Ejemplos con atónito

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Tras esto lanza a la vez sus ocho tentáculos sobre un atónito Hitsugaya, que no es capaz de defenderse por la sorpresa y recibe el ataque, cayendo en picado sobre el bosque de Karakura.
Atónito, Subaru no se le ocurre preguntar otra cosa que si esos muertos sufren.
A esta inesperada salida, Gonzalvo sonrió inclinándose cortésmente, como hombre de mundo acostumbrado a todo género de situaciones, pero Lucía, con el rostro atónito, encendido aún, se echó atrás, en ademán de rehusar la nueva escolta que se le brindaba.
La colocó atónito en el diván, y trayendo de su cuarto de tocador un frasco de lavanda, se lo vertió entero por sienes y pulsos, rompiéndole al mismo tiempo los ojales de la bata, en la prisa con que quería aflojarle el corsé.
Enderezóse entonces el dedo del señor Pulido con la fuerza de una catapulta, y atónito Emilio, oyóle exclamar dos veces:.
El telón cayó entonces, y el público permaneció un segundo mudo, atónito, escuchando aún en aquel silencio que hubiera permitido oír la caída de una hoja, embargado por esa especie de pavor suavísimo que infunde en el alma el sentimiento de lo sublime.
Atónito el ministro retrocedió bruscamente en la butaca, soltando una palabrota: mas Currita, sin ofenderse por ella, ni asombrarse tampoco, dejóse caer de nuevo en su almohada como si tal cosa, diciendo con su cándida risita:.
El reo, entregado ya a los sacerdotes, marchaba atónito por el centro del cuadro.
Me quedé lo que llaman atónito.
Julián calló un momento atónito.
Juan de quedar atónito y suspenso, pero alegre sobre todo encarecimiento abrazó a sus suegros, llamólos padres y señores suyos, besó las manos a Preciosa, que con lágrimas le pedia las suyas.
Quedé atónito y confuso, esperando la noche, por ver en lo que paraba aquel misterio o prodigio de haberme hablado la vieja, y como habia oido llamarla de hechicera, esperaba de su vista y habla grandes cosas.
Levantóse el cura, y fué donde estaba Cornelia, que ya tenia adornado a su hijo, y puéstole las ricas joyas de la cruz y del , con otras tres piezas preciosísimas, todas dadas del duque a Cornelia, y tomando al niño entre sus brazos, salió adonde el duque estaba, y diciéndole que se levantase, y se llegase a la claridad de una ventana, quitó al niño de sus brazos, y le puso en los del duque, el cual cuando miró y reconoció las joyas, y vió que eran las mismas que él habia dado a Cornelia, quedó atónito, y mirando ahincadamente al niño, le pareció que miraba su mismo retrato, y lleno de admiracion preguntó al cura cúya era aquella criatura, que en su adorno y aderezo parecia hijo de algun príncipe.
No puso Avendaño los ojos en el vestido y traje de la moza, sino en su rostro, que le parecia ver en él los que suelen pintar de los ángeles: quedó suspenso y atónito de su hermosura, y no acertó a preguntarle nada: tal era su suspension y embelesamiento.
Oyó la voz de la dulce enemiga suya el desdichado viejo, y abriendo los ojos desencajadamente, como atónito y embelesado, los puso en ella, y con grande ahinco, sin mover pestaña la estuvo mirando una gran pieza, al cabo de la cual le dijo:.
Y en esto ordenó el cielo que a pesar del ungüento Carrizales despertase, y como tenia de costumbre, tentó la cama por todas partes, y no hallando en ella a su querida esposa, saltó de la cama despavorido y atónito, con mas lijereza y denuedo que sus muchos años prometian, y cuando en el aposento no halló a su esposa, y le vió abierto, y que le faltaba la llave de entre los colchones, pensó perder el juicio, pero reportándose un poco salió al corredor, y de allí andando pié ante pié por no ser sentido, llegó a la sala donde la dueña dormia, y viéndola sola sin Leonora, fué al aposento de la dueña, y abriendo la puerta muy quedo, vió lo que nunca quisiera haber visto: vió lo que diera por bien empleado no tener ojos para verlo: vió a Leonora en brazos de Loaysa, durmiendo tan a sueño suelto, como si en ellos obrara la virtud del ungüento y no en el celoso anciano.
