Ejemplos con charol

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Los zapatos se pueden hacer de una gran variedad de cueros apropiados para diversas situaciones, extendiéndose desde los zapatos formales de tarde de charol a los zapatos de día.
Representa a Raoul Vaubert, personaje de comedia, vestido a la manera del típico dandi parisino, con zapatos de charol y sombrero de copa en la mano.
Pero como hombre dócil y de buena pasta, no sólo cedió a recortarse un si es no es la barba, sino que se vistió una flamante levita, se puso botas de charol, pantalón bombacho, sombrero de copa y en la corbata un alfiler con una enorme esmeralda falsa.
El mozo se acercó, servilleta al hombro, tenía una cara tostada, amilitarada, que reñía con los escarpines de charol y el pelo atusado con bandolina, librea que el público impone a sus servidores en tales lugares.
Su verde, su rosado, su amarillo intenso, sus iris metálicos, tintas jugosas eternamente barnizadas por un charol húmedo, no podían subsistir en el mundo atmosférico.
Y él, con el chaqué ceñido de talle y abombado de pecho, los pies de femenil pequeñez enfundados en charol y cañas blancas sobre altos tacones, bailaba grave, reflexivo, silencioso, como un matemático en pleno problema, mientras las luces azuleaban las dos cortinas obscuras, apretadas y brillantes de sus guedejas.
Y es extraordinario cómo su cuerpo, desde el más invisible cabello de su cabeza al tacón de sus zapatos, era un vivo deseo, y cómo al cruzar el hall para ir adentro, cada golpe de su falda contra el charol iba arrastrando mi alma como un papel.
La marinería, al limpiar las cubiertas, habían salpicado con su mangueo algunos escarpines de charol que marchaban titubeantes sin encontrar su camino y cuya negrura estaba constelada de manchas de ceniza y de champán.
Esta juventud, con la cabeza descubierta, la cabellera partida en dos crenchas negras, abultadas, lustrosas, impermeables, que ningún huracán podía alterar ni conmover, y el menudo pie encerrado en botines de charol de alto empeine y vistosa caña, siempre que salía del fumadero volvía los ojos con cierto temor hacia el rincón de los pingüinos.
Son hermosos ejemplares del cultivo intensivo de la pilosidad Y las manos finas, aunque estén deformadas por los ejercicios de fuerza, y los pies pequeños, reducidos, altos de empeine, cuidados con meticulosidad, de día siempre encerrados en charol con cañas de colores, de noche con forro de seda calada y escarpines que martirizarían a muchas señoras.
¡Tonto, quién te verá venir dentro de pocos años con levita de paño fino, gran camisola planchada, bota de charol y mucha cadena de relós, como don Pancho! A este último envite casi ningún muchacho resistía.
Llevan unos zapatitos de charol, fina obra de los zapateros de Elda, y sobre el traje negro resaltan los delantales blancos, que se extienden ampliamente por la falda y suben por el seno abombado, guarnecidos de sutiles encajes rojos.
Las botas eran de charol deslucido y cuarteado, torcidos tacones y grietas que pronto serían ventanas, la camisa sin almidón, la corbata de color de rosa, anudada con esmero y arte.
Yo le daría la mar de consejos, señalándole las teclas que habían de tañer para gobernar al pueblo con decencia y justicia, con lo cual, figúrate, vendrían a bailarme el agua todos los lambiones de la Política, saldría mi nombre en los papeles y me daría más charol que un.
Llevaba boina roja con borlón de oro, traje negro de montar, altas botas de charol, en la mano un latiguillo que le servía de bastón de mando, y en el cinto un revólver.
Antes de repetir en mi presencia lo que a su padre había dicho respecto a su nuevo estado, quiso mostrarnos a los dos los diferentes regalitos que le había hecho su tío putativo: unos zapatitos de charol muy monos, todavía no estrenados, un vestido de merino negro muy honesto y apersonado, para ir a la iglesia, otro de percal sin colorines, pero adornado con mucho aquél, varias alhajillas de poco precio, de oro fino, que no llamaban la atención ni por sus dimensiones ni por su riqueza, medias negras de semiseda, zapatillas de abrigo para dentro de casa, peines y avíos de tocador, un rosario hecho con huesos de aceitunas del Huerto de las Olivas donde oró el Señor en Jerusalén, y, por último, un devocionario monísimo, con sus tapas de nácar y broche dorado para cerrarlo.
Vestir de negro, con botas altas de charol, guantes color lila, era un atavío muy del gusto de aquel hombre, a quien la conciencia de su buena figura y porte, y los éxitos sociales, inclinaban a la presunción.
Después contempló el cadáver fríamente, sin emoción, y al tropezar su mirada con las botas de charol rompió a reír.
Aparecieron dos botinas de mujer con la suela blanca y el charol deslumbrante, el calzado con que sueñan las muchachas de las minas como una elegancia suprema.
Asomóse entonces por la portezuela un sombrero de tres picos con plumas blancas erizadas, y luego un zapato de charol con hebilla de oro, y una pantorrilla bien rellena, calzada con media de seda blanca.
Iba estirado, satisfecho dentro de su traje de lanilla inglesa, algo incómodo por el cuello de la camisa almidonado y de bordes punzantes, pero le bastaba lanzar una mirada a sus botas de charol y a la corbata, siempre de colores vivos, para darse por satisfecho de todas las molestias que le causaba su transformación.
Los pies de la dama eran de forma irreprochable, finos, algo elevados por el tarso, ni tan largos como de bolera, ni tan cortos como de china, y no calzados, afectando descuido, con zapatones a la inglesa, sino con medias de seda roja y zapatos de charol a la francesa, de tacón un poquito alto y sujetos con lazo de cinta negra.
Te voy a poner un vestido muy precioso, tu sombrero, tus botas de charol.
Plácido Quería subir a verle, pero esa otra, la santona, le dijo que otro día, por si tú te remontabas Conque vete enterando ¡Ah! ¡Quién me lo había de decir! Todavía me he de ver yo cogida al brazo de don Baldomero, dando vueltas en la Castellana ¡y poco charol que me voy a dar! Si es una comedia Tú date tono, no seas boba que si sabemos aprovecharnos, de esta hecha vamos para marquesas.
¿En qué se le conocía? No ciertamente en la tonsura, borrada por una selva de pelo gris y cerdoso, ni tampoco en la rasuración, pues los duros cañones de su azulada barba contarían un mes de antigüedad, menos aún en el alzacuello, que no traía, ni en la ropa, que era semejante a la de sus compañeros de caza, con el aditamento de unas botas de montar, de charol de vaca muy descascaradas y cortadas por las arrugas.
Cuando vine a España, hícelo con la ilusión de encontrar aquí gran número de gente pendenciera, ruda y primitiva, hombres de corazón borrascoso y apasionado, no embadurnados con el vano charol de la cortesanía.
de vestirme veo el negro frac, los brodequines de charol, la.
largos que calzados con un zapato bajo de resplandeciente charol,.
En usar cuellos de papel, que son los más económicos, botas de charol y guantes de cabritilla.
Un chauffeur o un espolique de ellos cualquiera, tenían polainas de charol, reloj de oro y hasta anillos de brillantes.

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