Ejemplos con barnizadas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Su nombre proviene de una ciudad siria dónde se han encontrado numerosas vajillas barnizadas, sin que se tenga constancia de la existencia de un taller.
Jaime, al descender, chocaba su bastón en la piedra arenisca de los escalones o tocaba las grandes ánforas barnizadas que adornaban los rellanos, y éstas devolvían el golpe con una sonoridad de campana.
A sus pies extendíase el follaje de las higueras, las barnizadas hojas de los magnolieros, las bolas verdes de los naranjos.
Paseó los dedos por la puerta, palpando las molduras, deslizándolos por las superficies barnizadas, como si buscase a tientas una rendija, un agujero, algo que le permitiese llegar hasta el hombre que estaba al otro lado.
Estaban allí los árboles menos simétricos, limpios y derechos que en Vichy, más desigual el suelo de la ruta, más virgen la hierba de los linderos, menos barnizadas, pulidas y flamantes las quintas y hoteles que ambos lados del camino guarnecían.
Era América tal como la habían soñado: al fin iban a sentar el pie en el nuevo continente Y el plátano grácil, coronado por el amplio surtidor de sus hojas barnizadas, extendíase por todo el paisaje, formando grupos en torno de las blancas construcciones de la playa, remontando los caminos en doble fila, tendiéndose sobre las mesetas en apretados bosques, festoneando las cumbres con la esbeltez de su tallo, que le hacía destacarse sobre el cielo lo mismo que el estallido de un cohete verde.
Yo abandono el ambiente putrefacto que nos rodea, saco mis pies de este lodo de los hechos menudos, y subo, señor mío, subo hasta que mis oídos pierden el murmullo terrestre, y mis ojos el falso brillo de las mentiras barnizadas de verdades.
El primer sol de verano abrillantaba como espejos las barnizadas tablas de los carromatos, doraba los mástiles, esparcía un polvillo de oro en la plaza, daba al gigantesco toldo una transparencia acaramelada, y este cuadro levantino, fuerte de luz, dulcificábase con el tono blanco de la muchedumbre, vestida de colores claros y cubierta con los primeros sombreros de paja.
Altas estanterías barnizadas de rojo tocaban el cielo raso, y la cónica rueda de luz se movía en las oscuras librerías, iluminando estantes cargados de libros.
Brillaban las cabezas barnizadas de sangre.
Yo abandono el ambiente putrefacto que nos rodea, saco mis pies de este lodo de los hechos menudos, y subo, señor mío, subo hasta que mis oídos pierden el murmullo terrestre, y mis ojos el falso brillo de las mentiras barnizadas de verdades.

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