Ejemplos con ciñó

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La panaca de Vilcabamba ciñó la borla imperial en la frente de Túpac Amaru I y lo elevó a Sapa Inca.
En sus cuadros, van der Ast no siempre se ciñó a la época del año: por ejemplo, juntó en un mismo cuadro flores que no florecen al mismo tiempo.
La pintora de sociedad estadounidense Cecilia Beaux, llamada la Sargent femenina , también estudió en el extranjero y se ciñó a los métodos tradicionales.
Por ejemplo, cuando en el Cantar de Mío Cid se designa a Ruy Díaz el que en buena hora ciñó espada, o cuando en la Ilíada se habla de el ingenioso Ulises.
Calpena se ciñó el cinto de las pistolas.
Pero Carrascosa empujó la puerta, y la hubiera abierto a no impedírselo por dentro la asustadiza y honesta dama, que dejó el aceite y se ciñó el vestido rápidamente para acudir a defender la plaza.
Doña Leoncia no tardó en arreglarse: se ciñó el corsé, se puso las últimas horquillas, se aplicó dos o tres alfileres al pecho, se echó un mantón sobre los hombros y pasó a la cocina.
Sin aguardar respuesta se ciñó de nuevo la correa, se echó el chal de cañamazo por la cabeza y salió a la calle.
Pidió Tomas le diesen alguna funda donde pusiese aquel vaso quebradizo de su cuerpo, porque al vestirse algun vestido estrecho no se quebrase, y así le dieron una ropa parda y una camisa muy ancha, que él se vistió con mucho tiento y se ciñó con una cuerda de algodon: no quiso zapatos en ninguna manera, y el órden que tuvo para que le diesen de comer sin que a él llegasen, fué poner en la punta de una vara una vasera de orinal, en la cual le ponian alguna cosa de fruta de las que la sazon del tiempo les ofrecia: carne ni pescado no lo queria, no bebia sino en fuente o en rio, y esto con las manos: cuando andaba por las calles, iba por la mitad dellas, mirando a los tejados, temeroso no le cayese alguna teja encima y le quebrase: los veranos dormia en el campo a cielo abierto, y los inviernos se metia en algun meson, y en el pajar se enterraba hasta la garganta, diciendo que aquella era la mas propia y mas segura cama que podian tener los hombres de vidrio: cuando tronaba, temblaba como un azogado, y se salia al campo y no entraba en poblado hasta haber pasado la tempestad, tuviéronle encerrado sus amigos mucho tiempo, pero viendo que su desgracia pasaba adelante, determinaron de condescender con lo que él les pedia, que era le dejasen andar libre, y así le dejaron, y él salió por la ciudad causando admiracion y lástima a todos los que le conocian.
No pudo entender Teodosia adónde se encaminaban aquellas confusas razones, pero todavía sospechó que alguna pasion amorosa le fatigaba, y aun pensó ser ella la causa, y era de sospechar y de pensar, pues la comodidad del aposento, la soledad y la escuridad, y el saber que era mujer, no fuera mucho haber despertado en él algun mal pensamiento, y temerosa desto se vistió con grande priesa y con mucho silencio, y se ciñó su espada y daga, y de aquella manera, sentada sobre la cama estuvo esperando el dia, que de allí a poco espacio dió señal de su venida con la luz que entraba por los muchos lugares y entradas que tienen los aposentos de los mesones y ventas: y lo mismo que Teodosia habia hecho el caballero, y apénas vió estrellado el aposento con la luz del dia, cuando se levantó de la cama, diciendo:.
Rafael, y ella se le vistió, y se ciñó una espada y una daga con tanto donaire y brio, que en aquel mismo traje suspendió los sentidos de D.
¡Oh tú, quienquiera que seas, atrevido caballero, que llegas a tocar las armas del más valeroso andante que jamás se ciñó espada!, mira lo que haces y no las toques, si no quieres dejar la vida en pago de tu atrevimiento.
» Tales eran las razones que la hija, bien prevenida y enseñada por su padre, proponía a Licofrón, y eran, en efecto, las más eficaces y poderosas, y con todo la respuesta del hijo se ciñó a manifestar que mientras supiera que vivía en Corinto su padre, jamás seguramente volvería allá.
que a mis sienes ciñó la tierra Alcea.
