Ejemplos con cavernosa

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

VOZ ENGOLADA: Es un tipo de afectación de la voz, generalmente empleada por locutores varones colocándola principalmente en una zona de la faringe o la laringofaringe, lo cual da como resultado una voz más grave, cavernosa, rígida y poco natural que llega a afectar los pliegues vocales.
Tras unos desastrosos resultados, se recurrió a un redoblaje por parte del actor Joaquín Hinojosa, quien dotó al personaje de su característica voz cavernosa.
En casi todas las situaciones, Abdelaziz acaba atacado de los nervios, lo que le lleva a espetar el popular improperio Me cago en la puta, que ha adquirido gran popularidad entre los jóvenes, debido al carisma que la potente y cavernosa voz de Bouteflika le sabe dotar.
Platón describió en su mito de la caverna una gruta cavernosa, en la cual permanecen desde el nacimiento unos hombres hechos prisioneros por cadenas que les sujetan el cuello y las piernas, de forma que únicamente pueden mirar hacia la pared del fondo de la caverna y no pueden escapar.
Es un ser de aspecto de horrible y demoníaco, de vestimenta oscura y voz cavernosa, que habita en las cuevas del Valle del Jerte.
Con la prodigiosa escobita, que hacía veces de hisopo, roció al Cura tres veces, diciendo con voz grave, cavernosa, que yo no había oído nunca en ella: En nombre de la Reina de los Cielos, de la Tierra y del Mar, te mando que huyas, enemigo de las almas, y dejes en paz a estas infelices criaturas pecadoras, que a Dios darán cuenta, a Dios y a la Virgen, no a ti, que eres malo.
Se ahogaba, su pecho agitábase con los estertores de una tos cavernosa.
Gabriel pudo adormecerse, y así estuvo más de una hora, inmóvil en el sofá, cortándose varias veces su desigual respiración con el estertor de la tos cavernosa, que no llegaba a desvanecer su sueño.
A contestar iba la Socobio, cuando de la alcoba cercana salió una voz terrible y cavernosa, que a todos les puso los pelos de punta.
Tan sólo se siente un ligero frescorcontestó a lo lejos una voz cavernosa.
Dando una rápida vuelta fue a desplomarse sobre el sofá, poniéndose la mano sobre los ojos y diciendo con voz cavernosa: ¡Qué horrible pesadilla!.
Al fin dejó de oírse la voz cavernosa del sacerdote, y en cambio se percibió un silbido rítmico, al que siguieron pronto mugidos como los del aire filtrándose por los huecos de un torreón en ruinas.
Amigole dijo Ido con voz cavernosa, mostrando su cara descompuesta, ¿ve usted cómo me tiembla el párpado derecho? Pues es señal de que me estoy poniendo malo pero no tiene usted idea de lo malo que me pongo.
Cruzó rápidamente el helado zaguán, la cavernosa cocina, y, atravesando los salones solitarios, se apresuró a refugiarse en la habitación de Nucha, donde acostumbraban servirle el chocolate por orden de la señorita.
Todo esto, dicho por la sibila en voz baja y cavernosa, lo escuchaba solamente la bella fregatriz Sabel, que con los brazos cruzados tras la espalda, el color arrebatado, se inclinaba sobre el oráculo, que más parecía provocarla a curiosidad que a regocijo.
Desdobló, pues, el luengo papel, tosió limpiando el gaznate, se atusó los largos bigotes, y con voz cavernosa y retumbante dio principio a la lectura de una sarta de endecasílabos cojos, mancos y lisiados, tan rematadamente malos como obra que eran del mismo personaje que los leía.
Luego oímos distintamente estas palabras que parecían salir de la cavernosa garganta de una leona:.
Pedro Regalado un hombre de gigantesca estatura, moreno, como de cuarenta y cinco años, algo cargado de espaldas, de cara larga, con fuertísima, espesa y mal afeitada barba obscura que le sombreaba los carrillos, de boca cavernosa, afeada por la más desagradable dentadura, grandes y negros ojos bajo pobladísimas cejas, y unas poderosas manos que pedían a toda prisa un azadón.
Cuando la hubo contemplado un buen rato, dijo con cavernosa voz:.
Me contaron tu hazaña -continuó el viejo con su habitual entonación cavernosa-, y cuando supe que el delincuente era hijo de mi hermana, la indignación y la vergüenza se apoderaron violentamente de mí.
-Entendí que esta señora al abrirme la puerta me mandaba pasar adelante, y eso he hecho -responde el hombre con voz cavernosa.
E fázese cavernosa, resçibiendo en aquellas cavernosidades la humidat estraña o del aire infecto, o de sí o de la mala complixión engendrado.
Permaneció unos instantes como luchando contra su deseo, vencióle al fin, y se desahogó exclamando con voz iracunda y cavernosa:.
¡Encenagado en ellas! -repetía don Juan con voz cavernosa, los pelos de punta y la faz desencajada- ¡Y, sin embargo, yo soy el díscolo, y el procaz, y el quisquilloso, y el descomedido!.
Sentose sobre una piedra jadeante y sudorosa, su rostro parecía cadavérico, un terrible desmayo enseñoreábase de todo su ser, un dolor lento, sordo, penetrante, aquel que con tanta frecuencia la atormentaba, empezó a llenarle de angustias, después sintió un ligero cosquilleo en la garganta, y ¡oh infame cosquilleo! Pronto una tos terca, dura, cavernosa, le hizo llevarse el pañuelo a los labios.
-¿Adónde se va por ahí, mi querido don Sancho? -le preguntó Brezales con voz cavernosa.
Y más lo parecieron cuando Brezales, después de carraspear un poco y de meter las dos manos y la gorra entre las rodillas, comenzó a declarar en voz cavernosa todo su secreto, con la cabeza gacha, mientras el otro la oía con la suya apoyada en una mano, el codo sobre el atril, el oído derecho muy alerta y los ojos casi cerrados.
El hombrazo se revolvió en su banco gruñendo un poco, y dijo al fin, con voz cavernosa y resonante:.
La ferocidad vendría a su hora, cuando hubiesen acosado a la res, desgarrado su piel, acribillado su carne, inflamado su sangre, excitado su desesperación, hinchando sus pulmones con la queja cavernosa del mugido, pero en aquel instante, sorprendido y deslumbrado, molestado sólo por el picotazo de la divisa, el toro no sentía más que extrañeza y la nostalgia con que el instinto le recordaba los frescores de la dehesa, los aromas de los pastos, el borboteo del agua del arroyo.
Dejó que la partida se aproximara, poniendo la cara lánguida y cuando al resplandor de la luna vinieron a verle, dijo con voz cavernosa:.

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