Ejemplos con avecillas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Y encerrando en ella todas las avecillas canoras de la floresta y el alma resignada de los vegetales, la abandonó en mis manos.
Cerro Perdices: está junto al cerro Toro al final de la calle García Reyes y el nombre proviene de la gran cantidad de avecillas que existían en el lugar.
La tradición oral ha adjudicado a estas criaturas, las formas y figuras de las más dispares y originales: avecillas que brillan en la oscuridad, pequeños mamíferos, ranas, tortugas, etc.
Entre las aves podríamos mecnionar, el ñandu guasu, el tucano, loros y cotorras, karaû, teros, pescadores y especies de avecillas de pantano, buitres,halcones y cigúeñas.
Y en verdad que lo que causa no menos admiración, es que las avecillas como agradecidas a la Defensa, que en ella hallaban, venían todos los días por la mañana.
Abur, avecillas en celo, divertíos todo lo que podáis.
Su Majestad el Rey no repara en gastos para reunir allí las avecillas más bonitas, las más exóticas, las de plumaje vistoso y las de canoro pico.
Sus pasos resonaban sobre la arena endurecida por las heladas, el viento arrancaba de las ramas las últimas hojas secas que revoloteaban como avecillas de oro, la atmósfera de una limpieza incomparable dejaba ver en la lejanía las masas violáceas de la sierra y hacia Poniente unas ráfagas de nubes rojas y anaranjadas parecían incendiar el arbolado de los cerros.
A estos dos personajes seguirán forzosamente las dos hijas de la marquesa, dos pimpollos, dos flores de Andalucía, lindas, modestas, pequeñas, frescas, sonrosadas, alegres, sin pretensiones a pesar de su nobleza, rezadoras de noche y cantadoras por la mañana, dos avecillas que encantaban la vista con el aleteo de su inocente frivolidad y de cierta ingenua coquetería, de ellas mismas ignorada.
Tan hechos estaban Mita y Ley al vivir campestre, que no podían pasarse sin salir los domingos a ver grandes espacios luminosos, tierra fecunda o estéril, árboles, siquiera matas o cardos borriqueros, la sierra lejana coronada de nieve, agua corriente o estancada, avecillas, lagartos, insectos, todo, en fin, lo que está fuera y en derredor del encajonado simétrico que llamamos poblaciones.
¡Pero qué, si en la Pampa no hay avecillas! -por casualidad se ven pájaros, tal cual carancho.
pero en vuestro ceño, radiante numen, advierto no sé qué displicencia que me obliga a omitir la pintura de las flores, los favonios, las avecillas canoras y los arroyuelos.
La desventurada puso su atención en las avecillas durante cortísimo rato.
Nuestras tres avecillas tenían casa, pero no con qué pagarla, pues Melchor había dejado las arcas en tal estado de pulcritud, que no se encontraba en ellas rastros de moneda alguna.
Delante de ella y detrás de mí iban las demás del cortejo, apreciables tan sólo al oído por un murmullo alegre, como conversación de avecillas picoteras.
¡Señor!, ¿habría cambiado de cuadrante, y sus locas pasiones, movidas del viento, miraban a otro punto? ¡Oh inconstancia de la mujer! ¿Quién fía en el vuelo de estas destornilladas avecillas? Y como la privación, o el incumplimiento de las promesas femeninas, aviva el deseo, el pobre Iberito no pensaba más que en Teresa, y en contar las lentas horas de su tardanza.
En el laberinto de órdenes y contraórdenes, volaban los minutos, como avecillas ladronas que se llevaban el éxito.
Las ironías de la guerra revoloteaban como avecillas negras y doradas en torno al lecho del General.
No se oían murmullos de arroyuelos ni bullicioso canto de avecillas.
Un leve roce de alas despertó de pronto los ecos silenciosos de la gruta, y la orgullosa gotita vio cómo algunas avecillas de plumaje negro v blanco se posaban con bulliciosa algarabía en torno de la fuente: era una bandada de golondrinas.
No salía ya de su oscura madriguera sino al amanecer, y se encaminaba por la Puerta de Toledo, ávido de ver y gozar los campos de Dios, de contemplar el cielo, de oír el canto matutino de las graciosas avecillas, de respirar el fresco ambiente Y recrear los ojos en el verdor risueño de árboles y praderas, que por abril y mayo, aún en Madrid, encantan y embelesan la vista.
Y, al punto, el desierto se convirtió en vergel, vistosas flores, mecidas por suave brisa, embellecían el suelo y llenaban el aire de fragancia, cristalinos arroyos serpeaban en fajas de plata por el florido césped, avecillas de espléndido plumaje se columpiaban en las flexibles ramas de olorosos rosales, y un cielo azul y sin nubes se extendía hasta el horizonte, como un inmenso pabellón de zafir.
Veíanse en sus lomas entre otros árboles, el castaño de América, el medicinal jigüero, el mamey de sabroso fruto, y la palma de yaguas con su espada verde y aguda, que descuella sobre sus elegantes ramas, sirviendo su punta de asiento a las canoras avecillas, y el plátano cuyas anchas, sonantes y lánguidas ramas se mecen suavemente doradas por la luz del día, todo esto en medio de pastos frescos y abundosos en que se veían pacer algunas vacas mientras retozaban sus terneras.
Los Faunos también, por el mismo motivo, se encontraban mal, acostumbrados como estaban, en las campiñas fértiles de donde son oriundos, a retirarse con rebaños en los montes, durante la noche y durante las horas de la siesta, y a juntarse allí con sus hermanos, a platicar alegremente, a la sombra y al reparo, o a estudiar, tratando de imitarlos en flautas rústicas, el gorjeo y el silbido de las avecillas.
Menos favorecidas, otras ninfas sólo reinan en pequeñas lagunitas, pero los reinos pequeños son más fáciles de gobernar, y nunca faltan algunas avecillas que vienen a saciar su sed minúscula en sus aguas, pagándoles el gasto con alegres trinos.
cantar, y las más veces gemir, las pintadas avecillas del paraíso con picos de marfil, pero.
Un cabecita negra cansado de cantar gratis, fastidiado de llenar de melodías las frondosidades del monte y de celebrar las bodas de todas las avecillas con sus poéticos gorjeos, sin nunca recibir un peso, resolvió buscar otros medios de vida.
la tímida brisa y las avecillas volanderas.
Y ¡ay! por poco que se haya vivido, ¿qué ojos humanos podrán permanecer enjutos en presencia de la renovación anual de las campiñas y de los bosques? ¿Quién no echará de menos flores de su alma y frutos de su vida, que huyeron en alas del ábrego para nunca más volver? ¿Quién dejará de llorar, -no ciertamente el continuo descaecer de su existencia, no ciertamente este providencial envejecer de cada instante, que nos deja el consuelo de vislumbrar, más allá del sepulcro, otra primavera eterna, en cambio de los ensueños e ilusiones terrenales que nos arrebató la edad, -pero sí su amargo destino de sobrevivir un año y otro, como el despojado tronco herido por el rayo, a la muerte de aquellas flores y aquellos frutos, y a la perpetua emigración de las inocentes avecillas que nacieron y anidaban en sus ramas?.
La voz de María, suave y querellosa como la de las auras en el ramaje, incitó la de las avecillas cercanas, que confundiendo la luz ya pálida de los luceros con la del alba, adelantáronse a saludarla con todo el entusiasmo de sus gargantas.

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