Ejemplos con cobrizas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La siguiente temporada de Las Aventuras de Sherlock Holmes incluía a Las Hayas Cobrizas, El Intérprete Griego, EL Constructor de Norwood, El Paciente Interno, La Liga de los Pelirrojos y probablemente la más famosa de las historias, El Problema Final, en la que lucha mortalmente contra su archienemigo el Profesor Moriarty.
Aún en Cuba los capitanes de barcos registraron a los cuadernos de bitàcora la aparición de luces cobrizas cerca del zenit.
Dragones de cobre: Dragones de escamas cobrizas famosos por su carácter bromista y chistoso y su afición a los acertijos.
El resultado es este cuadro prácticamente monocromo, con unas tonalidades cobrizas que unifican el espacio y proporcionan al cuadro una luz infernal.
Eran cabezas morenas o verdosas con grandes ojos de dramática expresión, vírgenes cobrizas con el pelo brillante y aceitoso partido por una raya que iba ensanchando cada vez más la rudeza del peine.
Las ancianas, cobrizas y arrugadas, vistiendo trajes obscuros, suspiraban lastimeramente al ver la alegría de la gente moza.
Las beldades cobrizas, descalzas, de gruesa trenza entre los omoplatos y falda blanca o de color rosa, se asomaban a las puertas de sus ranchos para verlos pasar.
Dos vírgenes cobrizas nacidas en la estancia y elevadas al rango de doncellas de la señora y su hija les siguieron en el viaje, sin que sus ojos oblicuos revelasen asombro ante las mayores novedades.
Al fin, eran las dos doncellas cobrizas las que ayudaban al patrón, uniéndose a él con una familiaridad de compañeras de destierro.
Y Chichí fué al patinaje con una de las doncellas cobrizas, pasando la tarde entre sus amigas de , todas procedentes del nuevo mundo.
Las doncellas cobrizas habían seguido en ferrocarril la fuga de las señoras.
Una mañana, al dirigirse Chichí a la avenida del Bosque escoltada por una de sus doncellas cobrizas, vió a un militar que marchaba hacia ella.
Las doncellas cobrizas se disputaron la abertura de un cortinaje, pasando por este hueco sus curiosas miradas de antílope.
Era algo de irresistible novedad para este ruedamundo que sólo había conocido cobrizas de carcajada bestial, asiáticas amarillentas de gestos felinos o europeas de los grandes puertos, que a las primeras palabras piden de beber y cantan sobre las rodillas del invitante, poniéndose su gorra como testimonio de amor.
Siempre que se veían en un aprieto al pelear contra los indios, aparecíaseles el apóstol Santiago en su corcel blanco y luminoso, hendiendo las apretadas huestes cobrizas, lo mismo que en España había desbaratado a los infieles musulmanes.
Cuando veo por todas partes caras cobrizas y pelos de cerda, tuerzo el gesto: Mal, éstos sólo pueden dar de sí enredos, politiqueos, una vanidad ridícula, revoluciones para ocupar el Poder, bailes, músicas y versos muchos versos.
Las Indias representaban, según Cervantes, el refugio y el amparo de todos los desesperados de España , y como la desesperación era el estado natural de los españoles de entonces, de aquí que el libro debió tener una segunda parte, verídica y lógica, relatando cómo el aventurero de Indias se quedaba allá para siempre, y los aventureros de Italia y Flandes, aburridos de un heroísmo pobre y sin gloria, acababan por irse al Nuevo Mundo, y el preso hacía lo mismo al salir de la cárcel, y el pleiteante seguía idéntico camino, viéndose sin otra subsistencia que la sopa boba, y hasta el fraile acababa sus días en un monasterio colonial adoctrinando vírgenes cobrizas y cuidando los naranjos recién traídos de la Península.
Los aventureros jóvenes encontraban casi siempre entre las mancebas cobrizas ofrecidas por los azares de su existencia alguna que se apoderaba de su corazón y vivía compartiendo sus peligros.
Pero de los rescates con estas gentes cobrizas, pródigas en relatos portentosos y míseras en realidades, sólo traían los navegantes algunas perlas deformes mal perforadas o vistosos , joyeles de oro bajo labrados en sutiles hojas.
Niños rubios, sostenidos por criadas cobrizas, adherían a los cristales las rosadas ventosas de sus labios, empañándolos con círculos de vaho, y agitaban las manecitas para saludar a las madres y hermanas que estaban en los salones.
Las nubes, antes doradas, se habían puesto grises, y sólo en algunas fajas cobrizas y violáceas se veía que la luz no había muerto del todo.
Las altas montañas estaban encaperuzadas de niebla, dejando ver en sus pendientes, por entre los rasguños del vapor, la nota blanca de los caseríos y las manchas cobrizas de los robledales.
En el fondo del vestíbulo abríase la puerta del salón, y llegábase por este a un pequeño gabinete, tapizado todo de cretona, con grandes flores cobrizas.
Allí, en efecto, habia, como antaño, clérigos y cofrades, soldados y bailadoras, señores y plebe: allí se veian, a la puerta de las oscuras cuevas, hileras de sillas ocupadas por lujosas damas y endomingados caballeros: allí resaltaban a la luz del sol los animados colorines de los pañuelos y sayas de las criadas y labriegas, los pintarrajados chalecos y fajas encarnadas de los hombres del pueblo, las medias blancas de trabilla de los que llevaban calzon corto, los refajillos colorados de las niñas pobres y descalzas que no tenian vestido, y las cobrizas carnes de los chicuelos que no tenian ninguna ropa.
Una o dos gitanas cobrizas, con peinas azules en el moño negro y aceitado, acudieron a «isí la buenaventura» a la «zeñita», vaticinándola lo propio: un casamiento que daría que «jablá» para seis años.
Bajo los sucios pellejos asomaban las piernas cobrizas.
Mi decadencia brusca pasó ante mis ojos envuelta en humo de incendios, en olas de naufragios, en aliento de traidores, en miradas esquivas de mujer culpable, en alaridos de salvajes sediciosos, en estruendo de calderas de vapor que estallaban, en fragancia mortífera de flores tropicales, en atmósfera espesa de epidemias asiáticas, en horribles garabatos de escritura chinesca, en una confusión espantosa de injurias dichas en inglés, en portugués, en español, en tagalo, en cipayo, en japonés, por bocas blancas, negras, rojas, amarillas, cobrizas y bozales.
Casarse y ponérsele cobrizas las escrófulas, y brotarle fuentes del corrosivo humor por garganta, labios y narices, fue todo uno.
Las beldades cobrizas, descalzas, de gruesa trenza entre los omoplatos y falda blanca ó de color rosa, se asomaban á las puertas de sus ranchos para verlos pasar.
Un conjunto de hayas cobrizas plantadas frente a la puerta delantera da nombre a la casa.

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