Ejemplos con chulos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Pentangeli va un día a hablar con Michael Corleone, jefe de la familia Corleone, con la intención de pedirle el permiso para matar a los hermanos Rosato, pues dice que son unos chulos y que, en realidad, Clemenza los odiaba.
Y todo es vanidad, homenaje a Javier Krahe donde intervienen artistas como Joaquín Sabina, Rosendo, Carmen París, Joan Manuel Serrat o Alejandro Sanz, además de los propios Chulos.
Por detrás de la barrera iban los chulos de la plaza, con sus blusas rojas, abrumados bajo el peso de las capas de brega, repugnantes andrajos manchados de sangre, y por los tendidos, haciendo prodigios de equilibrio, filtrándose por entre el compacto gentío, avanzaban los vendedores de gaseosas con el cajón al hombro, pregonando la limonada y la cerveza, y los con un capazo a la espalda, llenando de altramuces y cacahuetes los pañuelos que les arrojaban desde las nayas y devolviéndolos a tan prodigiosa altura con la fuerza de un proyectil.
Allá van los buenos días le dijeron los chulos alegremente, y a Ido se le puso la carne como la de las gallinas, porque se acordó del duro y temió que se lo si entraba en parola con ellos.
Si no lleva usted panderetas con figuras de toros, chulos u otras porquerías así, se lo comen vivo.
El toro dejó sobre la arena al moribundo Pizí para arrojarse sobre el intruso fraile, quien con mucho desparpajo se quitó la capa blanca y se puso a sacarle suertes a la navarra, a la verónica y a la criolla, hasta cansar al bicho, dando así tiempo para que los chulos retirasen al malaventurado torero.
Después que los chulos se desempeñaron bastante bien, mandó el ayuntamiento tocar banderillas.
¿Qué dejan esos caballeros para los chulos y los guapos? ¡La gentuza de navaja! ¿Mala-Estrella se hallaría como de costumbre?.
Creían que el Naturalismo substituía el Diccionario usual por otro formado con la recopilación prolija de cuanto dicen en sus momentos de furor los carreteros y verduleras, los chulos y golfos más desvergonzados.
Pedro no pierde ripio de esta escena, y al ver a su caballo levantarse aún, merced a los palos que se le administran, y al contemplar cómo el noble bruto, sin exhalar un quejido, pisa y desagarra sus propias entrañas, patea frenético, y grita pidiendo «¡más caballos!» y llama, porque tarda un instante en aparecer otro de refresco, ladrón al empresario, pillos a los picadores, tunantes a los chulos y estúpido al presidente, pero no vomita estos improperios porque hayan desbandullado a su caballo, no, señor, sino porque el toro, que tal hizo en tan breves instantes, promete hacer mucho más, y es un dolor que no se le ofrezca prontamente abundancia de víctimas.

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