Ejemplos con besugos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

¿Lo oye usted? A mí no me gustan los besugos ni crudos ni guisados ¡Hable usted! ¡Hable usted en seguida!.
¡Qué guapos estaréis todos navegando por esas aguas, y pescando besugos, o lo que den los mares de allá!.
En los puestos de pescado los maragatos limpiaban los besugos, arrojando las escamas sobre los transeúntes, mientras un ganapán vestido con los calzonazos negros y el mandil verde rayado berreaba fuera de la puerta: ¡Al vivo de hoy, al vivito! Enorme farolón con los cristales muy limpios alumbraba las pilas de lenguados, sardinas y pajeles, y las canastas de almejas.
Saltaron varios asuntos y preguntas al redondel: sobre la identidad de una persona cuya muerte se anunciaba en los periódicos locales de aquella fecha, el alcance de un decreto publicado en la Gaceta, referente al personal de Telégrafos, la muestra que había estrenado una zapatería de la calle de San Basilio, un cuadro al óleo, expuesto dos tiendas más abajo de esta zapatería, la enfermedad de un canónigo conocido de ambos interlocutores, la cesantía de un estanquero, la temperatura oficial de aquel día, el precio de los besugos.
¡América enviando a buscar amarguras del Viejo Mundo! ¿ No son los besugos, o los naufragios, lo suficientemente amargos como para declinar la copa de la vida en el mar? Así es en gran medida el comercio por el que tanto alardeamos, y hay quienes se autoproclaman hombres de estado o filósofos, pero son tan ciegos como para pensar que el progreso y la civilización dependen, precisamente, de este tipo de actividades e intercambios - la actividad de moscas sobre un tonel de melaza.
¡Qué guapos estaréis todos navegando por esas aguas, y pescando besugos, o lo que den los mares de allá!.
-Y de política, ¿qué tal se anda por allá? Mal, supongo yo, porque ustedes, atentos a sus rebaños, a sus boronas y a sus besugos.
Fue entonces cuando, retirados al salón de familia, tuvieron lugar los plácemes y enhorabuena: siguieron luego las galanterías familiares que, en aquellos benditos tiempos, solían traspasar los límites del decoro y de la decencia a veces, terminando todo con un espléndido banquete, en que todos a porfía, y entre ellos el prelado, hicieron cumplido alarde y dieron prueba de sus poderosos recursos gastronómicos y su admirable comezón de truchas, besugos y lampreas, lo cual formara las más gratas aspiraciones de su ilustrísima, quien aun en medio de su misticismo se mostró igualmente aficionado al buen humor y a los chistes más peregrinos e inofensivos, en lo cual fuerza es asegurar que lució la agudeza y oportunidad de su despejado ingenio, su genialidad jovial y su buen humor salpicado de picarescos epigramas y ocurrencias célebres y sin malicia.

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