Ejemplos con ceñudo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Flamenco chileno, Pavo real, Pingüino de Humboldt, Alimoche, Buitre leonado, Turaco violeta, Paloma - faisán de nuca blanca, Paloma de Nicobar, Tucán sulfuroso, Tragopán sátiro, Rulrul, Paloma coronada, Suimanga espléndido, Ruiseñor del Japón, Pico de espalda dorada, Pelícano ceñudo, Pato de cara blanca, Silbón de Chile, Pato de las Bahamas, Marabú, Lorito murciélago de péleo azul, Lorito cacique, Cotorra guaruba, Ibis sagrado, Hoco mayor, Pájaro paraguas, Goura victoria, Ganso de Hawaii, Ganso del Nilo, Barnacla canadiense, Faisán de Palawán, Diamante de Gould, Chajá moñudo, Cisne de cuello negro, Cálao terrestre.
El buen Pep, ceñudo, con una palidez verdosa en su tez obscura, manejaba al herido al mismo tiempo que daba órdenes.
Las gentes de Argel acudían ansiosas para conocer al Demonio de Malta amarrado a su banco de esclavo, pero al verle fiero y ceñudo como un aguilucho cautivo, no se atrevían a insultarle.
Mientras duraron todas estas operaciones Tristán estaba más que grave, ceñudo.
Toma y leedice, ceñudo, Apolonio, alargando despectivamente a Belarmino, como si fuese su sentencia de muerte, el telegrama que acaba de recibir.
Pero ella está ya en el pescante, inclinando hacia el conductor su rostro ceñudo, esforzándose por encontrar un gesto de graciosa seducción.
De improviso se abrió bruscamente la puerta del departamento, y saltó dentro un hombre ceñudo, calada la gorra de dorado galón, en la mano una especie de tenacilla o sacabocados de acero.
Había presentido algo grave con la llegada del capitán, su larga entrevista a solas con el segundo, y la salida de éste, que pasó silencioso y ceñudo ante la puerta de la cocina.
El marino, ceñudo, ajado por la cólera, con una fealdad trágica, siguió inmóvil, mirando torvamente a la hembra caída.
En su rostro vi un mirar ceñudo y una rígida contracción de la boca que indicaban la sequedad del corazón confundida con la brutal soberbia.
Nació en plena corrupción colonial, cuando era Cuba mártir, el vertedero de todo lo podrido, el refugio de todos los estorbos, de todos los hambrientos y desocupados de España, cuando era nuestra tierra, el criadero de una milicia viciosa y enfermiza, robada a la Agricultura y a la Industria de su país, cuando era esta ciudad, jardín de América hoy, corral blando y holgado de Capitanes Generales infecundos, logreros e imperiosos, cuando la bandera roja y gualda flotaba sobre nuestra casa y a su sombra los cubanos estaban condenados a perpetua cobardía y los españoles autorizados para enriquecerse y engordar sus vicios insolentes, cuando el criollo moría en la miseria y el peninsular paseaba satisfecho en el carruaje comprado con el oro que manaba del crimen, cuando había más cárceles que escuelas, y el látigo infamante chasqueaba sobre las espaldas de los hombres de una raza tan necesitada de justicia como la nuestra, cuando el cubano que no se sometía a servir de celestino al pisaverde madrileño que lo solicitara, iba a purgar su osadía en el presidio, cuando el talento de los nativos dormía echado bajo la bota del déspota ceñudo, y la capa torera sobre los hombros y la cinta de hule en el sombrero, eran los únicos pasaportes de honor y las únicas cédulas de vida, verdaderas.
Fuera ya del arco de la Armería y encontrándonos en sitio más desahogado, el tal, ceñudo y con áspera voz, me dijo: Usted no me conoce.
Tan ceñudo se puso el cielo a media tarde, y tales cantarazos de lluvia descargó, que la impedimenta que llevábamos, cuatro acémilas con cofres de ropa, sacas de víveres y material de tienda de campaña, quedaron rezagadas por no poder vencer la pendiente con la pesadumbre de sus cargas.
Y el campanero, sombrío y ceñudo, repetía en alta voz, continuando el curso de sus pensamientos:.
Y de un salto, el músico llegó hasta el busto, besándolo con humildad infantil, como un niño acaricia al padre ceñudo e imponente.
Y viendo tan ceñudo al jefe de la familia y que ni con tenazas podían sacarle una palabra del cuerpo, echáronse a llorar, hasta que tantas demostraciones de pena obligaron a Carrasco a explicar la causa de su duelo.
Triste y ceñudo, como si fuese a un entierro, emprendió Batiste el camino de Valencia un jueves por la mañana.
La vega tenía el aspecto de siempre, pero a él le parecía más hermosa, más tranquilizadora , como un rostro ceñudo que se desarruga y sonríe.
Basta, no siga usteddijo Maxi, ceñudo, cortándole el discurso.
¿Por qué no me miras? le preguntó una noche, con semblante ceñudo.
El marqués se paseaba por la habitación ceñudo, contraído, hosco, con esa expresión torva y estúpida a la vez que da la falta de sueño a las personas vigorosas, muy sometidas a la ley de la materia.
Y no se le despertaba la saludable emulación, sino la ruin envidia y su hermano el ceñudo despecho.
Parecía tener cincuenta años, y por cierto que me causó sorpresa su rostro, pues yo me lo figuraba con semblante fiero y ceñudo, según a mi entender debía tenerlo todo general en jefe puesto al frente de tan valientes tropas.
De pronto, Gillespie, que escuchaba ceñudo las palabras del profesor,.
El agresor se levantó de un brinco y con los puños cerrados y la mirada centelleante aguardó al intruso que avanzó recto hacia él con el rostro ceñudo y los ojos inyectados de sangre.
Ra-Ra se mostró sombrío y ceñudo, mirando al Hombre-Montaña con hostilidad, como si recordase aún el golpe que le había dado con un dedo para que permaneciese dentro del bolsillo.
Cargóse Fernando, siempre ceñudo y avinagrado, sobre una pierna, mientras se daba golpecitos en la otra con su látigo de montar, y acercándosele don Sotero, le habló así, guardando al mismo tiempo los anteojos en un estuche de hoja de lata, forrado por dentro de bayeta verde:.
Calixto, ceñudo, se tragaba sus cavilaciones y sospechas malignas.
Hubo, pues, dimes y diretes, semanas enteras de hocico y de ceñudo silencio en la mesa, pero aquella vez tuvo un poco de carácter don Serapio, y fue el rapaz a su casa, medio cerril, medio culto, pero listo como un pájaro y revelando en todas sus vetas una madera de facilísimo pulimento.
Javier escuchaba, pálido y ceñudo, con una gravedad de expresión que le hacía parecer diez años más viejo de lo que era, pues acababa de cumplir la florida edad de veinticuatro.

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