Ejemplos con catre

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Quienes lo conocieron relatan que este gringo de buen porte recompensaba con buen dinero a quien le diera ocasional asilo para comer o le prestara un catre en algún galpón.
Zisa Domnului catre ucenicii sai, porunca noua dau voua.
Había un catre y un retrete portátil y una celda contigua, ocupada sucesivamente por varios secuestrados que luego reconocieron el lugar, a las que se llegaba a través del placard del dormitorio de la pareja.
Como éste no se encontraba, se acostó en su catre de campaña a esperarlo.
El que diga que ese hombre es bandido -repuso Navarro incorporándose con firmeza en el catre-, es un puerco a quien le he de sacar los ojos a azotes-, y volvió a caer postrado por la debilidad que le ocasionara la pérdida de sangre.
Pasa ahora los días sentado en su catre de varas, con el sombrero puesto.
Dos velas podían lucir colocadas en botellas vacías, había mesa de tijera, como un catre, para comer, dos y hasta tres sillas del mismo sistema de abre y cierra.
Quisieron acomodarme aquí, en catre de tijera, pero yo, por estar solo, he preferido un camaranchón alto donde guardan las ristras de cebollas.
Como estaba rendido de la noche precedente y de las emociones del día, se acostó vestido sobre el catre que le dieron, y durmió unas cuantas horas profundamente.
Lo que sé es que ni ropa, ni casa, ni pagar un triste catre, que tú mismo has ni.
¿Crees que esta personilla se va a quedar sin corsé, y que estos pies van a salir a ganarlo, y que este cuerpo ha para tumbarse en un catre ? ¿Crees que voy a domesticar al pagándole en carne? Si no tenías dinero, podías haberte dando contra el mostrador, poniendo bizmas a la vieja, que un vencejo.
¿A quién pediría prestado, qué malbarató o empeñó? No se sabe, pero a la tarde siguiente llevó trece duros, mediante los cuales, Carola tuvo corsé y quedó restaurado el catre.
Tras una puerta vidriera entreabierta veíase la alcoba y en ella un catre de hierro cubierto por una colcha de cotonía.
Un catre de tijera sale al encuentro de fulano que es Ministro, y le dice irónicamente:.
No sería yo como el vil avaro, solterón, egoista, que pasa la vida contando su dinero, lleno de privaciones y de zozobras, para que el mejor día la portera de su casa se lo encuentre muerto en un miserable catre de tijera, y cargue con las onzas de oro que él ha colocado en simétricos cartuchos.
Con destino a Tirso se compró un catre, pero Pepe lo tomó para sí y cedió también para su hermano la cama, que era de hierro.
El pariente de estotra no trabajaba, porque se había caído de un andamio y hacía tres meses que estaba en el catre con un tolondrón en el pecho y muchos dolores, echando sangre por la boca.
Y, además, ¿para qué seguir ocultándolo? ¿para qué mentir o callar, cuando mis ojos me han vendido siempre, como mis lágrimas me vendieron esta tarde?—¡Mi corazon es tuyo, Manuel! Mi corazon es tuyo desde que, a la edad de ocho años, me acostaron en el lujoso catre en que tú habias dormido tanto tiempo y de que acababas de ser despojado.
¿Qué habia sido entretanto del pobre huérfano, del desheredado de diez años, del niño en cuyo lujoso catre soñaba con los prometidos juguetes la millonaria de ocho abriles?.
En una de éstas, inmediato a la calle del Aguacate, vivía Nemesia Pimienta con su hermano José Dolores, ocupando dos cuartos seguidos, cuyo mueblaje se reducía a un par de sillas, un columpio, una mesita de pino y un catre de viento, que se abría de noche y se cerraba de día, a fin de despejar el campo.
Tumbada y todo peleaba con nosotras, valiéndose de las uñas y de los pies, sin decir palabra, hasta que la negra esqueleto, hecha un mar de lágrimas, me dijo por señas que la amarrara con una sábana en el catre.
Cediole la cama, consistente de un catre de viento, sucio y desvencijado, sin más ropa ni manta con que cubrir las , y a la mañana siguiente muy temprano fue hasta la esquina de la calle de la Maloja y la del Campanario Viejo, donde vivía el cirujano romancista Zarza, le despertó, y, quiera que no, le condujo ante el enfermo, encargándole inviolable secreto.
Desenvainó el matón el buido cuchillo, que siempre llevaba consigo debajo de la camisa, escarbató el suelo natural del cuarto hacia un rincón, oculto por el catre, y sacó algo pesado, envuelto en un trapo.
Con efecto, los muebles principales que la llenaban casi, eran una cama o catre de armadura de caoba, cubierto con un mosquitero de rengue azul, un armario de aquella propia madera, un casaquero o percha de lo mismo, un sofá negro de cerda, unas cuantas sillas con asiento de paja, una mesa a modo de bufete, y una butaca campechana.
Figúrate cuál no se quedaría ella que la amaba tanto, al encontrarse con el catre vacío.
La viejecita, antes de acostarse, porque ya era tarde y se caía del sueño, cogió una vela y fue al catre de la nieta para ver si dormía.
En el lado opuesto había un catre, con colgaduras de seda, ya ajadas, y a la cabecera una silla de cuero, que en el momento que entró allí Josefa, la había desocupado una anciana negra, escuálida, imagen de la muerte, cuya cabeza blanca contrastaba con el ébano de su cuello largo y huesoso.
conciliar el sueño por una hora y a amontonar sobre el catre.
oro del amplio catre y las blancuras de espuma y de nieve de donde.
Zurita aquella noche no podía parar atención en lo que leía, y dejaba el libro a cada pocos minutos, y se incorporaba en su catre para ver al filósofo dormir.

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