Ejemplos con cogiéndoles

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Se les informará del contenido de su bandeja de comida, haciendo hincapié en la temperatura de los alimentos y en el caso de tener que guiarlos, se hará cogiéndoles de los hombros y avisándoles de los obstáculos que encontrarán.
Vi a Marcela cogiéndoles a puñados y metiéndoseles en el seno.
Aquella tarde se habían peleado heroicamente con doble número de , matándoles al jefe y cogiéndoles quince prisioneros.
Ello es que Maroto puso corto espacio entre su llegada y el acto audacísimo de meter mano a sus enemigos, cogiéndoles en sus domicilios, en la calle, o donde quiera que se les encontraba.
Salen todos, con el gran Napoleón a la cabeza, y este los lleva al artesón, que es España, empiezan a roer diciendo: qué buena conquista hemos hecho , entonces tiramos del hilo, y España se les cae encima cogiéndoles vivos.
-¿De modo que van a asesinar a esos hombres, cogiéndoles a todos desprevenidos?.
Hácense luego señores de los demás, cogiéndoles el corazón, que todo cabe en su gran capacidad, y aunque tal vez tendrán los otros más ventajosas prendas de ciencia, de nobleza y aun de entereza, con todo eso prevalece en éstos el señorío, que los constituye superiores, si no en el derecho, en la posesión.
Pero durante ella dejóse sentir tanto más terrible a los persas que navegaban alrededor de Eubea, cuanto les cogió en medio del mar, dando al cabo con todos ellos a pique, pues cogiéndoles aquella tormenta y lluvia cuando se hallaban delante de Cela, lugar de Etiben, llevados del viento sin saber hacia dónde, iban a naufragar en las peñas de la costa.
Allí las mujeres, saliéndoles al encuentro con espadas y segures, y dando espantosos y animados gritos, herían indistintamente a los fugitivos y a sus perseguidores, como traidores a los primeros, y a los otros como enemigos, metiéndose entre los que peleaban, asiendo con la mano desnuda los escudos de los Romanos, cogiéndoles las espadas y sufriendo sus heridas y golpes, sin soltarlos escudos, hasta caer muertas.
Vieron con gran placer que se dirigía hacia ellos, le aguardaron, y pidieron que con ellos se salvase, y se dice que en aquella ocasión se vio a Catón derramar lágrimas, rogándoles por los senadores, tendiéndoles las manos, y volviendo por las riendas algunos caballos y cogiéndoles las armas, hasta que recabó que aguardasen por aquel día, para proporcionar a aquellos seguridad en su fuga.
Aquella tarde se habían peleado heroicamente con doble número de serviles, matándoles al jefe y cogiéndoles quince prisioneros.
Ello es que Maroto puso corto espacio entre su llegada y el acto audacísimo de meter mano a sus enemigos, cogiéndoles en sus domicilios, en la calle, o donde quiera que se les encontraba.

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