Ejemplos con asaban

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

los habían descuerado con sus cuchillos de piedra y ahora lo asaban, ensartando en palos grandes trozos de carne.
Por todas partes se improvisaban puestecillos ambulantes donde se asaban esos saltamontes gigantes que se vendían en cucuruchos de papel.
Se daba una muestra de diferentes partes de carne al veterinario de la comarca a primera hora de la mañana y éste daba su veredicto al mediodía, si este era positivo, generalmente los niños asaban el rabo del cerdo y se lo comían.
Islas del Pacífico en las que hace cincuenta años los naturales asaban todavía para su consumo la carne humana, habían realizado en tan corto lapso de tiempo una evolución de siglos y hasta ensayaban el régimen socialista.
Allí se asaban las chuletas de ternera, que con la chamusquina en tan viva lumbre, despedían un olor apetitoso.
En la misma puerta otro artista había trazado una especie de cuadro de ánimas donde varios curas recibían tizonazos de los demonios, y más lejos varios milicianos nacionales, caracterizados en la pintura tan sólo por el morrión, asaban un cerdo que llevaba el nombre de.
Y dicen que antes los asaban como si fueran conejos.
Cerca de la mesa de billar, tomando café arrimados a un velador, el fiscal y dos amigos, y jugando ''chapó'', con el estrépito de siempre, el Ayudante de Marina y Leto Pérez el farmacéutico: el primero sin corbata y con el cuello y el chaleco desabotonados, el segundo lo mismo, y además en mangas de camisa, licencias muy justificadas en aquella ocasión, porque tal era el calor que hacía, que «se asaban los pájaros», al decir del hijo del boticario sin apartarse mucho de lo cierto.
Es fama que el día de la batalla de las Navas hizo un calor que se asaban los pájaros, y si por esta consideración Alfonso VIII hubiera vuelto grupas para refrescarse en la Zurriola o en el Sardinero, a estas horas acaso estaríamos sin reconquistar.
Había un edificio donde potros y cerdos, encerrados en el establo, se asaban lentamente, y su grasa chirriaba, y su olor convidaba.
Y dicen que antes los asaban como si fueran conejos.
Ora daba una voltereta a un par de pollos en la tartera en que se asaban, ora revolvía, dentro de una enorme cazuela, un trozo de carne mechada, porque se le antojaba que olía a chamusquina, ora sacaba de la sartén, cuyo mango sostenía la criada, una tajada de merluza rebozada y ponía en su lugar otra chorreando huevo batido, ora destapaba la cacerola en que se sazonaba la menestra, ora pateaba porque presumía que «se pegaba» el asado, ora gritaba a la muchacha para que ''añadiera'' el guisado que le estaba dando en las narices, y a la vez reía, canturriaba, bufaba, iba, venía y sudaba la gota gorda.

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