Ejemplos con cajas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Y mi papá recibe todos los años, de renta, más de doce sacos de harina, quince arrobas de manteca y dos cajas de azúcar de la Habana.
Penetrando por aquella puerta, se veía la razón del letrero en un mostrador sobrecargado de cacharros menudos, en una gran aceitera con canilla, y algunas botellas blancas, llenas de aguardiente de otras tantas denominaciones, en una estantería espaciosa, ocupada con paquetes de cigarros y de cajas de cerillas, libritos de fumar, grandes pedazos de bacalao, tortas de pan, madejas de hilo, garbanzos y otros artículos, tan varios en su naturaleza como reducidos en cantidad, en algunas mesas simétricamente colocadas fuera del mostrador, en tal cual barrica o hinchado pellejo que se vislumbraban entre la obscuridad del fondo, y en otros mil detalles propios de semejantes establecimientos, los cuales conoce el discreto lector tan bien como yo.
Aquel gran espasmódico que Belarmino iba a tener, caso que Escobar viniese de visita, ¿en qué consistiría? ¿Le recibiría bien, o le despediría con cajas destempladas? Volvió a probar.
Había en las aceras montones de paja, rimeros de recortes de papel de embalaje, cajones y cajas con grandes rótulos que decían: muy frágil.
, frente al gran mostrador, donde se alineaba respetable fila de maletas, cajas y cajones de toda especie que iban trayendo a hombros los mozos de la estación, agobiados, hinchadas las venas del cuello.
No contenta con lo cual, y viendo que Lucía, semianegada en olas de lino, hacía signos negativos con cabeza y manos, tocó otro resorte y trajo enormes cajas de cartón, que, destapadas, mostraron encerrar gorritas microscópicas, pañales de franela festoneados menudamente, capas de merino y de piqué, faldones inverosímilmente largos, y otras menudencias que arrebataron a Lucía la sangre al rostro.
Dilatadas praderías, donde pacían vacas y borregos, estaban limitadas al término del horizonte por una línea de chopos verde pálido, muy rectos y agudos, a la manera de los árboles contrahechos de las cajas de juguetes, los mimbrales, en cambio, eran rechonchos y panzones, como bolas de verdor sombrío rodantes por la pradera.
La gitanería femenina le adoraba como un ídolo, pensando en sus conquistas de señoritas, y éstas mirábanle como un ser extraordinario, como un Don Juan irresistible, recordando ciertas historias de cantadoras flamencas que, por sus desdenes, se habían tragado cajas de fósforos, y de hermosas carniceras que abandonaban al marido para seguir a un mozo tan adorable.
Vendió su huerto de Alcira, y los ocho mil duros que le dieron engrosaron el raudal de oro que, a impulsos de la más ciega confianza, iba a caer en las cajas del filántropo banquero.
Y mientras llevaban a cabo este retoque criminal, eran las exploraciones sin término, las rebuscas furiosas sobre el mármol del tocador, al través del bosque de frascos y cajas, persiguiendo objetos que aturdidamente tocaban sin reconocerlos.
La anaquelería, de madera vieja, atestada de cajas, sobre el mostrador telas y más telas extendidas sin compasión hasta barrer el suelo, dependientes con el pelo aceitoso y las brillantes tijeras asomando por la abertura del bolsillo, y mujeres discutiendo con ellos, como si estuvieran en el centro del Mercado, abrumándolos con irritantes exigencias.
Mientras mi tía hablaba, Angelina puso en orden las cosas de las mesas, cerró cajas y cajitas, las alineó en un extremo, recogió los alambrillos dispersos y tapó el cacito del engrudo para que los ratones no hicieran de las suyas en él.
¡Qué gusto! ¡Todos los muchachos de aquí salen con cajas destempladas! ¡Mejor! ¡Mejor! ¡Quién les manda enamorar marquesitas! Y bien visto, ¿quiénes son los enamorados? Eduardito ¡sólo Eduardito! El muy tonto, como tiene dinero, como su padre es rico, está seguro de que le hará caso.
Los sellos de correo se venden, las cajas de cerillas también ¿Con qué creen ustedes que he comprado yo el gran lavabo que tenemos en el asilo? Pues juntando cabos de vela y vendiéndolos al peso.
¿Ustedes gustan? Pues decía que en las cajas que están ahora en la Aduana de Irún, vienen unos trajecitos de niño, de punto, que han de hacer sensación.
Ya están llegando cajas de novedades, cosas, ¡ay!, , tan bonitas, que en Madrid no se ha visto nada igual.
Samaniego estaba en París haciendo compras, y en la fecha a que esto se refiere, ya empezaban a venir algunas cajas.
De todas suertes, ya la sermonearé bien para que le reciba a cajas destempladas, si él intentara ¿Creerás una cosa? ¿Que esa mujer no me parece enteramente mala?.
Y eran tan tunantes, que después que iban a casa llorándome tocante a la prórroga, me los encontraba en el café atizándose bisteques y vengan copas de ron y marrasquino Lo mismo que aquel tendero de la calle Mayor, aquel Rubio que tenía peletería, ¿se acuerda usted? Un día, finalmente, me trajo su reloj, los pendientes de su mujer, y doce cajas de pieles y manguitos, y aquella misma tarde, aquella mismísima tarde, señora, me le veo en la Puerta del Sol, encaramándose en un coche para ir a los Toros Si son así quieren el dinero, como quien dice, para el materialismo de tirarlo.
Durante un par de años estuvo rodando por los ferrocarriles con sus cajas de muestras.
También yo lo deseo tanto como vosotras, pero esto, hija de mi alma, no se puede ir a buscar a las tiendas, ni lo debe traer Estupiñá debajo de la capa, como las cajas de cigarros.
Por eso vio Jacinta de puertas afuera pirámides de barriles de aceitunas que llegaban hasta el primer piso, altares hechos con cajas de mazapán, trofeos de pasas y arcos triunfales festoneados con escobones de dátiles.
Si me le traes le echo a cajas destempladas.
Barbarita examinaba las cajas y sus marcas, las regateaba, olía el tabaco, escogía lo que le parecía mejor y pagaba muy bien.
Estupiñá se encargaba de traer estos peligrosos artículos de la casa de un truchimán que los vendía de , y cuando atravesaba las calles de Madrid con las cajas debajo de su capa verde, el corazón le palpitaba de gozo, considerando la trastada que le jugaba a la Hacienda pública y recordando sus hermosos tiempos juveniles.
Aún había alguna torrecilla de marfil, y buena porción de mantones ricos de alto precio en cajas primorosas.
En el sótano estaban, muertos de risa, varios fardos de cajas que aún no habían sido abiertos.
Eran al modo de torres de muchos pisos, o barquitos con las velas desplegadas y muchos remos por una y otra banda, también estuchitos, cajas para guantes y joyas, botones y juegos lindísimos de ajedrez.
Quedábase pasmada cuando veía los dedos de su mamá sacándolos de las perfumadas cajas y abriéndolos como saben abrirlos los que comercian en este artículo, es decir, con un desgaire rápido que no los estropea y que hace ver al público la ligereza de la prenda y el blando rasgueo de las varillas.
No faltaron los indispensables requisitos: finezas mutuas, regalos de amigos y parientes, cajas de dulces muy emperifolladas para repartir, buen ajuar de ropa blanca, las venidas de Madrid en un cajón monstruo.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba