Ejemplos con buscándose

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El Aya profetiza sobre las torturas que la esperan detrás de las puertas, la mujer y Barak se encuentran por separado con ella, buscándose mutuamente, ella para morir a manos de su esposo, él para perdonarla y protegerla, el Aya los dirige en direcciones opuestas.
Los nuevos trabajos tratan de adaptar el templo a las directrices del Vaticano II, buscándose en los elementos el simbolismo cristiano.
La espiritualidad del sufismo hace énfasis a la vez en la acción, la contemplación y la oración, buscándose:.
Destaca la proyección de Cerdá en Barcelona buscándose la distribución racional, amplios espacios abiertos y presencia de parques urbanos.
Un paradigma de la práctica clínica consciente es el de tratar al paciente y no a la enfermedad , pero en el ensayo clínico el paciente se convierte hasta cierto punto en una abstracción, buscándose entonces el tratamiento de la enfermedad y no del paciente.
Abandonó esta universidad un año más tarde, buscándose la vida en Canadá y los Estados Unidos.
¡Lo que una mujer es capaz de descubrir! Sí, algo tenía del otro la frente pesada, los cabellos lacios, la nariz picuda y la barba saliente, que, andando los años, se inclinarían buscándose, para darle cierto perfil de bruja ¡Excelente y glorioso Ricardo! ¡Por dónde había venido a proporcionarle una de las mayores felicidades de su vida! ¡Qué hembra tan original aquélla!.
Pasaban el tiempo discutiendo acaloradamente, cambiando insultos y buscándose a continuación, como si no pudieran vivir el uno sin el otro.
El alcalde y el sacerdote cambiaron de lugar en la fila, buscándose.
A este poema infantil siguió el de arrojarse con salvaje brío a la independencia, buscándose la vida por mar y por tierra, primero navegando con Lagier, después conspirando y batiéndose por Prim.
Recordaba a Aresti, en pocas palabras, la historia del muerto, un andaluz, de carácter triste y pocas palabras que había rodado por el mundo buscándose la vida en América en cien oficios, y trabajando en todas las minas de España.
Mi hermano Vicente casó con una rica labradora de Brihuega, viuda, y está hecho un bienaventurado patán, con cinco hijos y labranza de doce pares de mulas, Gregorio, que estudió en Madrid la carrera de abogado, también anda por allá, buscándose un acomodo en las Sociedades mineras o de seguros, y Ramón, que es el más joven, no se ha separado de mis padres, y disfruta un sueldecito en la Subalterna.
Consagrado a la práctica de este conocimiento reflexivo, buscándose a sí mismo en sus veneros hondos, el pensamiento varonil no teme, aunque ese constante esfuerzo de sinceridad y de verdad perpetúe en su seno las desazones de la agitación y de la lucha, porque desdeña la voluptuosidad de la quietud, con tal de eliminar de sí lo exánime y caduco y vivir sólo, a ejemplo del trabajador, de lo que gana cada jornada con sus fuerzas.
En las extensas piezas, junto a las ventanas abarrotadas, por donde entraba el fresco matinal renovando el ambiente cargado por el vaho del amontonamiento de la carne, formábanse los grupos, las tertulias de la desgracia, buscándose los hombres por la identidad de sus hechos: los delincuentes por sangre eran los más, inspirando confianza y simpatía con sus rostros enérgicos, sus ademanes resueltos y su expresión de pundonor salvaje, los ladrones, recelosos, solapados, con sonrisa hipócrita, entre unos y otros, cabezas con todos los signos de la locura o la imbecilidad, criminales instintivos, de mirada verdosa y vaga, frente deprimida y labios delgados fruncidos por cierta expresión de desdén, testas de labriego extremadamente rapadas, con las enormes orejas despegadas del cráneo, peinados aceitosos con los bucles hasta las cejas, enormes mandíbulas, de esas que sólo se encuentran en las especies feroces inferiores al hombre, blusas rotas y zurcidas, pantalones deshilachados y muchos pies gastando la dura piel sobre los rojos ladrillos.
Juntándose en las sombras, huyéndose y buscándose,.
A tientas, envueltos en tinieblas, buscándose para abrazarse, los dos hombres del pueblo repetían:.
Cuando se vieron en la calle, sin hogar, oficio ni beneficio, desaparecieron de aquí, y se supo que andaban por Andalucía buscándose el modo de vivir como el diablo les daba a entender.
