Ejemplos con autoridad

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Iréis, Apolonio, como padre, y Novillo, en representación de mi autoridad.
Yo me preguntaba: ¿Dónde se les va a situar a éstos la tonsura, si no tienen espacio? Algunos de los dueños de estos colodrillos se sientan hoy a mi lado en el cabildo catedral, todos ellos están revestidos de autoridad, e imperan, en alguna medida, sobre el régimen privado de las familias y el régimen público de la sociedad.
¿No es admirable de sencillez y de claridad? Nada de autoridad ni potencia política.
Dejaba hacer a Celemín, como Dios deja hacer a los déspotas y tiranos, sabiendo que la voluntad y autoridad de ellos son inútiles, y que la providencia, el designio providente del autor, reside dentro de cada uno de los personajes que juegan el drama, a modo de ley fatal o ineluctable norma de acción.
La autoridad de que, por su brillante posición social, está revestido este digno miembro de la Cámara, y el talento que le distingue, hacen creer que la discusión será una de las más interesantes que, en su género, se promuevan en la presente legislatura.
Podía ver y oír de cerca a aquellos hombres que sabían pronunciar discursos como los que él había leído tantas veces en las reseñas de las sesiones, discursos llenos de substancia y elocuencia, discursos que le revelaban oradores de majestuosa apostura y de irresistible autoridad, hasta en el menor de sus ademanes.
Era el único de la familia que quedaba en España, y las Cortes habían echado mano de él para dar cierto tinte dinástico a su autoridad revolucionaria.
Aquel hombre era el que ejercía la verdadera autoridad en el claustro alto.
La autoridad, fuente de todos los males, era para él el mayor de los enemigos.
En España todo se olvida, y aunque la autoridad sea más feroz y menos escrupulosa que en otros pueblos, molesta poco, por la imprevisión y el descuido propios de la raza.
Este sacerdote ejercía autoridad a modo de gobernador de la catedral, pues a sus órdenes estaban los servidores laicos y bajo su inspección se hacían todos los trabajos de escasa importancia.
En las Claverías llevaba a maltraer a todas las mujeres, abusando de la autoridad absoluta de don Antolín.
Cuando sorprendía al repitiendo en las Claverías los chismes de abajo, le amenazaba con toda su autoridad de jefe de la familia.
A don Antolín le gustaba verse rodeado por tanta gente, no creyendo que fuese Gabriel quien la atraía, sino su autoridad, que inspiraba miedo y respeto.
¿En qué pensaba su tío? Ya era hora de imponer su autoridad, de meter en un puño a la gentuza.
¿Por qué le iba a él con tales cuentos? ¿Para qué le había concedido autoridad? ¿Es que bajo la sotana no tenía nada de hombre? El que faltase a la buena disciplina de la casa, ¡a la calle inmediatamente! Más energía, y cuidado con molestarle de nuevo por tales insignificancias, pues entonces quien iría a la calle sería el.
Estaba resuelto a imponer su autoridad castigando al más débil, que era para él el origen de tales escándalos.
Pepeta comenzó a dar gritos queriendo imponer su autoridad en esta confusión.
El padre, con gesto fosco y severas ojeadas, le recordaba mudamente que debía mostrarse indiferente, ya que sus penas eran un atentado a su autoridad paternal.
Y hablaba de la futura paliza serenamente, sonriendo como una muchacha fuerte acostumbrada a esa autoridad paternal, rígida, imponente y honradota, que se manifiesta a bofetadas y palos.
Él, , el atandador que representaba la autoridad de la acequia en su partida, había dado a Batiste la hora para regar su trigo: las dos de la mañana.
Luego volvía los ojos hacia su enemigo , que se contoneaba altivamente, como hombre acostumbrado a comparecer ante el tribunal y que se creía poseedor de una pequeña parte de su indiscutible autoridad.
Mezclándose en elecciones y galleando en toda la contornada, el valentón había conquistado este cargo, que le daba cierto aire de autoridad y consolidaba su prestigio entre los convecinos, los cuales le mimaban y le convidaban en días de riego para tenerle propicio.
Perseguido por la autoridad militar como presunto autor de este suceso, viví escondido algunos días, cambiando varias veces de refugio, mientras mis amigos me preparaban el embarque secreto en un vapor que iba a zarpar para Italia.
Al principio, las figuras groseras y mal pergeñadas representaron escenas de la vida privada, murmuraraciones de vecinos, pero después la sátira se remontó, metiéndose de rondón en la política, y las se convirtieron en burlas al gobierno y caricaturas de la autoridad.
¡Cómo había cambiado aquel hombre! Doña Manuela, experta conocedora, notaba en él cierto atrevimiento, como el muchacho que se emancipa de la autoridad maternal y se lanza en plena vida de locuras.
Otras veces armábase la guerra por si la una se había puesto la ropa blanca de la otra o por si se habían robado objetos de su exclusiva pertenencia, pero una ráfaga de autoridad pasaba por la madre: había bofetadas, llantos y pataleos, las criadas reían en la cocina, y a la media hora todos tan contentos: Concha en el balcón, Amparo corría por la casa cantando como una alondra, y doña Manuela arrellanábase en su butaca con aire de soberana que acaba de administrar recta justicia.
¡Y el diario paseo por la Alameda! ¡Dios, qué sonrojo! Tenía ella empeño en entablar grandes amistades, y no pasaba cerca de su berlina autoridad o persona conocida sin que Melchor le saludase solemnemente con un sombrerazo hasta las rodillas, ruborizándose muchas veces al ver el gesto de extrañeza con que aquellas personas contestaban a la reverencia de un ente desconocido.
¡Cómo estaba el mundo! No había religión, orden ni autoridad, y ¡claro! era imposible que una persona decente saliese a la calle sin que la pillería le diera que sentir.
La joven solía implorar en su defensa la autoridad del señor Fernández.

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