Ejemplos con cigarra

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La fauna de la reserva es muy variada destacando especies como el pulpo, el mero, la gaviota, la cigarra de mar, el corvallo o la dorada.
La revista la cordillera, continta, y la cigarra, bajo su dirección han destacado en el medio cultural.
De cuando Pepe Monagas tuvo una machanga que era como unos fríos y calenturas, la guerra y la cigarra, todo junto.
En ella aparece una cigarra que al venir el invierno se encuentra desprovista de alimento y acude a pedirlo prestado a su vecina la hormiga.
La Cigarra y la Hormiga es una de las fábulas atribuidas a Esopo y recontada por Jean de La Fontaine y Félix María Samaniego.
La cigarra no es un bicho es una película argentina del director francés Daniel Tinayre.
Como hemos visto, España se alzó con el primer lugar con el tema Canta, cigarra, seguido por Venezuela y Chile.
Gloria impusó en Europa, canciones mexicanas en todas sus grabaciones en todas sus grabaciones, El Soldado de Levita, La Cigarra, Guadalajara, Dos Arbolitos, Veracruz, entre muchas más.
¡Pobre cigarra! ¡Infeliz artista del mundo de las hojas, calumniada en el mundo superior de los hombres! Como no almacena, es una bohemia indigna de respeto, como se alimenta de miel y canta a todas horas, no trabaja seriamente, como carece de mandíbulas y abandona el sitio a los que se deslizan a traición por debajo de su vientre, los usureros subterráneos, las bestias de patas ganchudas que engordan con los muertos, tienen derecho a robarle su obra.
En su avance triunfal, la vanguardia del ejército encuentra a la caída cigarra, y los que vivieron de su trabajo vuelven a vivir de su muerte.
Hasta en su muerte se ve explotada la cigarra por el triunfante parásito.
Absorbe hasta la última gota, y cuando la fuente queda seca, marcha en escuadrón a la descubierta de la cigarra, que ha abierto un segundo manantial, y le roba igualmente el fruto de su trabajo.
La cigarra es un elefante comparada con la hormiga, un monstruo antidiluviano que podría aplastarla desplomándose sobre ella.
Y mientras la muchedumbre alada o rampante corre sedienta de un lado a otro, la cigarra se ríe de esta escasez.
Los importunos alados zumban pedigüeños en torno de la cigarra, interrumpiendo su musical embriaguez, pero los más temibles de estos intrusos son las hormigas, bestias de un egoísmo desvergonzado y arrollador.
La cigarra no ha ido nunca en la realidad al encuentro de la hormiga.
Fíjese, amigo mío: la cigarra no puede implorar un préstamo para vivir en invierno, por la simple razón de que sólo vive unas semanas y muere en el verano.
Mi amigo el naturalista se indigna mientras la voz infantil va desarrollando la acción de la conocida fábula, la cigarra imprevisora y alegre que canta sin pensar en el porvenir, y cuando llega el invierno, transida de frío y vacilante de hambre, va en busca de la hormiga para implorar un préstamo.
La imprevisora y loca cigarra de la fábula es un ser laborioso y dulce, explotado hasta la muerte.
La hormiga es en realidad un ladrón y la pobre cigarra una víctima.
En todas las latitudes del mundo hablan las gentes de la cigarra a causa de la fábula, y sin embargo, son muy pocos los que han visto cigarras.
El sabio Fabre, poeta de los insectos, fué el primero que, en nuestra época, escuchando a la cigarra en sus tierras de Provenza, se le ocurrió rectificar con observaciones directas la exactitud de la fábula.
Los niños de la Atenas de Pericles, al ir a la escuela con su capacito de esparto lleno de higos secos y de olivas, se contaban el cuento de la cigarra imprevisora que tuvo que pedir un préstamo a la hormiga.
Su próximo pariente la cigarra de mar, animal torpe y pesado, permanecía en los rincones, cubierta de fango y de algas, en una inmovilidad que le hacía confundirse con las piedras.
Una vez al año le veía Ulises puesto de frac, con el pecho constelado de condecoraciones y una cigarra de oro en la solapa, distintivo de los felibres de Provenza.
Luego, otra cigarra comienza, luego, otra, luego, otra Y todas cantan con una algarabía de ritmos sonorosos.
Pero ya que tanto se ha ensalzado a la hormiga, justo es que alguien se atreva, de vez en cuando, a declarar lo que tiene de bueno la pobre cigarra.
de la cigarra cantora, el monorritmo jovial,.
Cuando menos lo esperamos, nos sorprende el invierno y recién como la cigarra imprevisora, nos apercibimos de que hemos pasado el verano cantando, sin pensar en nada.
Tú golpeas, hieres y domas el mármol, y suena el golpe armónico como un verso, y te adula la cigarra, amante del sol, oculta entre los pámpanos de la viña virgen.

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