Atónito quedó Andres viendo el amor que le mostraban, y en breves razones Doña Guiomar contó la pérdida de su hija y su hallazgo con las certísimas señas que la jitana vieja habia dado de su hurto, con que acabó D.
Don Quijote quedó suspenso y atónito, así de la arrogancia del Caballero de la Blanca Luna como de la causa por que le desafiaba, y con reposo y ademán severo le respondió:.
En esto, llegaron corriendo, con grita, lililíes y algazara, los de las libreas adonde don Quijote suspenso y atónito estaba, y uno dellos, que era el avisado de Roque, dijo en alta voz a don Quijote:.
El cura, desatentado y atónito, acudió con ambas manos a tentar la herida, y halló que la cuchilla había pasado, no por la carne y costillas de Basilio, sino por un cañón hueco de hierro que, lleno de sangre, en aquel lugar bien acomodado tenía, preparada la sangre, según después se supo, de modo que no se helase.
Por cierto, hermosísima señora, que no debió de quedar más suspenso ni admirado Anteón cuando vio al improviso bañarse en las aguas a Diana, como yo he quedado atónito en ver vuestra belleza.
Por eso dime quién eres, que me tienes atónito, porque si eres mi escudero Sancho Panza, y te has muerto, como no te hayan llevado los diablos, y, por la misericordia de Dios, estés en el purgatorio, sufragios tiene nuestra Santa Madre la Iglesia Católica Romana bastantes a sacarte de las penas en que estás, y yo, que lo solicitaré con ella, por mi parte, con cuanto mi hacienda alcanzare, por eso, acaba de declararte y dime quién eres.
Con este ruido, furia y alboroto llegaron donde Sancho estaba, atónito y embelesado de lo que oía y veía, y, cuando llegaron a él, uno le dijo:.
Quedó atónito Sancho, y mostraron quedarlo asimismo los circunstantes, y, volviéndose al mayordomo, le dijo:.
A todo estaba presente Sancho, embobado y atónito de ver la honra que a su señor aquellos príncipes le hacían, y, viendo las muchas ceremonias y ruegos que pasaron entre el duque y don Quijote para hacerle sentar a la cabecera de la mesa, dijo:.
La verdad que diga respondió Sancho, las desaforadas narices de aquel escudero me tienen atónito y lleno de espanto, y no me atrevo a estar junto a él.
Despertáronlos y mandáronles que tuviesen a punto los caballos, porque, en saliendo el sol, habían de hacer los dos una sangrienta, singular y desigual batalla, a cuyas nuevas quedó Sancho atónito y pasmado, temeroso de la salud de su amo, por las valentías que había oído decir del suyo al escudero del Bosque, pero, sin hablar palabra, se fueron los dos escuderos a buscar su ganado, que ya todos tres caballos y el rucio se habían olido, y estaban todos juntos.
Admiró el suceso a toda el aldea, y aun a todos los que dél noticia tuvieron, yo quedé suspenso, Anselmo, atónito, el padre triste, sus parientes afrentados, solícita la justicia, los cuadrilleros listos, tomáronse los caminos, escudriñáronse los bosques y cuanto había, y, al cabo de tres días, hallaron a la antojadiza Leandra en una cueva de un monte, desnuda en camisa, sin muchos dineros y preciosísimas joyas que de su casa había sacado.
Cuando yo oí decir Dulcinea del Toboso, quedé atónito y suspenso, porque luego se me representó que aquellos cartapacios contenían la historia de don Quijote.
Quedó pasmado don Quijote, absorto Sancho, suspenso el primo, atónito el paje, abobado el del rebuzno, confuso el ventero, y, finalmente, espantados todos los que oyeron las razones del titerero, el cual prosiguió diciendo:.

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