Ejemplos con arremangada

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Los hombres usan pantalones pesqueros, bayetilla roja y no usan camisa, en algunos casos usan camisa blanca arremangada.
¡Con qué felina zalamería menudeaba los golpecitos en la panza, y llamaba a graves sesentones ratoncillos, perritos suyos, gatitos, , y otros apelativos cariñosos y regalados, que a arrope y miel sabían! Pues ¿qué diré del chiste y garbo incomparable con que oprimía entre sus dientes de perlas, un pitillo ruso, lanzando al aire volutas de humo azul, mientras la contracción de sus labios destacaba la arremangada nariz y los hoyuelos de los arrebolados carrillos? ¿Qué de aquella su maestría en ocupar dos sillas a un tiempo sin que propiamente estuviera sentada en ninguna de ellas, y puesto que reposaba en la primera el espinazo, en la segunda los tacones? ¿Qué de la agilidad y destreza con que se sorbía diez docenas de ostras verdes en diez minutos, y bebíase dos o tres botellas de Rhin, que no parece sino que le untaban el gaznate con aceite y sebo para que fuese escurridizo y suave? ¿Qué de la risueña facundia con que probaba a sus amigos que tal anillo de piedras les venía estrecho al dedo, mientras a ella le caía como un guante? En suma, si la aventura que se murmuró por entonces en los bastidores de un teatrillo, y en la mesa redonda de la Alavesa, parece indigna de la prosopopeya tradicional en la mirandesca estirpe, cuando menos es justo consignar que la heroína era la más divertida, sandunguera y comprometedora zapaquilda de cuantas mayaban desafinada y gatunamente en los escenarios de París.
Detrás del mostrador aparecía , despechugado, con la camisa arremangada sobre sus brazos voluminosos como piernas.
Era una sobrina de , hija de una hermana de Pepeta, la que decía esto, morenilla, nerviosa, de nariz arremangada o insolente, orgullosa de ser única en su casa y de que su padre no fuese arrendatario de nadie, pues los cuatro campos que trabajaba eran muy suyos.
Rosa tenía arremangada la camisa y lucía unos brazos redondos y tersos que, si no eran modelo acabado de perfección escultórica, no dejaban por eso de ser bellos.
A distancia de cien metros apareció Julia, paraguas en mano pisando adoquines, saltando charquitos, tan airosa como indecorosamente arremangada.
Venía la moza arremangada hasta el codo, con el pelo alborotado, seco y volandero, del calor de la cama sin duda: y a la luz del día se notaba más la frescura de su tez, muy blanca y como infiltrada de sangre.
La segunda llamaba la atención por su arremangada nariz, su boca fruncida, su entrecejo displicente, rasgos de los cuales resultaba un conjunto orgulloso y nada simpático, como emblema del despotismo degenerado que se usaba por aquellos tiempos.
Había cierta confusión en su frente más angosta y levantada, los ojos tenía pequeños y penetrantes, la nariz algo arremangada, la barba aguda y la boca fresca y húmeda, por cierto la más expresiva de sus menudas facciones, el cabello crespo y así en su semblante como en su cuerpo se descubría desde luego la gran malicia que animaba su travieso espíritu.
Contempla la de los Encajes con indiferente expresión el golpe de vista que presenta la calle, su figura destácase en la riente penumbra como en ella colocada por la mano de un artífice, con su rostro atezado donde la juventud desborda en tersuras y en purpurinas florescencias, con sus ojos fulgurantes y lánguidos, con sus labios carmesíes y carnosos que siempre entreabiertos, dejan ver la dentadura, si desigual, limpia y como de marfil, con su pelo lacio y negrísimo partido en dos bandas sobre la frente y graciosamente recogido sobre la nuca, con su nariz que ligeramente arremangada da a su rostro apicarada expresión, lo mismo que los dos hoyuelos que al sonreír aparecen en sus bien curvadas mejillas.
Antonio seguía soñando solo en medio de los que con él huían de los patrios lares, seguía soñando y contemplando en su imaginación la imagen de la hembra querida, con su cuerpo bizarrísimo, con su semblante moreno de tez suave y brilladora, de ojos negros y pasionales, de nariz ligera y graciosamente arremangada, de boca algo grande, de labios rojos y fragantísimos que dejaban ver casi siempre la dentadura, si algo desigual, tan nítida, en cambio, como la nieve que en invierno matizaba los picachos de la montaña, y viéndola parecíale oír su voz dulce y sonora que le repetía sin cesar:.
arremangada la falda del sombrero a la copa, sino es yendo a caballo, cuando ninguno es.
La abuela, con la falda arremangada y los pies descalzos, camina a toda prisa por el angosto sendero, evitando en lo posible el roce de las ramas, de las cuales de escurren gruesos goterones que horadan el suelo blando y esponjoso del atajo.
La nariz, aunque fija, desempeña un gran papel estético: es fea la nariz roma o arremangada, es bella y graciosa la nariz aquilina.
Bien merecía Paca su renombre de mujer hermosa por su cuerpo esbelto, armónico, sin que excesivas arrogancias desdibujaran el elegante lineal de su figura, por su rostro, si no de una absoluta perfección, sí de una atracción irresistible, de nariz leve, levísimamente arremangada que ponía en su rostro algo de graciosamente picaresco, de labios rojos y fragantes como pétalos de flores, de ojos de una transparencia tan azul, de tan serena profundidad que parecía mirándola que podría verse a su través las más esfumadas matizaciones del alma, a su frente noble y pura servía de reluciente diadema la magnífica rebelión de sus cabellos de oro, su barba uníase en una ondulación suavísima a su garganta redonda y tornátil, aprisionada en aquellos momentos por un collar de abalorios, un vestido de batista celeste modelaba sus formas elásticas y tentadoras, y un pañuelo de encajes, su seno virginal, de elegante curvatura.
— Mira, Joe dije agarrándome a una manga de la camisa que tenía arremangada y empezando a retorcerla entre mis dedos -.

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