Ejemplos con celestes

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Por otra parte, se edificó a semejanza de las montañas sagradas, pensada para honrar y reverenciar a las deidades celestes: el Sol, la Luna, Venus y la Tierra.
Flores celestes a azules, y variegadas Alba con blanco, Royal cape con azul muy oscuro.
También cambió la concepción que se tenía de dichos lazos, en cuanto se comenzó a consultar a los celestes, todo lo cual supuso un gran avance en la cultura idhunita.
Las balu son una especie de algas muy apreciadas por los celestes, que no solo las consideran un manjar, sino que opinan que relajan a los humanos.
Los celestes tienen la capacidad de llamarlos mediante un cántico específico y, cuando los haai no están cumpliendo algún encargo, habitan en unas altísimas agujas de piedra distribuidas por toda Celestia, especialmente en Haai-Sil, a las que solo pueden acceder los celestes por medio de su capacidad de levitación.
Los pájaros haai son una especie de aves doradas de gran tamaño y belleza, criadas por los celestes, los cuales tienen una afinidad especial con los pájaros.
Su modelo cosmológico afirmaba que la Tierra era el centro del universo y el resto de cuerpos celestes la rodeaban fijados a un total de veintisiete esferas reunidas en siete grupos.
Más aún, los Titerotes han transformado su sistema solar original, y otros cuerpos celestes, en una roseta de Klemperer, para evitar catástrofes cósmicas.
por Aristóteles presentando observaciones y especulaciones acerca del origen de los fenómenos atmosféricos y celestes.
Este es el motivo de que la gravedad sea la fuerza más importante a la hora de explicar los movimientos celestes.
En la mitología griega, las Uranias son las ninfas celestes, eran divinidades de carácter menor de las que estaba poblado el universo.
El carácter motriz del alma cósmica racional se constituirá en el prerrequisito necesario del movimiento que se comunicará a los cuerpos celestes cuando se creen.
Las de mayor envergadura se debían a fuego y agua, siendo en unas ocasiones los habitantes de las montañas y lugares elevados los más afectados a causa de la desviación de la órbita de los cuerpos celestes.
Con las primeras de estas ciudades Toniná comparte la vieja iconografía propia de la Cultura maya, basada en monstruos de la tierra, deidades acuáticas, aves celestes y dragones del inframundo, además, participa de la nueva iconografía en uso en las nuevas ciudades, basada principalmente en dos símbolos iconográficos: la greca espiral escalonada y Chaac, el dios del agua.
La bandera consta de tres franjas, la superior y la inferior celestes y la central blanca.
Cuando era pequeño y Antonia le acompañaba en sus paseos por la costa de Sóller, se habían entretenido muchas veces dando cuerpo y nombre, con un esfuerzo de imaginación, a las nubes que se juntaban o se esparcían en una incesante variedad de formas, viendo en ellas tan pronto un monstruo negruzco de inflamadas fauces como una virgen entre celestes resplandores.
Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas.
Es tradición milenaria que en el equinoccio de septiembre el seráfico y mansueto pastor San Francisco se siente malhumorado por una vez, descíñese el cordón, lo blande sobre el cielo a guisa de honda, acuden los rebaños de nubes, revientan los odres donde se guardan los vientos, rómpense las esclusas de las aguas celestes, se embravecen los mares, zozobran las barcas pescadoras, huyen las aves trashumantes, corren las bestias a sus cubiles, guarécense los hombres en el hogar y el corazón se empapa en una tristeza que es como el llanto de las cosas perecederas.
Pero aun así, su moral, una moral para la tierra, sin sanciones celestes, encaminada al bienestar positivo de los humanos, tenía forma.
Ellos eran los que les habían tenido en la ignorancia durante siglos, haciéndoles ver que el pobre carece de otro derecho que el de la limosna, inculcándoles un respeto supersticioso para el potentado, obligándoles a creer que deben aceptarse como dones celestes las miserias terrenas, pues sirven para entrar en el cielo.
Si en nuestro átomo había surgido la vida, forzosamente existía también en los otros cuerpos celestes, aunque fuese con distintas formas.
Pero noten ustedes cómo en medio de lo ridículo del caso resalta siempre la soberbia y la insolencia del clero ¡Siempre disponiendo de los rayos celestes, como si Dios les hubiera dado a ellos la llave! Eso es insufrible, y cien veces lo he dicho y lo repetiré otras ciento: la dureza y la intransigencia del clero es lo que está carcomiendo la Iglesia de España.
La emoción de este parecía haber pasado al tío Frasquito, y conociendo el pobre viejo su debilidad, decidióse a buscar apoyo en el más fuerte Cogió por un brazo a Jacobo y llevólo sigilosamente a su alcoba, nido risueño, tapizado con seda de Persia celeste, cubierto el pavimento con pieles blancas, con una cama de palo de rosa muy baja, muy aérea, vago conjunto de encajes, holandas y sedas celestes, semejante a una crespa ola del mar coronada de espumas blancas.
A ella he confiado mis pesares, en ella he puesto mi cariño, me amó, me ama, y cuando su amor iluminaba mi alma con celestes claridades, cuando de ella recibía mi corazón vigor y fortaleza, se va, y me deja.
A la incierta luz de la aurora, que bañaba en celestes claridades el rostro de Angelina, vi que lloraba, que dos lágrimas rodaban por sus mejillas.
Aquel repicar vario y caprichoso, sin unidad ni medida, tan distinto del otro con que se anuncian los días solemnes y las fiestas clásicas, tenía algo de la maravillosa música moderna en que parece que los instrumentos van libres, de su cuenta, campando por sus respetos, desdeñando compás y disciplina, huyendo los unos de los otros, pero que de pronto se unen y concuerdan en rara e incomparable harmonía que primero sorprende, luego subyuga, y, por último, nos hace ver bosques silenciosos, regiones celestes sin nubes ni celajes, cerúleos adormecidos mares.
Parecíase a Sabel, y aún se le aventajaba en la claridad y alegría de sus ojos celestes, en lo abundante del pelo ensortijado, y especialmente en el correcto diseño de las facciones.
¡Ay! dijo a esta sazón la Dolorida, con benignos ojos miren a vuestra grandeza, valeroso caballero, todas las estrellas de las regiones celestes, e infundan en vuestro ánimo toda prosperidad y valentía para ser escudo y amparo del vituperoso y abatido género dueñesco, abominado de boticarios, murmurado de escuderos y socaliñado de pajes, que mal haya la bellaca que en la flor de su edad no se metió primero a ser monja que a dueña.
¿Quién piensas tú que arrojó a Horacio del puente abajo, armado de todas armas, en la profundidad del Tibre? ¿Quién abrasó el brazo y la mano a Mucio? ¿Quién impelió a Curcio a lanzarse en la profunda sima ardiente que apareció en la mitad de Roma? ¿Quién, contra todos los agüeros que en contra se le habían mostrado, hizo pasar el Rubicón a César? Y, con ejemplos más modernos, ¿quién barrenó los navíos y dejó en seco y aislados los valerosos españoles guiados por el cortesísimo Cortés en el Nuevo Mundo? Todas estas y otras grandes y diferentes hazañas son, fueron y serán obras de la fama, que los mortales desean como premios y parte de la inmortalidad que sus famosos hechos merecen, puesto que los cristianos, católicos y andantes caballeros más habemos de atender a la gloria de los siglos venideros, que es eterna en las regiones etéreas y celestes, que a la vanidad de la fama que en este presente y acabable siglo se alcanza, la cual fama, por mucho que dure, en fin se ha de acabar con el mesmo mundo, que tiene su fin señalado.

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