Ejemplos con argumento

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Y ahora ya tiene el lector abierta la novela: no incurriré en la puerilidad de contar su argumento, me basta con haber contado mi impresión.
Mi padre le explicaba el argumento y hacía especial hincapié en la tesis, o, como él decía, la idea, a lo cual replicaba el conde, pensativo: Pues no creas, eso tiene intríngulis: ¡Que si tiene!replicaba mi padre, con inocente petulancia.
No se engañó don Simón, en cuanto al efecto que se prometía, en su mujer a lo menos, de este argumento, pues doña Juana, como si le hubiera recibido en medio de la nuca, descompuesta y febril, comenzó a fulminar tempestades sobre su hija, porque, con sus locos amores, quería desautorizar a su familia ante la ilustre clase a que ya se daba por perteneciente.
El argumento del apóstol traidor ante el vaso de nardo derramado inútilmente sobre la cabeza del Maestro, es, todavía, una de las fórmulas del sentido común.
Y el secretario no sólo hacía la síntesis de comedias y novelas, sino que le comunicaba el argumento de Schopenhauer o el argumento de Nietzsche Luego, doña Luisa casi vertía lágrimas al oir que las visitas se ocupaban de su hijo con la benevolencia que inspira la riqueza: Un poco diablo el mozo, pero ¡qué bien preparado!.
Empezó a sonar en las conversaciones el nombre de Freya Talberg como un argumento contra la debilidad del gobierno.
Cuando le adivinaba interesado por un volumen, exigía inmediata participación: Cuéntame el argumento.
Sonriendo ante esta fe, empleó Ferragut su último argumento.
El carácter de Ferragut renació en él con toda la fuerza de un argumento decisivo.
Así va siguiendo el argumento de la tragedia.
Incorporose para expresar con mímica más persuasiva un argumento que se le había ocurrido y que creía de gran fuerza: Vamos a ver, señora.
Por fin, doña Lupe obtuvo resultado con este argumento: No sé yo cómo vas a resistir esa vida de trabajos sin comer algo.
Barbarita solía ponerse en primera fila para echar los gemelos en redondo y poder contarle a Baldomero algo más que cosas de decoraciones y del argumento de la ópera.
Estás tú fresco Será que quiere darle uno de esos artículos que escribe y en los cuales cuenta el argumento de los dramas para que nos enteremos.
Sólo en las novelas malas se ven esos hijos de sorpresa que salen cuando hace falta para complicar el argumento.
De los escombros de sus ilusiones deshechas sacó, pues, Jacinta el último argumento, el último, pero lo esgrimió con brío, quizás por lo mismo que ya no tenía más.
Don Basilio solía llevar en la boca un palillo de dientes, y tomándolo entre los dedos lo mostraba, accionando con él, como si formara parte del argumento.
Más hermosa que nunca, sacó de su cabeza un gallardísimo argumento, y se lo soltó a la otra como se suelta una bomba explosiva.
¡Oh!, yo dudo mucho que quieran Les jugué una partida muy serranaafirmó ella, gozosa de encontrar un argumento contra aquel plan tan contrario a su gusto, pero muy serrana.
¡Qué angelito! ¡sin saber lo que hacía! Pues qué, ¿casarse es un acto insignificante y maquinal como beber un buche de agua? ¿Puede alguien casarse sin saber que se casa? Hija mía, ese argumento guárdelo usted para cuando hable con tontas, que conmigo no vale.
Se había acostumbrado de tal modo Jacinta a la idea de hacer suyo a Juanín, de criarle y educarle como hijo, que le lastimaba al sentirlo arrancado de sí por una prueba, por un argumento en que intervenía la aborrecida mujer aquella cuyo nombre quería olvidar.
Creyó el pobre muchacho que había puesto una pica en Flandes con este argumento, y observó el efecto que en su tía había hecho.
Pero lo que más me le quitó de las manos, y aun del pensamiento, de acabarle, fue un argumento que hice conmigo mesmo, sacado de las comedias que ahora se representa, diciendo: Si estas que ahora se usan, así las imaginadas como las de historia, todas o las más son conocidos disparates y cosas que no llevan pies ni cabeza, y, con todo eso, el vulgo las oye con gusto, y las tiene y las aprueba por buenas, estando tan lejos de serlo, y los autores que las componen y los actores que las representan dicen que así han de ser, porque así las quiere el vulgo, y no de otra manera, y que las que llevan traza y siguen la fábula como el arte pide, no sirven sino para cuatro discretos que las entienden, y todos los demás se quedan ayunos de entender su artificio, y que a ellos les está mejor ganar de comer con los muchos, que no opinión con los pocos, deste modo vendrá a ser un libro, al cabo de haberme quemado las cejas por guardar los preceptos referidos, y vendré a ser el sastre del cantillo.

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