Ejemplos con cariátide

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Flanqueando la ventana principal de la esquina se hallan las representaciones de Hermes y una Cariátide.
Diría que me pareció cariátide, pero su temprana juventud no acusaba la necesaria robustez para sostener arquitrabes con su linda cabeza.
En el valle donde se asienta la parroquia de que el ama procedíavalle situado en los últimos confines de Galicia, lindando con Portugallas mujeres se distinguen por sus condiciones físicas y modo de vivir: son una especie de amazonas, resto de las guerreras galaicas de que hablan los geógrafos latinos, que si hoy no pueden hacer la guerra sino a sus maridos, destripan terrones con la misma furia que antes combatían, andan medio en cueros, luciendo sus fornidas y recias carnazas, aran, cavan, siegan, cargan carros de rama y esquilmo, soportan en sus hombros de cariátide enormes pesos y viven, ya que no sin obra, por lo menos sin auxilio de varón, pues los del valle suelen emigrar a Lisboa en busca de colocaciones desde los catorce años, volviendo sólo al país un par de meses, para casarse y propagar la raza, y huyendo apenas cumplido su oficio de machos de colmena.
Apoyábase en el báculo, pendía el amplio sombrero sobre su espalda de cariátide, y tenía fijos en el altar mayor unos grandes y relucientes ojos que parecían dos soles negros.
Sépase, empero, que el tipo , el arquetipo, el dechado, no es alto y recio como el de la hermosa cariátide vascongada, por ejemplo, ni fresco y amplio como el de las mujeres de Rubens, ni pequeño y pardo como el de las hijas del interior de España: sépase también que las bellas están en Granada en mayoría, y sépase, en fin, que casi todas tienen poco hueso, pie diminuto, provocativo talle, la color algo quebrada, rasgados ojos obscuros y sus indispensables interesantísimas ojeras.
Ya habíale tocado el turno a Dolores, y ya había ésta colocado su cántaro bajo el chorro cristalino que arrojaba por entre sus labios de piedra una maltratada cariátide, cuando.
Tenía el aspecto de una cariátide en vacaciones.
Diría que me pareció cariátide, pero su temprana juventud no acusaba la necesaria robustez para sostener arquitrabes con su linda cabeza.
La Comendadora era alta, recia, esbelta y armónica, como aquella nobilísima cariátide que se admira a la entrada de las galerías de escultura del Vaticano.

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