Ejemplos con célibes

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Durante la Edad Media, la mayoría de los clérigos cristianos no eran del todo célibes, pero las órdenes más elevadas de algunos credos heréticos sí, lo que generaba el rumor de su atracción hacia miembros de su mismo sexo.
En dos épocas de la vida sienten los hombres, con respecto al matrimonio, eso que los célibes recalcitrantes llaman malas tentaciones: la primera, cuando la imaginación, salida apenas del horizonte de la pubertad, lo ve todo de color de rosa.
Ha quedado memoria de un hecho loable suyo siendo censor, que fue excitar con palabras, y amenazar con penas, a los célibes, para que se casasen con las viudas, que por las guerras eran en gran número.
Tachó Licurgo además a los célibes con cierta infamia: porque eran desechados del espectáculo de las doncellas en sus pompas, y en el invierno les hacían los presidentes dar desnudos una vuelta por la plaza, y los que por allí pasaban les cantaban cierto cantar, en el que se decía que les estaba bien empleado por no obedecer a las leyes.
Los edificios se lavan y se asean, el agua limpia las calles, los viandantes andan de prisa vestidos de fantasía, los carruajes se ponen en movimiento y van dando cabezadas a un lado y otro como quien opina de diferente modo, los carros de los vendedores atraviesan despavoridos las bocacalles provistos de su perro malhumorado, cuya misión es gruñir sin motivo a los que no piensan robar, los caballos trotan haciendo saltar chispas de diamante, las mujeres levantan coquetamente sus vestidos, y los célibes se paran en las esquinas esperando algo que no llega, hasta ver pasar a cuantas se avista en todas direcciones.
Gedeón oía al médico echar pestes contra los egoístas y contra los célibes, y hasta aplaudía sus chistes y sus razones, como el usurero o la adúltera, asistiendo a la representación de un drama en que se condena la usura o el adulterio, aplauden con frenesí un período retumbante en que se pulveriza a los del oficio, y hasta lloran enternecidos con la víctima esquilmada, o con el marido ultrajado.
Y si le frecuentara más para hacerle placentero, acabaría por salir de él marido de la mujer más pobre y fea, y no convertido, sino domado como una bestia, en el cual caso sería una variedad vulgarísima entre los célibes remolones, y no un perfecto modelo de la especie solterona impenitente, como el lector y yo hemos convenido en que sea Gedeón.

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