Ejemplos con campurriano

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En éstas y otras, como ya anochecía y andábamos casi a tientas entre los papelotes del despacho, volvimos al salón, precisamente al mismo tiempo que entraba en él el señor de la casa, con un quinqué encendido en la mano. Nos pidió perdón por la tardanza después de darnos las buenas noches, y continuó andando hacia su despacho en cuya mesa puso el quinqué. Retrocedimos tras él nosotros... y ¡nueva sorpresa para mí! El rústico descargador de yerba había sustituido los burdos ropajes del oficio con una levita cerrada y todos los accesorios correspondientes a esa prenda de sempiterna distinción, incluso el aliño, muy esmerado, de la barba y del cabello. Más que un señor de aldea con resabios de labriego, me pareció entonces aquel singular campurriano un personaje de corte, un ministro, o cosa así, que se disponía a dar audiencia. Tan bien le sentaba la levita, y tan aseñorados eran sus modales.
¿Para qué? En estas dudas vi a don Román Pérez de la Llosía salir como una flecha, de entre los más rezagados del grupo que bajaba, hacia el hombre que subía, y que éste, al notar que se le acercaba el de Coteruco, desprendió su diestra de la del campurriano, y se quitó con ella marcialmente el chambergo, descubriendo así la frente espaciosa y blanca, sobre la cual parecía reflejarse el rayo de luz que lanzaron entonces sus ojos.
Aquí se calló don Román como un muerto, y me dijo el insigne campurriano, después de aplaudirme los buenos propósitos declarados por mí de poner todos los medios para lograr tan grandes fines, que si me decidía, en mis procedimientos, a servir a mis protegidos el vino viejo en odres nuevos, cosa que él no desaprobaría, lo hiciera con sumo tacto, «porque -concluyó-, hermosa es la luz, pero no hay que abrir de repente todas las ventanas a los que han vivido a oscuras por achaques de la vista, pues hay que temer las locuras que entran por los ojos deslumbrados».
Porque resultó que don Recaredo aprovechaba la ida a Tablanca para despachar un negocio, pendiente de ese paso año y medio hacía, en un pueblecillo del Nansa, aguas abajo, y el insigne campurriano tenía también sus quehaceres de urgencia en la capital, por lo que se le llevaron consigo don Román y su yerno.
Este buen señor, a quien estimaban mucho sus discípulos por la sencillez bondadosa de su carácter, hallábase a la sazón viajando, creo que por motivos de salud, y estaba encomendada su cátedra, interinamente, al propietario de la de medianos y mayores, con el ítem más de la de Retórica, y Poética, el campurriano archifamoso, perínclito e inolvidable don Bernabé Sáinz, ejemplo vivo de dómines sin entrañas, espanto y consternación de los incipientes humanistas santanderinos de entonces, y de muchos años antes y de algunos después.

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