Mil voces de alarma sucedieron a las últimas palabras de Loarina, y el caballero ciñó la espada, caló el sombrero y se lanzó a la calle.
Llegadas al sitio en que los ministros acostumbraban hacer tales ejecuciones, primero dieron muerte a los niños a vista de Cratesiclea, y después a ésta misma, que en medio de tanta aflicción no pronunció más palabras que éstas: “¡Hijos míos, a dónde habéis venido!” La mujer de Penteo se ciñó el manto, y siendo alta y de fuerza, callando y con reposo prestó su asistencia a cada una de las que murieron, y cubrió sus cadáveres en la forma que pudo.
Mario huyó a Preneste, pero ya encontró cerradas las puertas, y echándole de arriba una cuerda, se la ciñó al cuerpo, y así lo subie- ron a la muralla.
De todos los demás hizo Aníbal muy poca cuenta, pero al oír que Marcelo había muerto, marchó inmediatamente al sitio, y parándose ante el cadáver, estuvo mucho tiempo considerando la robustez y belleza de su persona, sin proferir expresión alguna de vanagloria, ni manifestar regocijo en su semblante, como otro quizá lo hubiera hecho al ver muerto tan grave y poderoso enemigo, sino que, admirado de lo extraño del caso, le quitó, sí, el anillo: pero adornando y componiendo el cuerpo con el conveniente decoro, lo hizo quemar, y recogiendo las cenizas en una urna de plata, que ciñó con corona de oro, las envió al hijo.
ciñó —-dulce ceñir—- mi rostro y frente,.
Teníais en la cabeza la corona de España, os bajasteis para coger la de Francia, se os cayó la vuestra sobre la cuna de vuestro hijo, Luis XV se ciñó la suya, y vos os quedasteis sin la una y sin la otra.
Cayó entonces el francés sobre Plácido, el cual paró los golpes que le asestaba, sin recibir ninguno, y le ciñó con fuerza terrible en sus nervudos brazos.
Dolores se acercó al Viruta, sentose sobre sus rodillas, le ciñó el cuello con su brazo escultural, y díjole, enlazando casi con las suyas sus pestañas y rozando con los suyos fragantes los labios rojos y sensuales de su marido.
le hizo entrar en el hammam, y después del baño lo vistió con un traje de raso blanco, el mejor que tenía en el almacén, y le ciñó la frente con un turbante ligero de tela con rayas finas de seda dorada.
Lo primero que se puso fué un hermoso ropón rayado, bien ajustado a la cintura, y que dejaba el cuello al aire, se ciñó un cinturón de filigrana de oro, en el cual colocó un puñal con mango de jade„ incrustado de rubíes, envolviose la cabeza con un pañuelo de seda del muchos colores, que se apretó a la frente con una triple cuerda de pelo sedoso de camello joven, y hechos tales preparativos cogió un látigo, cimbreó la cintura, y mandó a su esclava que se vistiera con la ropa que Budur acababa de quitarse, y que anduviera detrás de ella.
Belzu marchó a desempeñar aquel triste destino con la alegre imprevisión de la juventud, y permaneció allí algún tiempo, pero un día, a consecuencia de una carta en que su anciana madre le manifestaba el temor de no volver a verlo a causa del estado deplorable de su salud, Belzu, sin solicitar licencia de nadie, ensilló su caballo, ciñó su espada y partió.
Y como en este instante la música preludiaba un galop, Alberto ciñó con su brazo el talle de la condesa y desapareció con ella entre el torbellino de danzantes.
Y un día se disfrazó de persa, se ciñó un cinto muy abultado, escondió un alfanje bajo su holgado ropón, y fue a esperar la llegada de la vieja, que no tardó en aparecer.
Otaduy se ajustó sus botas de potro, se ciñó a la cintura las dos pistolas de repetición que poseía, puso sobre su hombro derecho el rifle, provisto de cartuchos y partió, heroico, abnegado, magnifico en su resolución.
Ana se le arrojó a los brazos, le ciñó con los suyos la cabeza y lloró abundantemente sobre las solapas de la levita de tricot.
Ricardo le selló la boca con un beso prolongadísimo y la ciñó apretadamente entre los brazos para que ya no se le escapase.

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