Ejemplos con bucólica

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Ante la oposición de su padre a vivir en un caserío y dedicarse a la bucólica vida del campo que tanto le atraía, comenzó estudios de naútica y durante un año recorrió en barco América y Europa.
Este proceso ha empeorado muchas de las canciones del álbum, aunque en este caso queda bastante bien, aumentando la atmósfera bucólica sugerida en las letras.
Pacían con una tranquilidad bucólica en los céspedes marítimos, contemplados de lejos por las almejas, las ostras y otros bivalvos adheridos a las rocas por una madeja de seda dura y córnea que envolvía sus encierros.
La gaita pastoril sonaba lo mismo que las otras tardes en el silencio del mar, pero su dulzura bucólica tenía cierto temblor de sonrisa.
Pepeta pasó entre los obreros de los arrabales que llegaban con el saquito del almuerzo pendiente del cuello, se detuvo en el fielato de Consumos para tomar su resguardounas cuantas monedas que todos los días le dolían en el alma, y se metió por las desiertas calles, que animaba el cencerro de la con un badajeo de melodía bucólica, haciendo soñar a los adormecidos burgueses con verdes prados y escenas idílicas de pastores.
Los más astutos y previsores conocían cuán propicia ocasión de ponerse bien con él era servirle mientras estaba lejos del mando, lo cual da ciertos visos de desinterés a los servicios y es lo que llaman por allá, con frase hecha, elegante y propia de la poesía bucólica,.
Pero, áun así y todo, ¡qué naturalidad, qué frescura salvaje, qué gracia bucólica había en aquella errónea y trasnochada , referente a toda una ! ¡Ah! yo me enorgullezco de haber aprendido algo en semejantes condiciones, de haber tenido tantas ideas falsas, de haber estado en tantos errores! Figúraseme, cuando pienso en ellos, como que he vivido en dos planetas o en dos siglos muy apartados el uno del otro, que he estado en dos mundos, que he existido dos veces, como acontecerá al que cambia de religión o al que se casa en segundas nupcias! Por lo demás, permítaseme decir desde ultra-tumba, que me parece mucho más poético aquel modo de ser, en que no sabían las gentes por dónde andaban, ni lo que ocurría más allá del anillo de su horizonte, que este otro en que cualquier mocosuelo es capaz de decirle a uno cuántos lunares tiene en la rabadilla el Primer Ministro del celeste Imperio.
Luego retozaron de lo lindo, volviendo Pepita a representar su farsa bucólica ayudada por el abate y la de Porreño.
En resolución, en aquellos tres días don Quijote y Sancho se acomodaron de lo que les pareció convenirles, y, habiendo aplacado Sancho a su mujer, y don Quijote a su sobrina y a su ama, al anochecer, sin que nadie lo viese, sino el bachiller, que quiso acompañarles media legua del lugar, se pusieron en camino del Toboso: don Quijote sobre su buen Rocinante, y Sancho sobre su antiguo rucio, proveídas las alforjas de cosas tocantes a la bucólica, y la bolsa de dineros que le dio don Quijote para lo que se ofreciese.
Del techo cuelgan egregios y gigantescos jamones, y, alternando con esta bucólica manifestación del reino animal, dulces andregüelas invernizas, uvas, granadas y otras frutas.
Luego retozaron de lo lindo, volviendo Pepita a representar su farsa bucólica ayudada por el abate y la de Porreño.
Hay en Pereda una graciosa y, entendiéndole bien, muy simpática aversión a la capital ruidosa donde la vida tiene que ser, a poco que nos dejemos dominar por el medio ambiente, precipitada, superficial, insignificante, teatral y artificiosa, y esa misma ojeriza se ve en el Levine de Tolstoï, que, como Pereda, tiende a la paz del campo, no para entregarse a la poesía bucólica, a un lirismo ocioso, ni para vegetar pensando como Rousseau, sino para saborear los jugos de la vida aldeana en actividad útil y seria, también poética, pero sin remilgos de églogas ni filosofías panteísticas, sino con un amor casto, profundo, ruboroso, poco hablador, casi diría reconcentrado y huraño, pero muy fuerte, muy sincero, muy arraigado.
Leí las Geórgicas de Virgilio, leí a Columela y con mayor encanto leí, devoré, el libro de Catón el Antiguo, De re rustica, que me enseñaba la bucólica de la avaricia, la égloga del interés.
De lo lícito y de lo vedado, de lo legal y de lo subversivo, sacaba el hombre para la bucólica y para la alcancía, para el presente claro y el mañana obscuro, y guardando con escrúpulo sus apariencias de pobre, señuelo de incautos, era un redomado alcabalero que, de guardia en su garita policíaca, cobraba el tributo a toda debilidad humana que pasaba para una parte u otra.
El General repartiría entre sus leales soldados la bucólica y la bebida fina que en sus bodegas y despensa guardaba.
Esta tropa innumerable que pasa ahora mal concertada es de oficiales de boca, cocineros, mozos de cocina, botilleres, reposteros, despenseros, panaderos, veedores, y la demás canalla que toca a la bucólica.
Ripamilán, casi oculto entre las faldas de doña Petronila, a quien llevaba enfrente, iba en sus glorias, no por su contacto con el Gran Constantino, sino por ir entre damas, bajo sombrillas, oliendo perfumes femeniles, y sintiendo el aliento de los abanicos, ¡salir al campo con señoras! ¡la bucólica cortesana, o poco menos! El bello ideal del poeta setentón, del eterno amador platónico de Filis y Amarilis con corpiño de seda, se estaba cumpliendo.

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