Ejemplos con barahúnda

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Llevó una existencia tranquila y ajena a la barahúnda literaria y colaboró en algunos periódicos y revistas, como Blanco y Negro, Revista Contemporánea, Hojas Selectas etc.
Así continuó la conversación por un buen espacio de tiempo, cuando sentimos ruido de voces, y vimos que con gran estrépito y barahúnda entraba el diplomático, en traje de camino, y tan alegre, tan festivo, tan charlatán, que al punto le tuvimos por poseedor de los más altos secretos de Estado.
En medio de esta barahúnda, la Reina apuraba ella sola en el silencio lúgubre de la alcoba regia el cáliz amargo de la situación más triste y desairada en que pueda verse quien ha llevado una corona.
Las recortaduras, varias hasta lo infinito, de las nubes, hacían visajes de distintas formas, de colosales sombreros o morriones con plumas, penachos, bandas, picos, testuces, colas, crines, garzotas, aquí y allí se alzaban manos con sables y fusiles, banderas con águilas, picas, lanzas, que corrían sin cesar, y al fin, en medio de toda esa barahúnda, se me figuró que todas aquellas formas se deshacían, y que las nubes se conglomeraban para formar un inmenso sombrero apuntado de dos candiles, bajo el cual los difuminados resplandores de la luna como que bosquejaban una cara redonda y hundida entre las altas solapas, desde las cuales se extendía un largo brazo negro, señalando con insistente fijeza el horizonte.
El viudo no va triste del caso y viudez, sino de ver que pudiendo él haber enterrado a su mujer a un muladar y sin coste y fiesta ninguna, le hayan metido en semejante barahúnda y gasto de cofadrías y cera, y entre sí dice que le debe poco, que ya que se había de morir, pudiera haberse muerto de repente, sin gastarle en médicos, barberos ni boticas, y no dejarle empeñado en jarabes y pócimas.
Y sabido qué quiere decir tan espantosa barahúnda de voces tan rellenas de letrones, son zanahoria, rábanos y perejil, y otras suciedades.
Pisado habían apenas los morrillos de sus callejones, cuando un perro, habiéndolos olfateado, ladró como si le robaran las ''cerojas'' a su amo, otro respondió en el acto al grito de alarma con más recios ladridos, y otro, y otros, y otros cien, en otros tantos rincones del lugar, se unieron al vocerío, y armaron tal barahúnda y alboroto, que el señor de a caballo no las tuvo todas consigo.
Mercurio entonces volvió a preguntar la causa de aquella barahúnda, pero como no había entre los contrarios caudillo alguno que llevara la voz, fueron tantas las que dieron por querer responderle todos a la par, que aunque se desgañitaba diciéndoles que callasen y uno solo hablara por ellos, no lo pudo conseguir en manera alguna.
El saber, los talentos, la honradez, la amabilidad, la generosidad y otras cualidades que le atribuían al héroe los escritores de su devoción, quedan en verdad algo ajadas con los cumplimientos de sus enemigos, pero al fin, ¿qué sacáis en limpio de esta barahúnda? ¿Qué pensará el extranjero que ha de decidirse por uno de los extremos o adoptar un justo medio a manera de árbitro arbitrador? El resultado es andar a tientas y verse precisado o a suspender el juicio o a caer en crasos errores.
El licenciado, que vió la barahúnda, echólo á doce: El hermanillo cascó la mollera al cuñado, todos andaban hechos una pella, y al estricote.
-¡La abuela! ¡Fes l'agüela! Y Dimoni sin pestañear, como si no hubiera oído la petición general, comenzaba a imitar con su dulzaina el gangoso diálogo de dos viejas con tan grotescas inflexiones, con pausas tan oportunas, que una carcajada brutal e interminable conmovía la taberna, despertando a las caballerías del inmediato corral, que unían a la barahúnda sus agudos relinchos.
::¡Qué dulce es combatir en el día de la batalla! ¡Ven a mí, si te atreves, vil barahúnda! ¡Venid, cristianos, a afrontar mis golpes que aplastan!.
Pronto se supo el origen de aquella barahúnda, que fue disminuyendo poco a poco.
toda aquella barahúnda que los armigueros habían movido en la Encomienda.
En medio de la orgiástica barahúnda, prodigábase la chicha de fermento.
-Amigo mío -le dijeron-, ¿qué locura es ésta? ¿Qué habéis hecho? Todos os miran con ceño, y pienso que van a haceros pedazos si permanecéis por más tiempo en medio de esta barahúnda.

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