Ejemplos con arrojadme

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Arrojadme de vuestro lado, si esto os desagrada, aunque con esto conseguiríais hacer de mí un muchacho desgraciado, pero de ningún modo que dejase de amaros.
No bien se hubo terminado la batalla, cuando Téutamo y los de su facción enviaron en reclamación del bagaje, y habiéndoles Antígono ofrecido la restitución de éste, y que en todo los complacería con tal que consiguiese tener en sus manos a Éumenes, tomaron los Argiráspidas una resolución dura y terrible, que fue la de entregar a Éumenes vivo en manos de sus enemigos. Empezaron por presentársele sin causar sospecha, para tenerle así en observación, y, con este objeto, unos se lamentaban de la pérdida de los equipajes, otros le daban ánimo, pues que había quedado vencedor, y otros culpaban a los demás caudillos, pero después, arrojándose sobre él, le quitaron la espada, y con su mismo ceñidor le ataron las manos a la espalda. Como viniese luego Nicanor, enviado por Antígono para hacerse cargo de él, pidió que, pasándole por entre los Macedonios, se le permitiera hablar, no para interponer ruegos o disculpas, sino para advertirles de lo que les convenía. Habiéndose impuesto silencio, subió a un sitio, poco elevado, y tendiendo las manos atadas: “ ¿Podría ni por sueño- exclamó- ¡oh los más malvados de los Macedonios! levantar contra vosotros Antígono un trofeo como el que levantáis vosotros contra vosotros mismos, entregando cautivo a vuestro general? ¿Puede darse cosa más vergonzosa que el que, siendo vosotros vencedores, os confeséis vencidos a causa del bagaje, como si el vencer pendiera de las riquezas y no de las armas, y aun entreguéis a vuestro general por rescate de unos equipajes? Yo por mí sufro esta violencia invicto, porque he vencido a los enemigos, y mi ruina me viene de mis propios aliados, mas vosotros, por Zeus poderoso y por los dioses que presiden a los juramentos, dadme aquí la muerte en obsequio de ello. Si aquí me quitáis la vida, me reconozco hechura vuestra, y no temáis las quejas de Antígono, porque como quiere a Éumenes es muerto, no vivo. Si no queréis emplear vuestras manos, una de las mías, desatada, bastará para cumplir la obra, y si desconfiáis de poner en mi mano una espada, arrojadme atado a las fieras: que si así lo hacéis, yo os doy por libres de toda venganza, considerándoos como los hombres más piadosos y justos que haya habido jamás para con su general”.

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