Ejemplos con blanduras

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Apagó la vela y se tendió en la cama, experimentando una sensación de bienestar al verse en la obscuridad, con la espalda hundida en las crujientes blanduras del jergón.
¡No levantarse más de estas blanduras! ¡Permanecer en ellas para siempre!.
Sin embargo, me atuve al consejo y parecer del confesor, sabiendo que la voz de Dios busca a manera de instrumento en donde articularse esas almas huecas y limpias, que son como albogues de madera sana, no obstruídos, resecos, ni agrietados, y me esforcé, ¡con qué frenético ahinco!, en rechazar de mi frente y de mi pecho imágenes y blanduras amorosas.
Otra vez cortaron blanduras repulsivas que exhalaban un hedor insufrible.
Y a pesar de que estaba resignado a morir, agitó las piernas desesperadamente, queriendo elevarse sobre las traidoras blanduras.
Y éstos debían ser hombres de coraza, hombres de a caballo, incapaces de confianzas y blanduras.
Luego advertí que metía sus blanduras torácicas dentro de un corsé muy deteriorado.
Inciertas blanduras de muelles rotos y de pelotes gastados me lastimaban las carnes.
Blanduras tibias rodeaban mi mezquino cuerpo en aquel nicho sagrado.
-Dormiremos -dijo Aníbal requiriendo las blanduras del rincón junto a la ventanilla.
Sebastián las blanduras que yo creía: la amistad y el cariño que en Madrid me manifestaba se recatan ahora, se revisten, como si dijéramos, de una capa de desconfianza.
Baldomero I, era todo blanduras con su hijo? ¡Efectos de la evolución educativa, paralela de la evolución política! Santa Cruz tenía muy presentes las ferocidades disciplinarias de su padre, los castigos que le imponía, y las privaciones que le había hecho sufrir.
Lo que es esta, ni a palos aprenderá nunca esas blanduras de la gata, esos arqueos de un cuerpo pegadizo y sutil que acaricia el asiento ¡Ah!, ¡qué bestias nos hizo Dios!.
Y en efecto, en el terreno, repujado de pequeñas eminencias que contrastaban con la lisa planicie del atrio, advertía a veces el pie durezas de ataúdes mal cubiertos y blanduras y molicies que infundían grima y espanto, como si se pisaran miembros flácidos de cadáver.
Esto me dejó atónito, aunque no tranquilo, pues presumí que tan desusadas blanduras serían obra de su refinada astucia, y preparación de algún nuevo golpe contra mí, pero cuando le pregunté por el estado en que se hallaba el proceso célebre, respondiome que ya no se pensaba en tal cosa, porque como los franceses eran amigos del Príncipe de la Paz, no convenía molestar a los servidores y amigos de este.
De este no esperes piedad ni blanduras, pues aunque él quisiera ser fino y blando, por lo que queda de nativa indulgencia en su corazón, Segismunda no se lo permitiría.
Un segundo más, una vacilación de Demetria, y me caigo redondo desde la ideal cima a las reales blanduras de un suelo cubierto de flores.
No podía yo con mi cuerpo ni con mi alma, en un montón de esteras que me brindaba las blanduras de un diván, me dejé caer, y estirándome todo lo que daban de sí brazos y piernas, sin llegar a las medidas del camastro, me dormí profundamente.
Esto podrá ser, pero no será, ni quiero yo estas blanduras ni estos abrazos, que son la pérfida componenda, el engaño recíproco, para vivir siempre en un régimen de mentiras.
Con blanduras no hay modo de gobernar a este país.
¿Qué resulta de estas blanduras? Que los progresistas no agradecen el favor, y que al calorcillo de tanta liberalidad la gusanera carlista o montemolinista revive, y ya tenemos a nuestras tropas dando caza a los Tristanys, a Tintoret de Igualada y al Tuerto de la Ratera.
Mutatis mutandis, acabó diciéndole: «¿A qué vienen esas blanduras sabiendo que nadie las tendría contigo si en igual caso te vieras? Bueno que se dé una limosna o se haga un favor, pero siempre que no nos perjudiquemos, porque si ahora te enterneces, todos querrán lo mismo, y adiós tu negocio y nuestro porvenir.
¿Dónde está el Moisés que la calme, ya con rigores, ya con blanduras?.
Aún le parecía poco, y rasgando de arriba abajo con un cuchillo el otro colchón, también de maíz, en cuyas blanduras había dormido algunas noches, acumuló paja sobre paja, y para mayor seguridad, puso encima la tela de ambos colchones y cuanto trapo encontró a mano, y sobre la cama la banqueta y hasta el sofá de Vitoria.
:Sobre el tejadillo, húmedo de las blanduras de setiembre, dormía el campo lejano, que mandaba un fuerte aliento de pinos.
Su madre quería llevar las cosas a sangre y fuego, tenía a pecado imperdonable las blanduras y contemplaciones de su marido.
Pero con las gentes que imperan allá, con sus miramientos y blanduras de señorío.
Pisando aquellas alfombras, viéndose en aquellos espejos tan grandes como las puertas, hundiendo el cuerpo, voluptuosamente, en aquellas blanduras del lujo cómodo, ostentoso, francamente loco, pródigo y deslumbrador, el Magistral se sentía trasladado a regiones que creía adecuadas a su gran espíritu, él, lo pensaba con orgullo, había nacido para aquello, pero su madre codiciosa, la fortuna propia insuficiente para tanto esplendor, el estado eclesiástico, la necesidad de aparentar modestia y casi estrechez, le tenían alejado del ambiente natural.
Sácame de aquí, llévame entre tus alas, rotas y fatigadas, más allá del Pirineo, arrójame sobre el puente de algún buque que cruce el Atlántico, y verás cómo suelto las ligaduras de la momia y hablo a la ultramoderna, de blanduras liliales, inquietantes morbideces, amperios, voltios, superhombres y progenerados.
En la cabecera estaban el nuevo sacerdote, casi oprimido por las blanduras exuberantes de los otros curas que habian tomado parte en la ceremonia, los padrinos y aquel par de viejecillos que, llorando sobre sus cucharas, se tragaban el arroz amasado con lágrimas.

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