Sus ardientes miradas se tropezaban, volviendo a separarse y buscándose de nuevo.
A la orilla del mar se piensa siempre, el continuo ir y venir de olas, la perenne visión del horizonte, los barcos que cruzan el mar a lo lejos sin que nadie sepa su origen o rumbo, las neblinas matinales durante las cuales los buques perdidos pitean clamorosamente, como buscándose unos a otros en la bruma, cual ánimas desconsoladas en un mundo de sombras, las paracas, aquellos vientos que arrojan a la orilla a los frágiles botes y levantan columnas de polvo monstruosas y livianas, el ruido cotidiano del mar, de tan extraños tonos, cambiantes como las horas, y a veces, en la apacible serenidad marina, el surgir de rugidores animales extraños, tritones pujantes, hinchados, de pequeños ojos y viscosa color, cuyos cuerpos chasquean las aguas al cubrirlos desordenadamente.
Siempre buscándose el bien vivir, y nunca dando con él.
Así me represento yo a Agustín y Aníbal Carracci, sobre el fondo, mitad primitivo, mitad refinado, de aquella vida pintoresca y dramática que hacían los artistas en la Italia del siglo XVI, así los pinto en la imaginación: peleados siempre, peleados desde las faldas de la madre, como Jacob y Esaú desde el vientre de Rebecca, ardiendo en sordos rencores y en bajas envidias, y sin embargo de esto, buscándose después de cada enojo, por necesidad irresistible, ya para pedirse inspiración o juicio, ya para aplicar sus pinceles a una obra común, como las famosas pinturas de la galería de Farnesio.
Cirilo, como dispuesto a dormir, después de la cena, tendió el recado en un lugar apartado, para quedar libre de curiosidades peligrosas, y a la hora indicada, a tientas, andaban ambos buscándose en las tinieblas, con los brazos extendidos y las manos abiertas, hasta que se juntaron y empezaron a conversar.
A los setenta y tantos años, anda todavía buscándose la vida por esos mundos de Dios, vendiendo pan y tortas, con su cascajo viejo tirado por tres mancarrones flacos, haciendo triquitrac, todo el día, en las huellas de la Pampa.
Cinco hombres caminaban subiendo a saltos, y buscándose los cuchillos en la cintura.
¿Quién no encontrará bien que, en el caso de Faustino Estébanez, perdido por deudas de juego, todo el mundo le ayudara pecuniariamente a salvarse, aunque fuera un inútil, mientras que a Renato Pietranera, el físico, que buscaba la solución de no sé qué problema y se moría de hambre, nadie le facilitó recursos y tuvo que desistir, buscándose la vida como dependiente de comercio? En el primer caso, la vergüenza de Faustino recaía sobre todos los Estébanez, emparentados con la alta sociedad, y no era posible dejarlo en el pantano, por lo cual, después de pagadas sus deudas, se le envió con una misión al extranjero, en el segundo, nadie, ni el mismo Pietranera quedaba comprometido, y si sus trabajos eran realmente de valor, no se habían de evaporar por eso.
La amistad que unía a aquellos cuatro hombres, y la necesidad de verse tres o cuatro veces por día, bien para un duelo, bien para asuntos, bien por placer, les hacían correr sin cesar a unos tras otros como sombras, y se encontraba siempre a los inseparables buscándose del Luxemburgo a la plaza Saint Sulpice, o de la calle del Vieux-Colombier al Luxemburgo.
Una viscacha, buena persona sin duda, pero algo corta de vista y de ingenio, andaba un día, a la oración, buscándose la vida en las riberas de un arroyo.
Se removió, por consiguiente, el partido entero y verdadero en aquella localidad, buscándose, recontándose y codeándose los partidarios, y ésta fue la más negra para don Roque Brezales, el soldado más ardoroso y entusiasta de todos los de aquella benemérita legión.
Antoñuelo no cogió los trebejes del oficio, y al despedirse de ella al llegar la noche, ya habían dejado hecho un pacto: él, todas las mañanas, la aguardaría en la calle del Cañaveral y la acompañaría durante una hora, después se iría de nuevo al trabajo, a seguir buscándose la vida de aquella nueva y más decorosa manera.
Nada, nada, que siguiera así, como iba, como hasta entonces, buscándose la vida, changando y vendiendo diarios, algo era algo.

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