Ejemplos con atlántico

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Stuart Merrill no se embarcó en vano, el día que quiso atravesar el Atlántico, para venir a cortejar la orgullosa poesía francesa y plantarle una flor en los cabellos'.
Tales obras son de una envergadura extraordinaria, se tratan de las obras de ingeniería civil más complejas y grandes que se han llevado a cabo nunca a ambos lados del Atlántico.
El Puerto de La Coruña es un puerto español situado en la ciudad de La Coruña, en la provincia de La Coruña, en el océano Atlántico.
Durante su aprendizaje, estuvo navegando por el Mediterráneo y por el Atlántico.
El plan de Burns era el de comprar una isla del Atlántico y comenzar una nueva vida, pero divisa Cuba y decide bajar allí.
Eran tantos los piratas que por la mar navegaban, que fue comisionado para la firma de un acuerdo entre España e Inglaterra, aprovechando la paz con Jacobo I, en el que se acordaba que cada país pondría veinte buques para luchar en conjunto contra ella, tanto en el mar Mediterráneo como en el océano Atlántico.
Lantana se ha naturalizado en los Estados Unidos, en particular en los llanos costeros del Atlántico, desde Florida a Georgia, donde el clima está cerca de su nativo tipo de clima , con alta humedad y calor.
El viaje de ida fue regular, pero a la vuelta, luego de haber pasado el estrecho de Magallanes, sobrevinieron las calmas, y la fragata quedó inmóvil en el Atlántico cerca de un mes, agotándose rápidamente el pañol de los víveres.
¡Y era de oír cómo se hablaba entre aquellas gentes de , de , de , del , de otras magnitudes por el estilo, ni más ni menos que si trataran de dar nuevo cauce al , o de poner un dique a los furores del Atlántico, cuando, en rigor, todo estaba reducido a retorcer el cauce del regato, junto a la villa, en un trayecto de cuarenta varas, de dos de anchura por otras tantas de profundidad!.
En efecto, es en ese improvisado Oeste, que crece formidable frente a los viejos Estados del Atlántico y reclama para un cercano porvenir la hegemonía, donde está la más fiel representación de la vida norteamericana en el actual instante de su evolución.
Y su confianza en la superioridad que lleva sobre el litoral iniciador del Atlántico, se funda en que le considera demasiado reaccionario, demasiado europeo, demasiado tradicionalista.
Se había inventado la máquina de vapor, y los buques podían salvar fácilmente el obstáculo del estrecho de Gades, sin tener que aguardar semanas a que amainase la violencia de la corriente enviada por el Atlántico.
¿Qué podían significar estas inquietudes para un hombre como él, que acababa de vivir más de veinte días entre alemanes, cruzando el Atlántico bajo la bandera del Imperio?.
Detestaba a Brest, como una de las ciudades más aburridas del Atlántico.
Una carta del Atlántico estaba sobre la mesa, y con el índice fué marcando un rumbo a su piloto, pero este rumbo no era a través del mar, sino lejos de él, siguiendo el interior de las naciones costerizas.
Un despacho cifrado le llamaba unas veces a Marsella, otras a un puerto atlántico: Saint-Nazaire, Quiberón o Brest.
Eran los abuelos más remotos de la navegación mediterránea, los primeros capitanes conocidos por la Historia que habían transpuesto las columnas de Hércules, lanzándose a través del Atlántico misterioso.
Entraban las aguas del Atlántico en el Mediterráneo tan poderosamente, que no podían detener su curso ni los vientos contrarios ni los movimientos de reflujo.
El paso del Atlántico al Mediterráneo era el mayor peligro para los que él esperaba.
¡Ah, miseria! El que había convivido varios años, de un extremo a otro del Atlántico, con un mundo rico, alegre, perfumado, resistiéndose unas veces por prudencia a los caprichos femeniles, entregándose otras con un recato de marino discreto, se veía ahora sin otros admiradores que la vulgarota tribu de los Blanes, sin otras ilusiones que las que le sugería su primo el fabricante, entusiasmado porque los grandes apóstoles del partido se fijaban con cierta simpatía en el capitán.
La travesía del Atlántico fué buena, pero a partir de las islas Malvinas, el buque tuvo que hacer frente a la furia austral que le cerraba el acceso al Pacífico.
La majestad del Atlántico en las noches tropicales hacía olvidar a Ulises las cóleras de sus días negros.
Estas nubes preñadas de cataratas, esta noche tendida en pleno sol sobre el Atlántico, habían sido el terror de los antiguos.
Sobre la arboladura cubierta de lonas trazaban largos círculos los albatros, águilas del desierto atlántico, extendiendo en el purísimo azul el enorme velamen de sus alas.
Los capitanes que acababan de atravesar el Atlántico fruncían el ceño con inquietud.
Perdiendo por evaporación tres veces más líquido que el que le aportan los ríos, este mar asoleado se habría convertido en una extensión de sal, de no enviarle el Atlántico una rápida corriente de renovación que se precipitaba por el estrecho de Gibraltar.
Keleffy viajaba por América, porque le habían dicho que en nuestro cielo del Sur lucen los astros como no lucen en ninguna otra parte del cielo, y porque le hablaban de unas flores nuestras, grandes como cabeza de mujer y blancas como la leche, que crecen en los países del Atlántico, y de unas anchas hojas que se crían en nuestra costa exuberante, y arrancan de la madre tierra y se tienden voluptuosamente sobre ella, como los brazos de una divinidad vestida de esmeraldas, que llamasen, perennemente abiertas, a los que no tienen miedo de amar los misterios y las diosas.
El Atlántico, de un azul de confitería, había sido rebautizado con un nuevo título:.
Y nadie podía adivinar el sentido de esta bondad, atribuida al Atlántico por la monja autora del mapa.
Recios manojos de larguísimos bambúes y de enormes y vistosas plumas empenachaban además gallardamente cada uno de estos bagajes, y, en fin, sobre el altísimo túmulo y copete del mayor de ellos, veíase una gran jaula de hoja de lata, dentro de la cual se consumia de nostalgia el más corpulento y verde loro que haya atravesado nunca el Océano Atlántico.

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