Ejemplos con codillo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El codillo de cerdo se trata de una parte del cerdo: el codillo ubicado entre la unión de los dos huesos de la pata donde se forma el codo.
El codillo tiene un sabor fuerte y es muy aromático, contiene abundante grasa, cuando se prepara es necesario que esté cociendo bastante tiempo, algunas recetas hablan de varias horas.
Uno de estos platos, el codillo de cerdo con azúcar que se encuentra en la región de Suchow-Wuhsi en el noroeste de Shanghai.
El canal fue trazado sobre la barra exterior del río de la Plata, y tiene en su inicio, al norte del banco Inglés y banco Arquímedes, una orientación este-oeste hasta un punto denominado El Codillo donde se orienta hacia el noroeste.
Mi madre, que es la misma previsión y no pierde ripio para sus actos de caridad, nos advirtió que despacharía por delante, y así lo hizo, un buen codillo de jamón y obra de dos libras de carne, porque el puchero que tendría puesto habría de dar caldos de los que sirven para bautismo de cristianos.
De allí le mandan en cada San Martín, según me dijo, torrezno superior, magras y un codillo de cerdo que ya lo quisiera el Rey de España para los días de fiesta.
Tráigame usted un codillo como el del otro día, para ponerlo en sal un cuarterón de agujas cortas Tocino hay en casa ¡Ah!, no olvide las zanahorias, ni el cuarto de gallina Si trae para usted sesada de carnero, cómpreme otra a mí.
Robé la espada, dos chicos, y tres caballos, con los que di al esplendente solo, un esplendente codillo.
Y respondió a la interpelación del zapatero con una bofetada que sonó en toda la plazuela, e hizo dar a Tapas tres vueltas en redondo, salió entonces a la defensa del abofeteado uno de los menestrales que contemplaban a Maravillas poco antes, y obtuvo igual recibimiento que Tapas del hijo del boticario, púsose Nilo Chuecas al lado de éste, salieron de la iglesia otros dos ateos de los prosélitos de Maravillas, y uniéronse a los que peleaban por él, fueron entrando en pelea por aquí y por allá gentes que no habían soñado en ello ni tenían por qué soñarlo, comenzaron los gritos de las mujeres y los conjuros de los hombres pacíficos, presentáronse en escena otros dos colaboradores del maldecido periódico, llegó el mancebo de la botica, salió de la iglesia don Adrián, y detrás don Claudio Fuertes, que tomó sitio junto a Leto y comenzó a sacudir garrotazos a diestro y a siniestro, huyeron hacia la izquierda los Vélez y hacia la derecha los Carreños, que tenían un miedo horrible a los alborotos populares, desmayáronse dos Escribanas, una Codillo y Rufita González, y abriéronse todos los balcones que daban a la plaza y llenáronse de gente que se llevaba las manos a la cabeza y estaba sin color y sin pulsos al ver a los combatientes de aquel campo de Agramante, rodar aquí en montón confuso por los suelos, allá esgrimiendo los puños en el aire, acá forcejeando entrelazados, y acullá a Leto y al comandante segando hombres en un espacio de tres varas en rededor, que siempre estaba desembarazado de estorbos.
Jugando o viendo jugar estaba siempre algún joven pálido, ensimismado, que afectaba despreciar los vanos placeres hastiado tal vez, y preferir los serios cuidados del solo y el codillo.
Carcajadas: un codillo al patriarca dado por medio de unas trampas de lo más irreverente.
Tenemos ''mundo'', tenemos ''clases'', tenemos ''distinguidos y cursis'', horas de ''tono'' y horas ''vulgares'', y si no se puede con ricas telas, imitamos con percalinas la forma y los colores del vestido que, según la revista de modas que reciben las ''Escribanas'' o las de Codillo, llevaba una gran señora parisiense en cierta recepción del Elíseo.
Por eso, si bien se mira, donde mejor lo pasa durante el invierno la juventud de ambos sexos, es en las reuniones que dan en competencia las Escribanas y las de Codillo, y, a veces, las Corvejonas.
En esto salió don Adrián con la levita nueva, bastón de caña, sombrero de copa muy alto, y dos dedos de cuello de camisa fuera del corbatín, se arrimó al grupo y saludó muy cortés a los señores, apareció el juez e hizo lo mismo, después Rufita González con su madre, casi al mismo tiempo Codillo y las tres Indianas, y enseguida hasta otra docena más de los notables que habían hecho ya la visita obligada a Peleches.

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