Ejemplos con bruma

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Les rodea una naturaleza con una bruma gris, flores y árboles.
La torre de Shaddar-Nur es una vieja atalaya rodeada de bosques y situada al este de la Senda de los Magos, el camino que corre hacia el sur hasta morir en el Castillo de la Bruma.
En los días siguientes continuaron las explosiones y la bruma volcánica se extendió hasta el centro del país.
Al Este , se asoma el Cabo de Estaca de Bares, el punto mas al norte de España, a menudo difuminado por la bruma.
Los filtros de luz ultravioleta reducen la bruma que en ocasiones causa la luz ultravioleta intensa.
Estovacuy era la sabana de las cocuizas , fresca y con una vaporosa bruma en las montañitas invernales, los copos de neblina adornaban los centenarios cedros, los vigorosos y nobles Robles.
La densa bruma de un día gris, húmedo, nublado y el humo del combate impidieron ver la bandera blanca flameando en el bastión norte, por lo que continuaron los tiros desde todas las bocacalles de aquel punto.
Tiró de ella, y poco a poco, en la bruma, fue tomando forma la mancha pálida de un rostro.
El sol, apareciendo sobre la cumbre de una montañuela cercana, disipaba la bruma matutina, que descendía al valle en jirones de encaje gris, y, brillando en un espacio azul clarísimo, alumbraba con luz naciente, fresca y suave.
Frente a la proa fué surgiendo una ciudad entre las ondas albuminosas de la bruma.
Los hombres más valerosos y serenos juraban al ver la barra interminable de la bruma cerrando el horizonte.
La bruma hizo aún más dificultoso el tránsito entre los escollos que obstruyen este puerto.
En la plaza de la Nación entrevió el grupo escultórico que representa el triunfo de la República surgiendo húmedo y brillante de la bruma del amanecer, luego, la verja de la barrera, a continuación, la larga avenida de Vincennes y su histórica fortaleza.
Por primera vez, viendo entre la bruma este desfile de , que evocaban la imagen de un rebaño de monstruos marinos de la prehistoria, se dió cuenta exacta Desnoyers del poderío británico.
Todos parecían sonreir con sus bocas lívidas y sus ojos febriles a las primeras tierras del Mediodía que asomaban entre la bruma matinal, coronadas de sol, cubiertas de la regia vestidura de sus pámpanos.
Desnoyers vió flotar por encima del ramaje de su parque una bruma obscura cuyos contornos enrojecía el sol.
Fué surgiendo de esta bruma mental la larga escalera de su memoria, con un último peldaño negro y rojo: el bloque de emociones que representaba el día anterior.
Agrandábanse los montes y se velaban los valles bajo la bruma de la mañana.
El Nervión mostrábase entre la bruma de su profundo cauce, con una brillantez azulada de acero.
Abajo, el jardín obscuro, con sus penachos negros y ondulantes, arriba, un cielo de verano, esfumado por la bruma calurosa, que empañaba el brillo de los astros.
Los ojos veían, pero débilmente, como si la luz fuese turbia y una bruma rojiza envolviese los objetos.
Otra vez se abrieron sus ojos, pero ahora la bruma era más densa.
Ocultáronse al fin todos en el último recodo del camino, y sólo quedó la llanura árida, la polvorienta carretera, el pueblo de barracas, el colegio solitario, silencioso como una jaula de jilgueros vacía, y a lo lejos, acechando entre la bruma, Madrid, la gran charca.
Entonces, de repente, entre la espesa bruma de temores y perplejidades que envolvía la mente de Jacobo como una cerrazón del océano, paralizando su natural audacia, brotó un punto luminoso El tío Frasquito era rico, influyente, tenía entrada en todas partes, y aquella ridícula aventura le ponía en su poder atado de pies y manos, dadas las femeniles manías del presumido viejo.
Diógenes no se dio cuenta de haber recibido la extremaunción, y tranquilo en parte por la respuesta del fondista comenzaron a abrirse paso otros pensamientos entre las espesas nieblas que envolvían su mente Mas un sopor pesadísimo, un letargo profundo, que tenía ya dejos de la muerte, avasallaba a veces todo su ser y esparcía acá y allá aquellas ideas que se afanaba por coordinar, apareciendo estas entonces como imperceptibles puntos luminosos flotando en una inmensa bruma, alejándose lentamente, apagándose poco a poco todos ellos hasta quedar uno solo, que ora se le presentaba desconsolador como la candela de la agonía, ora triste como el cirio que arde ante un muerto, ora terrible como un resplandor de las llamas del infierno: ¡era la idea de morir, acompañada y rodeada de la incertidumbre de lo eterno!.
Y porque vienen con Lamartine de un país de azahares y de lunas de miel, queda en sus personajes una bondad contagiosa, en su estilo una recóndita y efusiva dulzura que se infiltra en el alma como una bruma de noviembre.

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