Ejemplos con cesantes

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Como complemento a estas instalaciones, se decidió construir un aeropuerto marítimo en la playa de Cesantes, en el municipio de Redondela.
Existen un considerable porcentaje de estudiantes y cesantes.
San Pedro de Cesantes es un pueblo localizada en el ayuntamiento de Redondela, en la provincia española de Pontevedra.
Del extremo sur de Cesantes arranca el puerto cuyo calado máximo no supera los dos metros.
Durante su mandato de la ciudad de Santiago, Zañartu mando a construir el Puente Cal y Canto, junto con la creación de cientos de puestos de empleos para las personas que estaban cesantes.
Organizó ollas comunes y talleres para cesantes con el objeto de que expresaran sus demandas a sus respectivos municipios.
La mitad de las personas que pasan a nuestro lado son cesantes que aguardan la formación del nuevo Gobierno para pedir que los repongan.
Eran, por lo común, empleados de mediano sueldo, retirados del ejército, o cesantes que llevaban su abnegación hasta el punto de alabar al Gobierno, de posponer su hambre a las altas miras de la patria y a la gloria del ejército.
En el mundo laico quedan cesantes los empleados, se separa a los ministros, se degrada a los militares hasta se destrona a los reyes.
El angustioso lamentar de los cesantes que iban cayendo, y el bramido triunfal de los nuevos funcionarios que al comedero subían, formaban el coro en las vanas tertulias de los cafés.
Salió de estampía, y en el cotarro siguieron zumbando los incansables moscardones, cesantes los unos y sin esperanzas, colocados otros y con el alma en un hilo por el temor de ser arrojados de sus comederos, pretendientes los demás, tenacísimos y fastidiosos, cualquiera que fuese la situación saliente y la entrante.
Tan sólo la duquesa de Bara, fiel a la consigna del caudillo, habíase apresurado a sentarse entre las dos ministras cesantes: la de Martínez, mujer sencillísima y modesta, que se hallaba allí como gallina en corral ajeno, y la de García Gómez, cursi pretenciosa, que pretendía deslumbrar a pájara tan larga como la duquesa con sus alardes de elegancia y de buen tono.
Habíanle dejado cesantes a no pocos de sus ahijados, pero aún quedaban muchos en plena posesión de sus empleos y sueldos.
En la mesa próxima había empleados de Hacienda, Gobernación y Ultramar, y una tanda de cesantes.
Allá están los cesantes mirando caer la bola.
En suma, señor canónigo del alma, se han corrido las órdenes para dejar cesantes a todos los absurdos, falsedades, ilusiones, ensueños, sensiblerías y preocupaciones que ofuscan el entendimiento del hombre.
Reúnense junto a nuestra mesa algunos jóvenes estudiantes, varios capitanes y tenientes de infantería, y no pocos parásitos de esos que pueblan los cafés, probándonos que son tan pesados de pretendientes como de cesantes.
-Señora, los cesantes no respetamos nada.
Estos cesantes rabiosos se meten en todos los rincones para olfatear lo que se guisa, y lo mismo entran en las sacristías que en las logias.
Desde que cogió San Luis las riendas, se ha desatado el infierno: aquí conspiran progresistas y moderados, paisanos y militares, las señoras del gran mundo y los cesantes de todos los ramos, que se cuentan por miles, conspiran los aguadores, los serenos y hasta las amas de cría.
Serafín, mi antecesor en este puesto, mi enemigo capital, a quien deseo mil años de cesantía, y a los demás de la familia igual daño hasta que de cesantes se pudran, intentó corromper mi lealtad.
Y a su vez, pasaban otros de empleados a cesantes por ley de turno revolucionario, que no pacífico.
Ya en este punto y hora, que era la de las tres, iban llegando más diputados, y los divanes del Salón de Conferencias, que desde la inauguración del edificio eran cómodo asiento de gobernadores cesantes, de pretendientes crónicos o charladores por afición y costumbre, se poblaban de vagos.
En el coro lastimero y fúnebre de los cesantes, descollaba una voz campanuda que dijo: «¡Cojondrios, ya está aquí la muerte!».
Mientras andaba O'Donnell el Chico en la campaña que había de producir el remedio de tres cesantes infelices, Teresa no mantenía ociosa su mano liberal.
Muy agradecida estoy a O'Donnell el Chico, pues apenas abrí la boca para interceder por tres cesantes, fuí atendida.
Desde nuestros asientos veíamos perfectamente el palco regio, cuando en él aparecieron Mercedes y Alfonso, rodeados de Majestades históricas aunque cesantes y venidas muy a menos, y de las Princesas y Príncipes de Borbón y Orleáns, estalló un ciclón de aplausos y aclamaciones que bramaba y crujía como un cataclismo atmosférico.
El rincón de un café, el cuchitril de una portería o las negras estancias de una mala imprenta eran sus logias, y cuando no se terciaba el arrimo a cualquier tertulia revolucionaria, satisfacía su anhelo en los corrillos de la Puerta del Sol, conventículo habitual de cesantes.
Siempre se le encontraba en la mejor disposición para prestar su influencia a los cesantes que buscaban empleo.
Pues se le dan libertades para fomentarla, porque lo exige la Prensa que no representa en España más interés que los de una legión de empleados o de cesantes.

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