Ejemplos con chicos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Colocaba la mísera comida en una cestita, se pasaba un peine por los pelos de un rubio claro, como si el sol hubiese devorado su color, se anudaba el pañuelo bajo la barba, y antes de salir volvíase con un cariño de hermana mayor para ver si los chicos estaban bien tapados, inquieta por esta gente menuda, que dormía en el suelo de su mismo , y acostada en orden de mayor a menordesde el grandullón Batistet hasta el pequeñuelo que apenas hablaba, parecía la tubería de un órgano.
Después corrió al cuarto de los chicos, y a golpes y gritos los sacó en camisa, como un rebaño idiota y medroso que corre ante el palo, sin saber adónde va.
El herido parecía estar mejor, los chicos, con los ojos enrojecidos por el insomnio, permanecían inmóviles en el corral, sentados sobre el estiércol, siguiendo con atención estúpida todos los movimientos de los animales encerrados allí.
Al entrar en la barraca y darle de lleno la luz del candil, las mujeres y los chicos lanzaron un grito de asombro.
Roseta, con los chicos, se había ido al baile de la alquería, su mujer dormitaba bajo el sombrajo, y él se paseaba desde su vivienda al camino, por el pedazo de tierra inculta que daba entrada al carro.
Todo exige un principio, y si los tiempos eran buenos, a este dinero se uniría otro y otro, y ¡quién sabe si al llegar los chicos a la edad de las quintas podría librarlos con sus ahorros de ir a servir al rey como soldados!.
Templos del saber que difundan la luz de la ciencia por esta vega, antorchas que que En fin, si vinieran más chicos a mi templo, digo, a mi escuela, y si los padres, en vez de emborracharse, pagasen puntualmente como usted, señor Bautista, de otro modo andaría esto.
Los dos pequeños, satisfechos en el fondo de una desgracia que atraía sobre la barraca la atención de toda la vega, guardaban la puerta, cerrando el paso a los chicos que, como bandadas de gorriones, llegaban por caminos y sendas con la malsana y excitada curiosidad de ver al muertecito.
Recordaba a sus hijos cuando se introducían en la cuadra para tirar de la cola al , el cual aguantaba con dulce pasividad todos los juegos de los chicos.
Al que no lo atropellaban le hacían sin duda mal de ojo, y por eso su pobre , el caballo viejo, un animal que era como de la familia, que había arrastrado por los caminos el pobre ajuar y los chicos en las peregrinaciones de miseria, se iba debilitando poco a poco en el establo nuevo, el mejor alojamiento durante su larga vida de trabajo.
A la caída del sol soltaban los muchachos su último cántico, dando gracias al Señor porque les había asistido con sus luces , y recogía cada cual el saquillo de la comida, pues como las distancias en la huerta no eran poca cosa, los chicos salían por la mañana de sus barracas con provisiones para pasar el día en la escuela.
Y los gorriones, los pardillos y las calandrias, que huían de los chicos como del demonio cuando los veían en cuadrilla por los senderos, posábanse con la mayor confianza en los árboles inmediatos, y hasta se paseaban con sus saltadoras patitas frente a la puerta de la escuela, riéndose con escandalosos gorjeos de sus fieros enemigos al verlos enjaulados, bajo la amenaza de la caña, condenados a mirarlos de reojo, sin poder moverse y repitiendo un canto tan fastidioso y feo.
Y ayudado por su mujer y los chicos, empezó a quemar al día siguiente de su llegada toda la vegetación parásita.
El ganadero recoge cajitas y bultos chicos, se echa al hombro el zarape, y baja de un salto.
Pronto supe todo, los chicos de la botica no me ocultaron nada.
Atravesó el dómine por entre la doble hilera de bancos, diciendo a los chicos que tomaran asiento.
Los chicos abrían tamaños ojos para verme, como sorprendidos de la rara dulzura de su maestro.
Los chicos, al oir el consabido epíteto, sonrieron maliciosamente, señal de que el apodo puesto al maestro por nosotros diez años antes, seguía en uso.
Los chicos preferían que Angelina les tomase la lección.
Desde lejos percibiréis el olor del mole que hierve en grandes cazuelas, y os dejarán aturdidos el incesante vocerío de los vendedores, el gritar de los chicos, y el cantar báquico de los artesanos que han cogido la zorra.
¡Omito el cuadro! ¿Una boda? ¡Cada veinte años! ¡Y con razón! Si los chicos y las chicas ni se conocen ni se tratan.
Las madres regañaban a los chicos porque sonaban sus pitos y sus panderetas, como temerosas de que a la hora precisa unos y otras se les quedaran mudos.
y donde los chicos de la Escuela del Cura y los de la Escuela Nacional reñían tremendas batallas.

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