Ejemplos con cenefa

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En concreto el ubicado en la galería alterna teselas negras, rojas y blancas, presentando una cenefa de triángulos y rectángulos, delimitados por una orla con roleo de volutas sencillas.
En cada extremo de la cenefa se encuentra una mata preñada de mazorca que significa el exuberante cultivo del maíz.
De acuerdo a su significado náhuatl esta cenefa muestra un campo cultivado y una serie de cinco casas que representan una comunidad.
El pie del tronco se encuentra atravesado por una cenefa o tejido.
La Virgen presenta una larga cabellera ondulada cayéndole por encima de ambos hombros y se cubre con un gran manto de color azul, ribeteado con una cenefa de oro y perlas que se encuentra sujeto en el pecho con un broche de orfebrería, mientras el Niño está cubierto con un velo transparente blanco y lleva colgado en el cuello un amuleto de una rama de coral.
Los dos frentes del entablado están protegidos con un frente de fundición de hierro a manera de cenefa decorada con circunferencias resaltadas que dispone de un remate inferior mediante bocel que describe a lo largo de la pasarela una sucesión de pequeñas semicircunferencias.
Consiste en una falda en bayeta de lana de colores fuertes, plegada en la cintura, terminada por una cenefa de terciopelo de un tono mas subido que el de la bayeta.
Una cenefa antecede a la cornisa que separa los dos cuerpos.
El Retablo Mayor es una mazonería dorada de grandes proporciones, formada por zócalo, dos cuerpos de tres calles y amplio ático semicircular, rodeado todo él por una gruesa cenefa a modo de guardapolvo.
Los arcos que separan las naves, menos los que dan al altar mayor, son apuntados y dentados, corriendo por encima de ellos una menuda cenefa polilobulada.
Se apea sobre un sencillo banco o predela, dividido en cinco espacios, sobre la descarga el cuerpo principal de la obra, divido en tres calles y rematado en un pequeño saliente, una cenefa, guardapolvo, lo recorre en todo su perímetro, en una acertado enmarque, este marco sirve de soporte a un conjunto de pinturas, sobre tabla, tres tablas de gran tamaño en el cuerpo principal y otras siete de menor volumen, es una obra realizada con la técnica del óleo y dentro de las pautas establecidas por los pintores flamencos de la primera mitad del siglo XV.
En la cenefa de vidrio está adornada con paisajes pintados.
Del primitivo conjunto funerario del rey sólo queda la losa con el relieve del monarca yacente, rodeada de una fina cenefa con decoración vegetal que se fecha a mediados del siglo XIII, ya que es entonces cuando Teobaldo I encarga el sepulcro de su tío y de su tía, Clemencia de Toulouse.
En la parte superior aparece una cenefa con rombos y sobre ella tres pinjantes de paños recortados y estrellas de ocho puntas que cubren parte de la cubierta.
Las trescalles del cuerpo central se encuentran flanqueadas por estípites adosados y decorados con paños recortados, hojarascas, roleos y una cenefa ondulada en cada extremo del retablo.
La cenefa exterior es de esvásticas, seguida de otra de paralelepípedos en perspectiva, a continuación se desarrolla una sucesión de rombos, unos con nudos de Salomón y otros con una flor inscrita, entre otros elementos.
Todo este conjunto se completa con una cenefa de pequeños arcos y los dos paños laterales con rombos y hexágonos.
Tanto los tirantes como la viga perimetral se encuentran ornamentados con entalladuras barrocas, compuestas de hojas grandes y planas insertas en cenefa y volutas de acanto.
Entre estos óvalos y la cornisa hay una cenefa con simbología litúrgico-sacerdotal.
La otra hoja de la puerta coral, de idéntica composición pictórica, va enmarcada por una cenefa de decoración vegetal y ostenta otros cuatro escudos en sus vértices.
Las paredes del estudio son de brillante estucado blanco, las puertas están pintadas de blanco, las placas de las cerraduras son niqueladas, el piso, en diminutos mosaicos a losanges azules, blancos y grises, forma una pintoresca tracería encerrada en una ancha cenefa de color lila.
Los huecos están bordeados de ancha cenefa de yeso gris.
Los pueblos y caseríos, compactos y apiñados hasta el punto de parecer de lejos una sola población, matizaban de blanco y amarillo aquel gigantesco tablero de damas, cuyos cuadros geométricos, siendo todos verdes, destacábanse unos de otros por sus diversas tonalidades, a lo lejos, el mar, como una cenefa azul, corríase por todo el horizonte con su lomo erizado de velas puntiagudas como blancas aletas, y volviendo la vista más a la izquierda, los pueblos cercanos: Godella con su obscuro pinar, que avanza como promontorio sombrío en el oleaje verde de la huerta, y por encima de esta barrera, en último término, la sierra de Espadan, irregular, gigantesca, dentellada, mostrando a las horas de sol un suave color de caramelo, surcada por las sombras de hondanadas y barrancos, decreciendo rápidamente antes de llegar al mar, y ostentando en la última de sus protuberancias, en el postrer escalón, el castillo de Sagunto, con sus bastiones irregulares, semejantes a las ondulaciones de una culebra inmóvil y dormida bajo el sol.
¡qué singularidad! La semana anterior estaba cosiendo y arreglando la cenefa del vestido que se había roto, cuando entró aquel hombre, y bruscamente le dijo:.
Así se hizo, y un día después la cenefa, engrudada por los mozos del café, fue puesta en su sitio.
Se pensó después en una cenefa que hiciera el papel de friso en todo lo largo del salón, mas como ninguno de los artistas sabía tallar bajo-relieves, ni se conocían las maravillas del cartón-piedra, se convino en que lo mejor sería comprar un listón de papel pintado en los almacenes de un marsellés recientemente establecido en la calle de Majaderitos.
Un monarca castellano escoge entonces para su residencia aquel alcázar que se derrumba, y en este punto rompe un lienzo y abre un arco ojival y lo adorna con una cenefa de escudos, por entre los cuales se enrosca una guirnalda de hojas de cardo y de trébol, en aquél levanta un macizo torreón de sillería con sus saeteras estrechas y sus almenas puntiagudas, en el de más allá construye un ala de habitaciones altas y sombrías, en las cuales se ven por una parte trozos de alicatado reluciente, por otra artesones oscurecidos, o un ajimez solo, o un arco de herradura ligero y puro, que da entrada a un salón gótico severo e imponente.
Del panorama, no se diga, porque solamente ponían en duda su condición de «incomparable» los que le conocían por los asertos de los cronistas finos que no soltaban de la pluma aquel piropo, de la gente, por ser día festivo aquél, como ya se ha advertido, a borbotones en todas partes: en las frondosas avenidas que confluían en la gran explanada central, en el Mantón o paseo, o, mejor dicho, prado de aquella forma, que era como el remanso común a todos los ríos confluentes, en la vasta galería del balneario, en el arenal, en la cenefa de espumas, aquella cenefa plagada de ratones, según la pintoresca ocurrencia, que ya se mencionó en su lugar correspondiente, de uno de los tres personajes conocidos últimamente con los nombres de Froilán, Gorgonio y Perico, en los verdinegros bosquecillos, misteriosos, umbríos y fragantes, en el apartado y tortuoso caminejo peonil, en el merendero humilde, en el salón de conciertos y en el café aristocrático.
Alzábase majestuoso en la falda de una suavísima ladera, al Mediodía, y servíale de cortejo espesa legión de sus congéneres, enanos y contrahechos, que se extendían por uno y otro lado, como cenefa de la falda, asomando sus jorobas mal vestidas y sus miembros sarmentosos, entre marañas de escajos y zarzamora.

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