Ejemplos con chapucerías

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Comprenderás, querido Manolo, por los brochazos de realidad que te transmito, que he descendido de mi globo para recrearme pintando las chapucerías pedestres de esta vida ramplona.
-No lo niego -respondió a ello mi tío-, y por lo mismo no tiene vuelta de hoja lo que vos acabo de decir, porque ¿qué puede esperarse ya de un hombre de mi veta cuando se deja acaldar, como yo estoy acaldado, por chapucerías como esas?
Si son chapucerías de desjuiciado, acuérdate de que eres hijo de un hombre de bien, El demonio me lleve si yo sabía la menor cosa hasta que tu madre me lo dijo esta tarde, por haberlo aprendido ella en el río.
Quien la aplaudía entre burlas y cháchara, quien, menos paciente, denostaba al veterano y al concejo que hacía caso de semejantes chapucerías.
Porque, hija mía, yo te quiero mucho, muchísimo, mucho más de lo que puedes imaginarte, pero con todo lo que te quiero, en lo tocante a pompas y chapucerías mundanas, ya te lo he dicho, no fío gran cosa de la veta que sacas, ni del aire que llevas por el camino que sigues.
Como no iba firmada, las gentes indoctas que la habían leído se la colgaban a Casallena, fundándose en que aquél era su estilo, clavado, es decir, el estilo de que él abusaba cuando metía la pluma a revolvedora de estirpes, elegancias y finiquituras «de sociedad,» porque, como ya se ha indicado más atrás, Casallena valía mucho más que todas esas chapucerías de similor: pensaba por todo lo alto y escribía como un jerifalte, era agudo, ingenioso, castizo y ameno hasta más no poder, sólo que en cuanto le llegaba el acceso de cronista elegante, ¡adiós mi dinero! ya estaba con los ojos virados, la mano en la mejilla, y lánguido, lánguido, lánguido, trocando el tintero de sus glorias por una dulcera, y empapando las lisonjeras hipérboles de su pluma en almíbar de cabello de ángel.
»Comprenderás, querido Manolo, por los brochazos de realidad que te transmito, que he descendido de mi globo para recrearme pintando las chapucerías pedestres de esta vida ramplona.
Hoy, en la plazuela, he oído que fracasasteis antes de empezar, y que no habéis hecho más que chapucerías.
¡Chapucerías! Voy creyendo que en la plazuela nos juzgan como merecemos.
y además el Catecismo, que bien claro lo canta: «el que usa de chapucerías o cosas pertiniciosas».

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