigote retorcido, la misma frente extensa y pensadora, con la sola diferencia de que Villamelón partía por medio su ya escasa cabellera con una raya que, arrancando de la raíz del pelo, llegaba hasta el cogote, formándole sobre las orejas dos pequeños cuernecitos.
¡Qué país! Allá los hombres van con unos sombreros blancos y felpudos, casacas de color con los cuellos hasta el cogote, botas altas como las de la caballería, las mujeres con unas faldas como fundas de flauta, tan estrechas, que se les marca todo lo que queda dentro.
Los había de ellos que llevaban dos meses en la escuela y abrían desmesuradamente los ojos y se rascaban el cogote sin entender lo que el maestro quería decirles con unas palabras jamás oídas en su barraca.
Nada se podía contra estas gentes de gesto imbécil y mirada cándida, que rascándose el cogote mentían con tanto aplomo, fué puesto en libertad, y de todas las barracas salió un suspiro de triunfo y satisfacción.
Chirriaban las puertas al abrirse, veíanse bajo los emparrados figuras blancas que se desperezaban con las manos tras el cogote, mirando el iluminado horizonte.
Una ola de sangre encendió a Julián hasta el cogote: sintió la cólera repentina, ciega, que rarísima vez fustigaba su linfa, y señalando a la puerta, exclamó:.
Servía en la venta, asimesmo, una moza asturiana, ancha de cara, llana de cogote, de nariz roma, del un ojo tuerta y del otro no muy sana.
Buscando las aventuras por entre las duras peñas, maldiciendo entrañas duras, que entre riscos y entre breñas halla el triste desventuras, hirióle amor con su azote, no con su blanda correa, y, en tocándole el cogote, aquí lloró don Quijote ausencias de Dulcinea del Toboso.

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