Ejemplos con augusta

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Tiene su origen en época romana, tratándose de una rama secundaria de la Vía Augusta, que unía Cádiz con Roma.
Situada en la fértil campiña sevillana, su desarrollo hay que ponerlo en relación con la explotación agrícola y, principalmente, con su ubicación en el cruce de dos importantes caminos: La vía Augusta, que atraviesa toda Andalucía occidental, y el camino de Fuentes de Andalucía a Palma del Río, que pone en contacto la Campiña con el Guadalquivir y la Sierra Norte.
El territorio bajo su dominio tenía sus límites en dos vías romanas: la emérita augusta, en su camino hacia Sigüenza -hoy se encuentra aproximadamente en el límite territorial entre Torremocha del Campo y Pelegrina-, y la vía que unió las salinas de Saelices de la Sal con el municipio de Cifuentes.
Hay en la cuestión que plantean estos juicios severos un interés vivísimo para los que amamosal mismo tiempopor convencimiento, la obra de la Revolución, que en nuestra América se enlaza además con las glorias de su Génesis, y por instinto, la posibilidad de una noble y selecta vida espiritual que en ningún caso haya de ver sacrificada su serenidad augusta a los caprichos de la multitud.
El comandante siguió hablando de la dulce Augusta y de sus hijos, mientras tronaba la tempestad invisible en el horizonte sereno del atardecer.
¡Ay, la dulce Augusta! Veinte años de matrimonio iban transcurridos, y la adoraba como el día en que se vieron por primera vez.
Freya era igual a la augusta basilisa de Bizancio.
La calma augusta del mar se borraba con el batir de las hélices y el ruido sordo de las máquinas.
¿Cómo aquella señora augusta, soberana de remotos países de magnificencia y de ensueño, había venido a dejar sus huesos en una lóbrega capilla de Valencia, dentro de un arcón semejante a los que guardaban retazos y cachivaches en los desvanes del notario?.
Más de una hora llevaba ante la mesa escribiendo sin cesar, conversando pluma en mano con su Augusta, con toda la familia que vivía en Cassel.
Las olas se acariciaban blandamente sin osar interrumpir con ruidosos juegos la augusta serenidad de la noche.
Prefería la realidad: aquel silencio de la catedral que le envolvía en una dulce caricia, la calma augusta del templo, inmenso monte de piedra labrada que parecía pesar sobre él aplastándolo, ocultando para siempre su debilidad de perseguido.
La niña cruzó las manitas y comenzó su oración, repitiéndola Diógenes en voz baja, muy lenta, con cierta especie de solemnidad augusta que recordaba las notas de un órgano acompañando el canto de un ángel:.
Creía en lo maravilloso, en la influencia astrológica, sintiendo que la calma augusta de la inmensidad se filtraba en su ánimo.
Era, en fin, la tertulia una reunión donde se desahogaba el liberalismo inocente de unos revolucionarios que, en costumbres y preocupaciones, imitaban a sus enemigos, y a pesar de haber sufrido de la dinastía reinante toda clase de desdenes y persecuciones, mostrábanla una fidelidad canina, y siempre era para ellos Fernando VII el rey mal aconsejado, Cristina la augusta señora, e Isabel la inocente niña.
El rostro del mártir me causaba risa, era una carita de tonto, pálida, risueña, sin majestad, sin nobleza, sin la expresión augusta que corresponde a santo tan ilustre.
Vieron entonces que Guillermina pasaba en dirección al cuarto de Severiana, y doña Lupe corrió a recibir de su boca augusta los plácemes que merecía.
La idea de que pudieran decir esto hacía brotar de la frente augusta de la viuda gotas de sudor del tamaño de garbanzos.
Y el baile en el atrio lleno de luz, el templo sembrado de hojas de hinojos y espadaña que magullaron los pisotones, alumbrado, más que por los cirios, por el sol que puerta y ventanas dejaban entrar a torrentes, los curas jadeantes, pero satisfechos y habladores, el santo tan currutaco y lindo, muy risueño en sus andas, con una pierna casi en el aire para empezar un minueto y la cándida palomita pronta a abrir las alas, todo era alegre, terrenal, nada inspiraba la augusta melancolía que suele imperar en las ceremonias religiosas.
¡Criar! Esa función augusta exige complexión muy vigorosa y predominio del temperamento sanguíneo.
¡Dos días ya sin misar! Cabalmente desde que era presbítero se había redoblado su fervor religioso, y sentía el entusiasmo juvenil del nuevo misacantano, conmovido aún por la impresión de la augusta investidura, de suerte que celebraba el sacrificio esmerándose en perfilar la menor ceremonia, temblando cuando alzaba, anonadándose cuando consumía, siempre con recogimiento indecible.

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