Ejemplos con cántaros

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Pascual era un vendedor de pipos, cántaros, botijas, lebrillos y otras manufacturas de barro cocido, que recorría la comarca con sus burros, provistos de angarillas y cargados de mercancía.
Completa el conjunto una silla frailera y una tinajera que en el pasado sostenía cántaros con agua fresca para beber.
Un qanat es un dispositivo que contiene agua y se forma mediante un entramado dentro del conducto sobre el cual se colocan paños humedecidos o cántaros con agua en la trayectoria del aire captado.
Las órdenes llovían a cántaros y así el dinero.
Además de la elaboración de canastas, ayates, cántaros, cazuelas, tejidos y flautas de carrizo.
En otros tiempos, el postre era conservado en pequeñas vasijas de barro e incluso en cántaros.
Al entrar el deseo en su corazón, éste dejó de ser puro, por lo que el agua se licuó, y desde ese día ya nunca más se pudo extraer, salvo utilizando cántaros de arcilla.
Por eso los parias, que le rinden un culto especial, bailan ante su imagen sosteniendo cántaros de agua sobre la cabeza, adornados con follaje.
Su lujosa morada alburquerqueña era la del típico indiano, la vajilla y cubertería eran de oro y plata, y hasta los cántaros para ir a la fuente eran de plata.
De su parte superior manan varios caños, mientras en la inferior se disponen dos bases planas para sustentar los cántaros.
Sus primeras creaciones fueron cantarillas, cántaros, platos y objetos de formas sencillas.
Durante los períodos mas secos, al acabarse el agua almacenada en los recipientes, los vecinos iban a buscarla a localidad vecina de Fresno , a casi una hora de camino, con cántaros llevados en machos.
En particular, Hiroto Murasawa, profesora de belleza y cultura en la Universidad Femenina Shoin de Osaka, declara que la ternura es una mentalidad que enseña a no valerse por sí mismo a las personas que eligen destacarse cayendo a cántaros.
Los productos cerámicos que aún siguen produciendo algunos grupos indígenas son botijos, jarras, macetas, algunas con formas zoomorfas, y cántaros.
Algunos, montados en dos enormes ruedas, iban tirados por un asnillo de impacientes orejas, y guiados por mujeres de rostro duro y curtido, que llevaban el clásico sombrero borbonés, especie de esportilla de paja con dos cintas de terciopelo negro cruzadas por la copa: eran carros de lechera: en la zaga, una fila de cántaros de hojalata encerraba la mercancía.
La cabida de estos buques se marcaba por salmas, botas y cántaros, que equivalían a las modernas toneladas.
En la fiesta del Corpus y en la de la Virgen del Sagrario, a mediados de agosto, la gente acudía con cántaros al jardín y el señor Esteban permitía que los llenasen en las dos cisternas.
Más de treinta muchachas agolpábanse con sus cántaros, deseosas todas ellas de ser las primeras en llenar, pero sin prisa de irse.
¡Hablar de arrendamientos y de pagas en aquel sitio, cuando entre actores y espectadores se había consumido el aguardiente a cántaros!.
Ya se habían bebido dos cántaros, y como si nada.
En su interior notábase inmediatamente el revoloteo de las planchadas cortinas cubriendo las puertas de los , los vasares con pilas de platos y con fuentes cóncavas apoyadas en la pared, exhibiendo pajarracos fantásticos y flores como tomates pintadas en su fondo, y sobre la cantarera, semejante a un altar de azulejos, mostrábanse, como divinidades contra la sed, los panzudos y charolados cántaros, y los jarros de loza y de cristal verdoso pendientes en fila de los clavos.
Salieron todas corriendo en diversas direcciones, con los cántaros en la cabeza, y al poco rato no se veía en las cercanías de la fuente de la Reina mas que a la pobre Roseta, con el pelo suelto, las faldas desgarradas, la cara sucia de polvo y sangre, caminando llorosa hacia su casa.
Las que ya habían llenado sus cántaros sentábanse en los bordes de la balsa, con las piernas colgando sobre el agua, encogiéndolas luego con escandalizados chillidos cada vez que algún muchacho bajaba a beber y miraba a lo alto.
Una fila de pucheros desportillados pintados de azul servían de macetas sobre el banco de rojos ladrillos, y por la puerta entreabiertaah, fanfarrónveíase la cantarera nueva, con sus chapas de blancos azulejos y sus cántaros verdes de charolada panza: un conjunto de reflejos insolentes que quitaban la vista al que pasaba por el inmediato camino.
En ocasiones llueve a cántaros, como llueve por allá, y vienen por él, para ir a una confesión.
Mientras residió en Santa Rosa venía cada ocho días, sin faltar nunca, así lloviera a cántaros.
El suelo intransitable ponía obstáculos sin fin, pilas de cántaros y vasijas, ante los pies del gentío presuroso, y la vibración de los adoquines al paso de los carros parecía hacer bailar a personas y cacharros.
Elías, que lo supo, anunció que pagaria los jornales con algun aumento, en atencion a la carestía del pan, por cuyo sencillo medio halló de sobra quien le sirviera, y pudo trasladarse muy pronto a su nueva casa, con su mujer y con su hija, aprovechando al efecto cierta noche que llovia a cántaros y en que no andaba por la ciudad persona humana.
En tanto que esto sucedió en la posada, andaba el asturiano comprando el asno donde los vendian: y aunque halló muchos, ninguno le satisfizo, puesto que un jitano anduvo muy solícito por encajalle uno que mas caminaba por el azogue que le habia echado en los oidos, que por lijereza suya, pero lo que contentaba con el paso, desagradaba con el cuerpo, que era muy pequeño, y no del grandor y talle que Lope queria, que le buscaba suficiente para llevarle a él por añadidura, ora fuesen vacíos o llenos los cántaros.
Y en tanto caminaba nuestro buen Lope asturiano la vuelta del rio por la cuesta del Cármen, puestos los pensamientos en sus almadrabas y en la súbita mutacion de su estado: o ya fuese por esto o porque la suerte así lo ordenase, en un paso estrecho, al bajar de la cuesta encontró con un asno de un aguador que subia cargado, y como él descendia y su asno era gallardo, bien dispuesto y poco trabajado, tal encuentro dió al cansado y flaco que subia, que dió con él en el suelo, y por haberse quebrado los cántaros se derramó tambien el agua, por cuya desgracia el aguador antiguo despechado y lleno de cólera arremetió al aguador moderno, que aun se estaba caballero, y ántes que se desenvolviese y apease, le habia pegado y atentado una docena de palos tales, que no le supieron bien al asturiano.

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