Ejemplos con atávico

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Fiel a lo moderno, busca sus raíces en lo atávico y es así como llega a la necesidad de las texturas, donde la figura humana se ubica en el desierto.
El historiador argentino Liborio Justo, quien calificó de atávico a este conflicto, cita las siguientes palabras de Ramón J.
Ésto lo consideran un duelo atávico y mágico, un combate de la bravura contra la inteligencia, un ritual de valor que se celebra desde tiempo inmemorial.
No eran impíos, pues su simpleza de pensamiento no les permitía este lujo, pero tampoco eran devotos ni austeros: amaban la vida con todas sus dulzuras y sentían la atracción de los peligros con atávico entusiasmo.
Sin duda, aquel noble señor y su familia obedecían a un impulso atávico, inconsciente, y creían cumplir una misión social reduciendo a los inferiores a servil obediencia, procedían según la conducta y hábitos de sus tatarabuelos, en tiempos en que no había Constituciones encuadernadas en pasta para decorar las bibliotecas de los , no eran peores ni mejores que otros mandones que con nobleza o sin ella, con buenas o malas formas, caciqueaban en todas las provincias, partidos y ciudades de este vetusto reino emperifollado a la moderna.
En Mayo de aquel año, antes del triunfo de la Unión, dio principio a la campaña poniendo cerco a la terquedad de don Serafín, voluntad maciza, baluarte atávico defendido por ideas contemporáneas del Concilio de Trento.
Y esas mismas cualidades intelectuales de un mozo para quien los médicos forenses invocan la atenuación del desequilibrio atávico, debieran inclinar el ánimo del Tribunal a la inexorabilidad en el fallo castigador.
Sin duda, aquel noble señor y su familia obedecían a un impulso atávico, inconsciente, y creían cumplir una misión social reduciendo a los inferiores a servil obediencia, procedían según la conducta y hábitos de sus tatarabuelos, en tiempos en que no había Constituciones encuadernadas en pasta para decorar las bibliotecas de los centros políticos, no eran peores ni mejores que otros mandones que con nobleza o sin ella, con buenas o malas formas, caciqueaban en todas las provincias, partidos y ciudades de este vetusto reino emperifollado a la moderna.
Ya figuraba entre el servicio el cochero que debía reemplazar a Esteban: era un lacio montañés, de esos que han nacido a caballo, especie de centauro cuyo instinto atávico, perfeccionado por la enseñanza, puede hacer maravillas, y maravillas había hecho en Alejo -así se llamaba el nuevo auriga- la residencia en París y Londres, el continuo roce con caballistas, aficionados y chalanes.
Y como en todo navegante siempre duerme el instintivo anhelo de horizontes nuevos, el más humilde botero, a veces, sueña con descubrir mundos o por lo menos conquistar riquezas escondidas en islas inaccesibles, o se siente presa del atávico deseo de piratear en las costas, en busca de alguna incauta belleza.
¡Ah!, pero es que el atractivo de la carne ajena es atávico en la Pampa.
Si en lo antiguo era sentimiento común que amar a una diosa deificaba, no es menos cierto que aquel amor que se cifre en lo propincuo a la bestia dará por fruto el salto atávico de Nabucodonosor.

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