Ejemplos con chillón

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Estrategias políticas y económicas de las etnias locales del Valle del Chillón durante el periodo prehispánico.
Su reclamo es un chillón wi wi wi wiiu wiiu.
entre los valles de Chancay, Chillón, Rímac y Lurín, en la costa central del Perú.
Ese año nace en Granada el Movimiento musical PUERTA VERDE impulsado, en sus inicios, por Fran Reca, Fede Comín, Fran Fernández, José Antonio Delgado, César Maldonado, Pedro Chillón y Patricia Fernández.
El resultado de la mezcla de estos colores fue un Naranja chillón, muy lindo y muy llamativo, que sin embargo no pudieron volver a repetir.
por una civilización preincaica o comprendida en el periodo precerámico desconocida, y que está ubicado en una colina del yacimiento arqueológico de Buena Vista, en el Valle del rio Chillón, al norte de la ciudad de Lima, en Perú.
Tiene toda la alegría de la tienda del sedero sin su brillo chillón, y toda la suavidad de la caoba antigua, sin su tristeza.
En el silencio profundo del claustro, al que no llegaban los ruidos de la calle, el Luna creyó oír, lejano, muy lejano, el chillón sonido de las cornetas, y después un sordo redoble de tambores.
La dormilona cadencia de las guitarras parecía arrullar a un cornetín chillón que iba lanzando a todos los extremos de la vega, dormida bajo el sol, los morunos sones de la jota valenciana.
¿Qué piensas de esto, niño? ¿Has perdido de tal modo el gusto y las aficiones de caballero, que no anhelas la libertad para rendir homenaje a la belleza noble y honrada? ¿No te acuerdas ya de las ilustres casas que no necesito nombrar? ¿No conociste allí damas finísimas, cuya conversación tan sólo, honesta y graciosa, te enseñaba las buenas formas, te sugería pensamientos felices, y educaba tu voluntad y tu inteligencia para un porvenir noble y hasta glorioso? ¿No se te ha pasado por las mientes, loco de remate, que podrías hallar, andando el tiempo, y prosiguiendo en el seguro camino que se te trazó, una compañera de tu vida tan bella, tan virtuosa y distinguida como la que hoy es marquesa de Selva-Alegre? ¿Ya no tienes aspiraciones hidalgas? ¿Te has encariñado tanto con las violencias, con el colorido chillón, con la nota discordante, con el contraste duro, que eres ya insensible al buen tono, a la gracia, a la armonía? No, no puedo creerlo.
Entre la mucha gente que había entrado, veíanse dos mujeres muy bien vestidas a la chulesca, con mantón color café con leche, delantal azul, falda de tartán, pañuelos de color chillón a la cabeza, el peinado rematado en con peina de bolas, el calzado de la más perfecta hechura y ajuste.
De ese centro partían radios o senderos, nada rectos por cierto, en varias direcciones, marcados por los puestos de los placeros, al ras del piso, en la apariencia sin orden ni clasificación ninguna, pues al lado de uno donde se vendían verduras u hortalizas, había otro de aves vivas, o de frutas, o de caza, o de raíces comestibles, o de pájaros de jaula, o de legumbres, o de pescados de río y de mar, todavía en la cesta o nasa del bote pescador, o de carnes frescas servidas en tablas ordinarias montadas por sus cabezas en barriles o en tijeras movibles, y todo respirando humedad, sembrado de hojas, cascaras de frutas y de maíz verde, plumas y barro, sin un cobertizo ni un toldo, ni una cara decente, campesinos y negros, mal vestidos unos, casi desnudos otros, vaharadas de varios olores por todas partes, un guirigay chillón y desapacible, y encima el cielo azul, visto como a través de una claraboya, en que aparecía uno que otro volador celaje, imitando, ya transparente cendal, ora las alas de ángeles invisibles.
Y fumaban, hasta tabaco negro fumaban entretanto, y era destemplado y chillón todo aquello, el tono de las voces y de los colores, confundido con el tono de la banda chillón y destemplado.
En efecto, el cajón donde iban a guardar para siempre al niño de María Vicenta lucía simétricas listas azules sobre fondo blanco, e interiormente un forro chillón de percalina rosa.
No se necesitaba ser un gran fisonomista para comprender, por la cara de un hombre que recorría a cortos pasos la calle de Carretas de Madrid, en una mañana de enero, que aquel hombre se aburría soberanamente, y bastaba reparar un instante en el corte atrasadillo de su vestido, chillón y desentonado, para conocer que el tal sujeto no solamente no era madrileño, pero ni siquiera provinciano de ciudad.

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