Ejemplos con cazurro

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Alrededor de la Venta de Cazurro se fue creando un pequeño núcleo que se llamó originariamente La Aldeilla.
¡Toma! ¡por cazurro! ¡por malo! ¡por gañán!.
Quien lo tenía era él, el grandísimo cazurro, que con el achaque de que ella se reposase sentía unas ganas atroces de meterse otra vez entre sábanas y roncar como un gañán.
De este modo, los caballos vieron y oyeron al irritado chacarero y al polaco cazurro.
Su furor no tuvo entonces límite, y vino a aumentarlo el cazurro Martínez, que con los carrillos hinchados y la boca llena de risa reventaba por soltar la presa, y soltóla al fin, diciendo a modo de fisga:.
Díjose luego que, desde una ventana del hotelito escondido, había él presenciado la escena, con las manos a la cabeza, sacudiendo la cabezota, dejando oír su risita de cazurro, de paleto empingorotado.
Y el cazurro Nelet, siempre con aire de fastidio, comenzó a andar hendiendo la muchedumbre al través, contestando dignamente con sus brazos de carretero a los codazos y empujones y cubriendo con su corpachón a la señora y la criada.
Iba a subir el señor Cuadros en su pescante y empuñar las riendas, cuando el cazurro muchacho se rascó la cabeza y pareció recordar algo.
-¡Bah! Está usted buen cazurro.
En una piña inmediata vi a Díaz Quintero, republicano, que alternaba con Fernández Bremón y Mariano Zacarías Cazurro, conservadores, y con Pablo Cruz, León y Llerena, Zoilo Pérez y Cándido Martínez, sagastinos.
No saqué de aquella, y otras visitas, la impresión y el juicio que Higadillos pensaba, encontraba, lo mismo en los ojos que en la sonrisa, que en las palabras de Celorio, un fondo de delicadeza así como vergonzante, que no se compadecía con las cualidades del tipo, groseramente epicurista, avaro, carnal y cazurro que Higadillos pintaba en su poema y en su conversación.
Pero el pillete, acostumbrado a trasnochar, más despierto con las emociones de aquella noche, y de veras interesado con la narración de Julia, oía sin pestañear, con la boca abierta, y aunque cazurro y socarrón y muy experimentado en la vida, niño al fin, abría el alma a los engaños de la fantasía y respiraba con delicia aquel aire de lo sobrenatural y maravilloso, natural alimento de las almas puras, jóvenes e inocentes.
Entre los comensales figuraba el doctor Zapote, cazurro si les hubo, que pronunció un brindis anodino, aprendido horas antes de memoria, y en que no soltaba prenda.

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