Ejemplos con aturdían

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En León causó al principio sorpresa grande que el currutaco Miranda eligiese por amigo a un señor Joaquín, hombre en cuyos cuadrados hombros parecía soldada y remachada la chaqueta, más presto anduvo la malicia el camino necesario para llegar a racional explicación del fenómeno, y comenzó Lucía a recibir larga broma de sus compañeras, que la aturdían a fuerza de glosar la pasión del señor de Miranda, sus atenciones, sus obsequios y rendimientos.
Los visitantes se aturdían viendo desplegar telas y más telas, todo el pasado de una catedral que, teniendo millones de renta, empleaba para su embellecimiento ejércitos de bordadores y acaparaba las más ricas telas de Valencia y Sevilla, reproduciendo en oro y colores los episodios de los libros santos y los tormentos de los mártires.
A cada apretón de manos, a cada abrazo, me aturdían los oídos con hurras y vítores.
Me aturdían estrujándome, porque hablaban más con las patas delanteras que con la boca, me sofocaban con sus preguntas, con sus gestos, y al fin, deseando concluir pronto, cargué con todos y los llevé a casa de mi hermano.
De las burlas de diputados y ministros no hacía caso, ¡todo envidia! Pero las cuchufletas en papel impreso le desconcertaban, le aturdían.
Gradualmente descendían las sílfides en su giro vertiginoso, y nos aturdían con aquel rumor, que no sé si era cháchara o graznido, bullanga de risas o estridentes exclamaciones de alegría burlesca.
Y en verdad que, al verlos codo con codo, embutidos en un ángulo del sofá, con las cabezas algo caídas y sufriendo resignados y silenciosos aquel aluvión de cargos con que los aturdían las tres mujeres que los rodeaban, más que caballeros en visita, parecían dos rateros en la prevención, después de haber sido atrapados con las manos en la masa por los guardias municipales.
Entre brindis, bocados y libaciones, se disparaban cohetes por todas las ventanas del edificio, tremolaban al aire blando de la noche los colores nacionales sobre el palo mayor de la fragata del tejado, y los relinchos de los ociosos mocetones, que desde abajo respondían al estruendo del banquete, aturdían la barriada.
Tantos distingos, tantas sutilezas la aturdían».
Los expertos no se aturdían por estos improperios convencionales, que eran allí el buen tono, insistían y acababan por sacar tajada, si la había.
Había en él sombras y contornos terribles, esbozos de colosales figuras, tintas indecisas y vagas, confusión, desorden, ruidos extraños que la aturdían y amedrentaban, pero ni una sola concepción detallada y en reposo en qué fijar la atención y dar rumbo al pensamiento.

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