Ejemplos con benignamente

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Por eso la Virgen no está mirando al Niño para consolarlo, como sería lo más natural, sino que se sobrepone al dolor de su Hijo y al suyo propio y endulza benignamente su rostro, para ofrecer al que la contempla una mirada llena de acogida y de ternura y un mensaje de esperanza.
Estaba muy retepeinada y garifa, en previsión de que la hubieran llamado para aceptar benignamente los homenajes del médico, pero había oído los gritos de su mamá, y acudía ceñuda y grave al lugar de la catástrofe.
está usted en lo firme, pero no es la única -dijo el capellán transigiendo benignamente-.
Estos, no sólo los admitieron benignamente, sino que escribieron a los Éforos para que retiraran a Pausanias, por cuanto afrentaba a Esparta e inquietaba toda la Grecia.
No sabes tú cuántas veces te decía que te guardases de eso, y benignamente te avisaba por que te apartases de ello.
Juan Crisóstomo Gutiérrez, aunque avaro, usurero y poco escrupuloso en punto a moral, tenía dos prendas de carácter que le hubieran movido a obrar benignamente en aquella ocasión, si Rosita no le hubiese violentado.
Si tal llegare, añadía casi con lágrimas, y si es en balde que se combata en la tierra por la humanidad y la virtud, no rehuséis entonces abrirme los paternales brazos y acogerme benignamente en el seno de estas soledades.
á su lengua y á sus vasallos, que aceptará benignamente esta pequeña obra.
El primer decreto hecho en este sentido se dice que Alejandro lo tiró luego que lo tomó en la mano, volviendo el rostro, y retirándose sin escuchar a los embajadores, pero recibió el segundo, que fue llevado por Foción, a causa de haber oído de los más ancianos de su corte que Filipo tenía de él el más alto concepto, y no sólo le dio entrada y escuchó sus súplicas, sino que recibió benignamente sus consejos, reducidos a que, si apetecía el descanso, diera de mano a la guerra, y si le inflamaba deseo de gloria, dejando a los Griegos, se encaminara contra los bárbaros.
Allí éstos alcanzaron a algunos, y los arrojaron a la corriente, otros habían llegado antes, y, compelidos de la sed, se habían echado de bruces a beber, y fue grande el estrago y crueldad contra los que a un mismo tiempo bebían y recibían la muerte, hasta que Nicias, echándose a los pies de Gilipo, le hizo este ruego: “Hallen compasión ¡oh Gilipo! en vosotros los vencedores, no yo que de nadie la deseo, debiendo bastarme el nombre y la gloria que me dan tamañas desgracias, sino los demás Atenienses, haciéndoos cargo de que son comunes los infortunios de la guerra, y que en ellos se portaron benignamente con vosotros los Atenienses cuando les fue favorable la fortuna.
Al principio los escuché benignamente, pero después que con todo su poder se le reunieron los Armenios y Gordianos, que con todas sus fuerzas se presentaron asimismo sus respectivos reyes, trayendo a los Medos y Adiabenos, que vinieron muchos Árabes de la parte del mar de Babilonia, muchos Albaneses del Caspio e Íberos incorporados con los Albaneses, y que concurrieron no pocos de los que, sin ser de nadie regidos, apacientan sus ganados en las orillas del Araxes, atraídos con halagos y con presentes, entonces ya en los banquetes del rey y en sus consejos todo era esperanzas, osadía y aquellas amenazas propias de los bárbaros, Taxiles estuvo muy a pique de perecer por haber hecho alguna oposición a la resolución de pelear, y aun se llegó a sospechar que Mitridates, por envidia, se oponía a aquella brillante victoria.
Aplaudióle el Rey, y como de intento le diese algunos motivos de fingido enojo y desabrimiento, partió para el campo de los Romanos, donde fue de Luculo benignamente recibido, porque había de él grande noticia en el ejército, y haciéndose lugar casi desde su llegada en el ánimo de aquel con su diligencia y esmero, continuamente lo tenía a su mesa y se valía de su consejo.
De su inconsecuencia en los castigos, alborotando, el mundo por cualquiera leve motivo, y pasando blandamente por las mayores maldades, aplacándose benignamente en cosas que parecían insufribles y propasándose a muertes y publicacio- nes de bienes por faltas ligeras y sin importancia, la razón que puede darse es que, siendo por índole iracundo y pronto a castigar.
Respondióle el ministro que los más habían logrado salvarse, dio con la cabeza señal de aprobación, y mirándole benignamente, “buena noticia me da,- le dijo-, pues que no todo lo hicimos desgraciadamente”, y sin decir ni articular más palabra, bebió y volvió otra vez a acostarse.
Para indisponer al hijo con las cosas de los Griegos empleó una voz más entera que lo que su vejez permitía, y, como profe- tizando y vaticinando, dijo que los Romanos arruinarían la república cuando por todas partes se introdujesen las letras griegas, pero el tiempo acreditó de vana esta difamación, pues que luego creció la prosperidad de la república, y admitió benignamente las ciencias y toda especie de enseñanza griega.
Mas levantóse en este punto Marcio y contradijo acaloradamente a los que pensaban en haberse benignamente con la muchedumbre, tratándolos de populares y de traidores de la nobleza, que fomentaban contra sí mismos las semillas, ya prendidas, de osadía e insolencia, que hubiera sido bueno no haber despreciado cuando se esparcían al principio, y no haber dejado a la plebe hacerse poderosa con tan excesiva potestad: que ya hasta temible se les hacía con querer que en todo se cediera a su voluntad y a nada pudiera precisárseles contra ella, no guardando obediencia a los cónsules, y viviendo en anarquía con tener por caudillos a los que se denominaban magistrados suyos: que con el presente y distribución del grano, que al modo de los Griegos de mejor ordenadas repúblicas decretaban algunos, no se haría otra cosa que dar aire a su desobediencia en ruina del Estado, “pues no pueden reconocer que sea una recompensa por la milicia, de que desertaron, por las escisiones con que abandonaron la patria, o por las calumnias que abrigan contra el Senado, sino que en la inteligencia de que cediendo y lisonjeándolos de miedo les hacemos semejante distribución, y, con la esperanza de salirse con todo, no pondrán a su desobediencia término alguno, ni habrá cómo contenerlos de que armen disensiones y alborotos: así que esto- decía- me parece una locura.
Concediéronselo los Esparcíatas, y recibido benignamente de ellos, luego que pasó allá, el primer servicio que al punto les hizo fue que, andando en consultas y dilaciones sobre dar auxilio a los Siracusanos, los movió y acaloró a que enviasen por general a Gilipo y quebrantasen las fuerzas que allí tenían los Atenienses, fue el segundo hacer que ellos mismos por sí moviesen a éstos guerra, y el tercero y más granado hacerles murar a Decelea, que fue lo que más perjudicó y contribuyó a la ruina de Atenas.
Por mí estoy aparejado a todo lo que mis actuales desgracias pueden exigir, viniendo preparado a recibir tus favores, si ya me miras benignamente, o a pedirte que temples tu ira, si todavía te conservas enojado.
benignamente su querella, concediéndoles que ellos mismos eligiesen la edad que mejor les.
Este monarca los recibió al principio benignamente y como a unos infelices que se acogían a su protección, y en prueba del aprecio que de ellos hacía, les confió ciertos mancebos para que aprendiesen su lengua y el manejo del arco.
-pronunció benignamente el director-.

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