Ejemplos con cerdosa

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La casa, enorme y toda de planta baja, era el ideal de la humana vivienda: anchurosas estancias, patios y corrales poblados de alimaña volátil y de toda cuatropea cerdosa, ovejuna y caballar.
una gordura cerdosa, imagen del siglo, ¿verdad?.
Carnicero, a quien el peso de los años no estorba para seguir trabajando, allí toma su chocolate macho con bollo maimón, allí come su cocidito con más de vaca que de carnero, algo de oreja cerdosa y algunas hilachas de jamón que el vacilante tenedor busca entre los garbanzos azafranados, allí duerme la siesta, echando la cabeza sobre las orejeras del sillón, allí se le sirve la cena que empieza invariablemente en migas esponjosas y acaba en guisado de ternera, todo muy especioso y aromático, allí cuenta el dinero que es, según dicen, el más constante de sus visitadores, y se desliza sin hacer ruido por entre sus dedos alcornoqueños, cual si por virtud rara también el oro se sometiese a tomar las apariencias del corcho o del pergamino en aquel imperio del silencio, allí recibe a los que van a ocuparle, y son por lo general clérigos o frailes, y allí está cuando entran Jenara, Pipaón y Micaelita.
No le hacía ya maldito caso Zorraquín, y acariciaba el sable, como si fuera aquella arma necesaria para encaminar almas al cielo, movía alternativamente una y otra pierna, resollaba fuerte, se acariciaba la cerdosa barba, hasta que una destemplada voz sonó en la calle, gritando.
Ya habían pasado muchos años, pero él se acordaba, como si estuviera viéndolos, de aquellos ojos sin pestañas, ribeteados de rojo, horribles para los demás, pero amorosos para él, de aquella mano seca que al acariciarle la cerdosa cabeza manchábala de pringue meloso, de aquella cama en que soñaba abrazado a su madre, y ahora.
En los pueblos rurales que yo conozco, entran por docenas las personas que rodean a la cerdosa bestia en su último trance: unas para atesar las cuerdas que la impiden moverse, y hasta gruñir, otras para tener por las cerdas del lomo, varias con ellas para cargarse sobre la mole y sujetar su cabeza contra el poyo en que yace todo el cuerpo, quién para revolver la sangre cuando fluya, quién, en fin, para los preparativos de cada operación de las subsiguientes al sacrificio.
De la boca le caía una baba espesa que descendía por la camisa desabrochada a su pecho ancho y exuberante de vegetación cerdosa.

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