Ejemplos con burdas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El rival de Ayinde era Ayinla Kollington, Baba Alatika, conocida para usar letras burdas y vulgares entrelazadas con incoherentes comentarios sociales.
Los árboles y follaje se removían y las mismas piedras y tierra de la misma montaña era utilizada como fortificaciones burdas.
Por la puerta entreabierta llegaba hasta Jaime una densa bocanada de respiraciones ardorosas, de sudor y ropas burdas.
Admiraba el cronista su agilidad de saltamontes, las burdas chilabas, del color de la tierra, les confundían con esta, se les veía perderse entre matorrales y salir de ellos saltando, con rápida flexión de sus zancas obscuras.
Punto en boca, pero antes déjame que repita lo que cien veces dije: de estas burdas infamias tiene la culpa O'Donnell.
No había, pues, más remedio que cargar con el ídolo, aunque este fuera una de las obras más burdas del fetichismo dominante.
Todos cuantos han tenido la desgracia de trabajar en conspiraciones burdas saben perfectamente que los despabilados y parlanchines forman a sus espaldas una guardia de hombres soeces y brutales, que sirven para dar a la idea, en la ocasión precisa, su voz estentórea, su brazo salvaje y su representación apasionadamente popular.
Punto en boca, pero antes déjame que repita lo que cien veces dije: de estas burdas infamias tiene la culpa O'Donnell.
Éstas no eran muchas, a decir verdad, porque los abstrusos o almibarados requiebros que me proporcionaban algunas novelas me parecían incomprensibles para ella, e inadecuados por añadidura, mientras que las fórmulas oídas en mi mundo rústico e ignorante, las burdas alusiones, los equívocos rebuscados y brutales, la frase cruda, grosera, primitivamente sensual, asomaban, sí, a mis labios, pero no salían de ellos, por una especie de pudor instintivo que era más bien buen gusto innato comenzando a desarrollarse.
Aquel fraude era un robo, un robo inicuo, tanto más odioso cuanto que las víctimas de aquella expoliación eran pobres campesinos, ignorantes y crédulos, que aceptaban de buena fe las burdas invenciones de aquel astuto impostor.
La enfermedad de aquella muchacha era una insigne mentira, una argucia, de las muchas burdas argucias que venía poniendo en práctica Espinosa para acercarse a Susana.

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