Ejemplos con cavilación

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Sin la dimisión de Michael Spindler, le ofrecieron a Amelio dirigir Apple, y tras varios días de cavilación se procedió con la marcha de Splinder, que había envejecido mucho la empresa, encogido las ventas y rebajado la calidad de sus productos.
Lea notaba en ella tristeza y cavilación algunos días, otros, un alborozo demasiado parlero, sin decir nada de provecho.
Pero esto es una cavilación, la Reina dio los dulces con la mayor inocencia: eran para Elisita, la niña de Olózaga.
de Hillo en salir de su cavilación silenciosa, no estaba conforme, ni mucho menos, con el papel que forzosamente se le hacía representar en aquella comedia lúgubre, y una noche, después de cenar malamente, quiso romper ya el freno de la reserva o cortedad que le impedía dar suelta a las turbaciones de su alma, mas no encontrando la formulilla propia para empezar, se arrancó con unos versos de D.
Sacola de esta cavilación doña Lupe, que entró con pisadas de gato, y le dijo que era preciso tomara algo.
Embebecida en esta cavilación llegó al Campo de Guardias, junto al Depósito.
¿Cuántas veces te habré dicho todo esto? No te sorprenda, porque obedece a mi idea fija, a mi cavilación constante.
Vuelta otra vez a la cavilación: Porque si le encuentro y no quiere venir, me mato, juro que me mato.
Una alambicada cavilación había detenido a Clara en dar el sí a D.
No interrumpirá tu sueño la cavilación de los fingimientos que tendrás que hacer al día siguiente para que no te castiguen.
¿Y el dinero? Pero no tratemos de expresar la cavilación incesante de nuestro desgraciado amigo, y asistamos desde luego a su conferencia con la petimetra, que es, a no dudarlo, uno de los acontecimientos capitales de la presente historia.
La cavilación en que cayó el pobre cura semítico no llevaba trazas de concluir, tan embrollado y difícil era el punto que su magín se propuso dilucidar.
¿Y el dinero? Pero no tratemos de expresar la cavilación incesante de nuestro desgraciado amigo, y asistamos desde luego a su conferencia con la petimetra, que es, a no dudarlo, uno de los acontecimientos capitales de la presente historia.
Al llegar a este punto de su cavilación, Isidora fruncía el ceño y ahondaba, ahondaba en aquel mar inmenso de lo dudoso.
Yo no la conozco bien a usted y no puedo imaginarme ahora a mi espiritual amiga empeñada en inquietudes menudas, como una mujer cualquiera, o apartando el pensamiento de las grandes esferas ideales para pasearlo, como holgazán que mata el tiempo, por las callejuelas de la cavilación mundana.
-Mi buena amiga en el Señor, esa última idea es una cavilación absurda.
-Lo consultaré -murmuró al cabo de un rato de profunda cavilación.
Algunos minutos más, y ya le teníamos tendido y estirado en su cumplido lecho, en postura supina, más dispuesto a la meditación que al sueño, porque del baile había traído un resquemor, que hasta el amanecer había de ser cavilación fatigante.
A risa tomaba lo del monjío, y pensaba que las tristezas de su hija en casa no eran más que ganas de novio, y cavilación en las dificultades para encontrarle bueno.
Examinando probabilidades, en sombría cavilación, vino a parar en que todo era posible y todo imposible.
Los quehaceres de aquella semana no distraían a Ibero de su cavilación tenaz.
Hermenegilda, después de quedar un rato largo sumida, al parecer, en profunda cavilación, se dirigió con paso firme a la cocina.
-La cavilación y el buen sentido ==.
¿Se ha procurado no quebrantar la ley, pero se la ha aludido con una cavilación fútil, interpretándola en sentido abiertamente contrario a la mente del legislador? «La ocurrencia ha sido feliz -decimos-, al menos se muestra tan profundo respeto a la ley, que no se le desmiente ni en la última extremidad.
El lector palpará el fundamento de lo que acabo de exponer, y se desentenderá en adelante de las frívolas objeciones que pudiera presentar el espíritu de sutileza y cavilación, asistiendo a la escena que voy a ofrecerle, en la cual encontrará retratada al vivo la naturaleza de las cosas, y explicada y demostrada a un mismo tiempo la importante verdad que deseo inculcarle.
Todo es aquí una pura miseria, señor duque, y basta que le vean a usted sus convecinos con un proyecto grandioso en la cabeza, proyecto que le haya costado largos días de cavilación y muchas noches de velo, para que le nieguen su ayuda, y hasta se le pongan en solfa, si a mano viene.
Dejémosle, pues, con sus versos libres, que brotan de improviso, y no por merced de estudiada cavilación retrospectiva.
Y una cavilación lo trabajaba, ocupaba su cabeza, emanaba del fondo de su ser una secreta y misteriosa influencia a la que le era imposible substraerse, un supersticioso temor, latente en él, al culto de lo prodigioso, de lo sobrehumano, irresistiblemente lo arrastraba con todo el ahínco del ciego fanatismo de su casta.
cavilación, si lo prefiere así, era la que le estaba matando, que a usted no le espantaba la muerte, sino el morirse, el cesar de vivir, el irse del mundo para siempre, porque hace mucha falta en él y no deja quien le reemplace en su labor de toda la vida.
Y en virtud de esta cavilación sacó del bolsillo avíos de escribir, redactó una carta, púsole el sobre, pególo con un poco de pan mascado, y echóse a reír de una manera diabólica.

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