Ejemplos con audiencia

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Asimismo, las tierras que había repartido la Real Audiencia a instancias del Cabildo, en Yuco, Tinguatón y Mancha Blanca para su cultivo, se encontraban amenazadas.
Según la Real Audiencia, fue un gobernante justo y celoso en los asuntos de administración y justicia.
Sin embargo, su paquete con la declaración contiene gran cantidad de mentiras y por eso el gobierno de los Estados Unidos lo cita para realizarle una audiencia y enviarlo a prisión.
Muchos de sus abuelos eran familiares de todas las ciudades importantes del Mediterráneo, habían visitado a los príncipes de los pequeños Estados italianos, habían sido recibidos en audiencia por el Papa y por el Gran Turco, pero jamás se les ocurrió ir a Madrid.
Ahora me explico que sus discursos conmuevan y arrastren a la audiencia.
Mi queridísimo amigo y pariente: Como sé que también lo eres del señor regente de la Audiencia de este territorio, y que es raro el paso que da en el cumplimiento de sus altos deberes sin oír tu dictamen, espero que le recomiendes con todo empeño la pronta y favorable resolución del pleito que pende ante aquélla, contra don Jeromo Cuarterola, de esta vecindad, y persona de todo mi aprecio, sobre un supuesto contrabando.
Cabalmente tiene usted delante al mejor amigo del regente de la Audiencia.
Sastrea, lo sabe cualquiera, es la señora que está pintada en la Audiencia.
Era un magistrado de la Audiencia provincial, viejo ya, calvo, diminuto, flaquísimo, aladares rizados con tenacilla sobre las orejas, bigotes horizontales, engomados con zaragatona, tan largos, que sobresalían a los lados como balancín de funámbulo, corbata de chalina, chaqueta hasta media posadera, pantalones a menudos cuadros negros y blancos, de campana excesiva, para disimular la enormidad de los pies, aprisionados en zapatos de colgantes cintas de seda, tan anchas como la chalina.
Y a propósito: ¿tiene usted alguna buena recomendación para la Audiencia del territorio?.
Los de Belinchón contaban con que en la Audiencia les harían justicia.
Y esa idea de don Emilio Castelar era la idea que aquí tengan todos los que no estaban, diré mejor, los que no estábamos comprendidos en la conspiración, porque a pesar del papel que yo posteriormente pude desempeñar, modesto y obscuro, en el movimiento revolucionario, he de declararlo sinceramente, y nunca he pretendido lo contrario, en la conspiración inicial no estuve comprendido ni iniciado, hasta el punto de que, no sospechando que yo podía ser capaz de semejante cosa, el señor Juan Gualberto Gómez, a pesar de haber llevado su defensa ante la Audiencia de la Habana cuando se le procesó por la publicación de un artículo titulado Por qué somos separatistas , jamás contó conmigo y aun hubo de decirme, ya en Ceuta, donde nos encontramos, que él se hubiera dirigido a mí si hubiese sabido que yo era susceptible de ser inyectado con semejante virus, a lo que le contesté que quizás, en aquellos momentos, no hubiera sido yo susceptible de recibir, con fruto, la inyección.
El alguacil del tribunal, que llevaba más de cincuenta años de lucha con esta tropa insolente y agresiva, colocaba a la sombra de la portada ojival las piezas de un sofá de viejo damasco, y tendía después una verja baja, cerrando el espacio de acera que había de servir de sala de audiencia.
¡Magnífica idea! Yo misma la llevaré Mañana pido a la señora la audiencia.
Enfrente de la mesa, un banco conventual y tres sillas desvencijadas, para los clientes que esperaban audiencia.
Regresaban a casa después de oír misa, y al llegar frente a la Audiencia vieron correr la gente, oyendo al mismo tiempo un lejano tamborileo.
Yo he vivido en Granada cuando mi difunto estuvo en aquella Audiencia, y su vega no tiene comparación con ésta.
Y usted, ¿tendrá un poco más de paciencia para aguantarme? Porque si no ha quedado harta de mí, le he de rogar que me dé otra audiencia.
Cuando me levanté, pedí una audiencia a Su Majestad.
Pido mi audiencia, llego, entro, me recibe muy serio.
Mientras el secretario cabildeaba con la primera autoridad civil de la provincia, Barbacana daba audiencia al Arcipreste de Loiro, que había querido ir en persona a tomar noticias de cómo andaban los negocios por Cebre, y se arrellanaba en el despacho del abogado, sorbiendo, por de plata, polvos de un rapé Macuba, que acaso nadie gastaba ya sino él en toda Galicia, y que le traían de contrabando, con gran misterio y cobrándole un dineral.
Trampeta se agitó, hizo a sus adláteres preguntas referentes a la biografía del vigilante, y averiguó que tenía un pleito de tercería en la Audiencia, por el cual le habían embargado los bueyes y los frutos.
Se falló en la Audiencia ayer.
—Presto se les cumplirá su deseo, dijo el mozo, que ya desde aquí se descubre su casa: vuesas mercedes se queden a la puerta, que yo entraré a ver si está desocupado, porque estas son las horas cuando él suele dar audiencia.
—¡Oh pecador de mí! replicó el sevillano, armóles el conde zancadilla, y cogiólos debajo de su jurisdicion, que eran soldados, y por contrabando se aprovechó dellos, sin que la audiencia se los pudiese quitar: sábete, amigo, que tiene un Bercebú en el cuerpo este conde de Puñonrostro, que nos mete los dedos de su puño en el alma: barrida está Sevilla y diez leguas a la redonda de jácaros: no para ladron en sus contornos: todos le temen como al fuego, aunque ya se suena que dejará presto el cargo de asistente, porque no tiene condicion para verse a cada paso en dímes ni dirétes con los señores de la audiencia.
Digo, pues, que sobre este río estaba una puente, y al cabo della, una horca y una como casa de audiencia, en la cual de ordinario había cuatro jueces que juzgaban la ley que puso el dueño del río, de la puente y del señorío, que era en esta forma: Si alguno pasare por esta puente de una parte a otra, ha de jurar primero adónde y a qué va, y si jurare verdad, déjenle pasar, y si dijere mentira, muera por ello ahorcado en la horca que allí se muestra, sin remisión alguna.
Y acábese con esto la audiencia desta mañana, y yo daré orden como el señor gobernador coma muy a su gusto.
Ahora verdaderamente que entiendo que los jueces y gobernadores deben de ser, o han de ser, de bronce, para no sentir las importunidades de los negociantes, que a todas horas y a todos tiempos quieren que los escuchen y despachen, atendiendo sólo a su negocio, venga lo que viniere, y si el pobre del juez no los escucha y despacha, o porque no puede o porque no es aquél el tiempo diputado para darles audiencia, luego les maldicen y murmuran, y les roen los huesos, y aun les deslindan los linajes.
Habíale dicho también el criado como iba proveído por oidor a las Indias, en la Audiencia de Méjico.

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