Ejemplos con candilejas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Está fuertemente iluminada por las candilejas, en un intenso claroscuro.
Cuando Apolonio progresaba hacia las candilejas, doblando a tiempo la espina, pero sin perder, no obstante, su maravillosa prestancia y pontificia dignidad, una voz emitió clamorosa solicitud: ¡Que nos enseñe el negro de la uña! Truculentos aplausos.
Avanzó acto continuo hasta las candilejas, don Rufo, el médico de la villa, hombre flaco, con barba de cazo, y gafas de oro.
A la luz crepuscular, los esquinazos góticos y mudéjares parecían bastidores de teatro, dispuestos ya, con las candilejas a media luz, para empezar el drama.
No seguí prestándole atención, porque necesitaba enterarme a prisa del orden de la fiesta, para ver cuál era mi puesto y en qué momento me tocaba ¡ay, Dios mío!, salir a las candilejas.
Y después de dar al aire un suspiro, acercó la silla a las candilejas y comenzó su relato en un mal español y con voz ronca y gesto displicente.
Las candilejas de pestífero aceite estaban a media luz, el público llegaba poco a poco, y en pie todos, en semicírculo, se colocaban cerca del escenario con religioso silencio.
Antes me alumbraban las candilejas de la escena.
A su manera, venía a pensar esto: «El teatro verdadero, el teatro por dentro, era el del ensayo, a Reyes no le gustaba la ficción en nada, ni en el arte, decía él que los tenores y tiples no debían cantar delante de las candilejas, entre árboles de lienzo y vestidos de percal ante un público distraído y en una sala estrecha donde el aire era veneno, los tenores y tiples debían andar, como los ruiseñores o las sirenas, esparcidos por los bosques repuestos y escondidos, o por las islas misteriosas, y soltar al aire sus trinos y gorjeos en la clara noche de luna, al compás de las melancólicas olas que batían en la playa, y de las ramas de la selva que mecía la brisa.
A pesar de todo, es necesario, constituye el público de esta comedia humana en que los hombres superiores avanzan hasta las candilejas, buscando su aplauso y su sanción.
Y me vi delante del dragón, como quien va a ser tragado, pues las candilejas eran como dentadura de fuego, las filas de butacas, surcos de una lengua replegada, y el cóncavo espacio rojo, cálido y halitoso de la sala, la capacidad de una horrenda boca.
¡Una corona, cielos vengadores! Fue tan mal arrojada que cayó sobre las candilejas.
El salón de más lujo ostentaba entonces larguísimos canapés forrados en vaqueta, sillones de cuero de Córdoba adornados con tachuelas de metal y, pendiente del techo, un farol de cinco luces con los vidrios empañados y las candilejas cubiertas de sebo.
Cavilando yo sobre esto, después que, terminadas las fiestas, se quedó la ciudad como escenario de teatro cuando se retiran los actores y se apagan las candilejas, cavilando sobre esto, repito, de vuelta a mi lugar, caballero en el paterno rocín que hallé esperándome al apearme de la diligencia en la villa de los Calderetas, según lo convenido antes de salir de casa.
También se abusa del color azul: además de ser un color peligroso para lucir ante las candilejas, es un color verdaderamente difícil de encontrar en Inglaterra, en perfecto estado.

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