Ejemplos con campanudo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Es de advertir que éste era la persona más notable del pueblo, no solamente por su condición de comerciante, de hombre de pluma y de campanudo consejo, sino por estar agarrado a buenas aldabas, o séase por privar con gente de mucha.
Vestía con aseada modestia, su cuello era carnoso, sus manos bonitas, su voz timbrada con el acento profesional, un tanto campanudo.
Primer punto: El hombre, señor, caballero o lo que fuese, que por la gestión y altos manejos de doña Manuela resolvería la crisis, entrando en el poder en sustitución de Leal, era don Enrique Oliván, joven campanudo, calvo y pegajoso, de la aristocracia burocrática, que acompañó a Teresa en el tren desde Madrid a Almansa.
Era don Silvestre un clérigo carilleno, bien cebado, grasiento, avaro, de carácter jovial, algo tonto, mal teólogo y predicador tan campanudo como hueco.
Llegóse en esto la sazon y punto en que bajó el señor Monipodio, tan esperado como bien visto de toda aquella virtuosa compañía: parecia de edad de cuarenta y cinco a cuarenta y seis años, alto de cuerpo, moreno de rostro, cejijunto, barbinegro y muy espeso, los ojos hundidos: venia en camisa, y por la abertura de delante descubria un bosque, tanto era el vello que tenia en el pecho: traia cubierta una capa de bayeta casi hasta los piés, en los cuales traia unos zapatos enchancletados, cubríanle las piernas unos zaragüelles de lienzo anchos y largos hasta los tobillos, el sombrero era de los de la ampa, campanudo de copa y tendido de falda, atravesábale un tahalí por espalda y pechos, a do colgaba una espada ancha y corta, a modo de las del perrillo, las manos eran cortas y pelosas, los dedos gordos, y las uñas hembras y remachadas, las piernas no se le parecian, pero los piés eran descomunales de anchos y juanetudos.
Traía cubierta una capa de bayeta casi hasta los pies, en los cuales traía unos zapatos enchancletados, cubríanle las piernas unos zaragüelles de lienzo, anchos y largos hasta los tobillos, el sombrero era de los de la hampa, campanudo de copa y tendido de falda, atravesábale un tahalí por espalda y pechos a do colgaba una espada ancha y corta, a modo de las del perrillo, las manos eran cortas, pelosas, y los dedos gordos, y las uñas hembras y remachadas, las piernas no se le parecían, pero los pies eran descomunales de anchos y juanetudos.
hombre y gran nombre prometen gran persona, que hace mucho ruido lo campanudo y.
Don Simón Antonio paseó una mirada llena de majestad en torno de los circunstantes y luego, con tono grave y campanudo, empezó a hablar.
¡Cosa extraña! En aquellos tiempos no se conocía el pomposo y campanudo españolismo que hoy día llena las sábanas no santas de los papeles públicos, y que resuena por todos los discursos como esos truenos huecos y prolongados que se deslizan por entre oscuras y pesadas nubes.
Aquí se detuvo de repente, y cambiando su tono campanudo por el llano y de todos los días, advirtió a su padre:.
A estas desaforadas aspiraciones de Espinosa, a quien la gente le había colgado ya un «don» tan campanudo y sonante como el grueso dije de su reloj, opuso su buena esposa una mansedumbre casi evangélica que la hizo mártir, desgraciada y persona inútil en menos de cinco años.
-Pues qué, ¿piensa usted -me replicó el cáustico extremeño- que no es serio lo que le digo porque no lo hago en el tono campanudo y pomposo de su amigo Valenzuela, prototipo y cuño de los hombres serios de día? Este error en que usted vive es otro resabio aldeano de que debe usted corregirse, si no está resuelto a volverse a su pueblo a esperar sosegadamente a que, andando los años, le den la administración de las fincas del Infantado y la secretaría del ayuntamiento.
Peralta, escribiendo en prosa o en verso, abusaba de las imágenes mitológicas, hacía gala de erudición, y su estilo era pretencioso y campanudo.
Ambos libros son un hacinamiento de conceptos extravagantes y de lisonjas cortesanas en estilo gongorino y campanudo.
Vestía con aseada modestia, su cuello era carnoso, sus manos bonitas, su voz timbrada con el acento profesional, un tanto campanudo.
Primer punto: El hombre, señor, caballero o lo que fuese, que por la gestión y altos manejos de doña Manuela resolvería la crisis, entrando en el poder en sustitución de Leal, era don Enrique Oliván, joven campanudo, calvo y pegajoso, de la aristocracia burocrática, que acompañó a Teresa en el tren desde Madrid a Almansa.
No tuvo tiempo para más, de un salto el hampón cayó sobre el Zurdo, lo sujetó por las solapas de la americana, lo agarró con la mano libre por la pretina del campanudo pantalón, y alzándolo en el aire lo dejó caer con golpe sordo contra el piso.
Entendió la mímica Tinito el sabio, y metiendo nuevamente los ojos por el papel, volvió a su interrumpida lectura y al registro campanudo de su voz:.
Aunque sea el hombre de más importancia, si no es campanudo,.
Los reaccionarios, maestros en el arte de arrimar el ascua a la sardina propia, ya quieren sacar partido del cadáver de miss Cary, y Le Gaulois, solemne y campanudo, advierte en largo artículo dedicado al asesinato:.
-De la asociación -le repitió el marqués en tono campanudo, atreviéndose a hinchar los carrillos como si tratara de comerse una carcajada.
Te seguro -añadió en tono aún más campanudo-, que esto del perro me ha llegado al alma, y que me pesa en ella mucho más que las palabras del señor cura.
Es de advertir que éste era la persona más notable del pueblo, no solamente por su condición de comerciante, de hombre de pluma y de campanudo consejo, sino por estar agarrado a buenas aldabas, o séase por privar con gente de mucha soflama.
Comíale el prurito de la solemnidad y de las grandes frases, y más de una vez le arrastraron sus obsesiones parlamentarias al extremo de replicar a su mujer en un diálogo prosaico sobre temas de cocina, con un «¡Su señoría se equivoca!» que, por lo campanudo y resonante, hubieran envidiado los más famosos adalides del Congreso.
El tío Zamarrita continuó con acento campanudo y bronco:.
El estilo de estos artículos ha de ser campanudo y solemne, siempre se ha de hablar en nombre de «los sagrados intereses que representarnos», no se ha de detener «nuestra pluma ante ningún género de consideraciones bastardas, porque en ''el estado de la Prensa'' y dentro de la noble misión ''que nos hemos impuesto'' no caben mezquinas pasiones, ni se cede al favoritismo jerárquico, ni se admiten banderías, ni se toleran desafueros.
Elegido el artículo, se toma la tijera, se recorta escrupulosamente, se llama a un cajista, se le pone la tira en la mano y se le dice en tono muy hueco y campanudo: «Fondo».

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba