Ejemplos con apostados

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Los soldados apostados aquí suponen negocio para los restaurantes y cafeterías de la ciudad.
Este oficial se aproximó demasiado a la ciudad y fue abatido por los federales apostados en la misma.
Desde su usina hidrocovunco, proveyó durante muchos años energía para los regimientos apostados en Zapala, para la localidad de Mariano Moreno y para su propio regimiento.
Es notorio que los Franceses apostados en las cercanías de Madrid y dentro de la Corte, han tomado la defensa, sobre este pueblo capital y las tropas españolas, de manera que en Madrid está corriendo a esta hora mucha sangre, como Españoles es necesario que muramos por el Rey y por la Patria, armándonos contra unos pérfidos que so color de amistad y alianza nos quieren imponer un pesado yugo, Después de haberse apoderado de la Augusta persona del Rey, procedamos pues, a tomar las activas providencias para escarmentar tanta perfidia, acudiendo al socorro de Madrid y demás pueblos y alentándonos, pues no hay fuerzas que prevalezcan contra quien es leal y valiente, como los Españoles lo son.
Cuando empezaron a llegar, la plaza del pueblo se encontraba vacía, los comerciantes apostados en el lado este y norte tenían sus toldos bien cerrados.
Por la puerta entornada, los ojos felinos de Julio la perseguían, apostados en la oscuridad como una maldición.
Movidos, pues, de tal parentesco, que la fama pública dio por valedero, conjeturaban los atenienses que seria el Bóreas aquel yerno del oráculo, y hallándose con la armada apostados en Calcida, ciudad de Eubea, luego que vieron iba arreciando la tormenta, o quizá antes que la tormenta naciese, invocaban en sus sacrificios al Bóreas y a Oritia que soplasen en su favor, y que hicieran fracasar las naves de los bárbaros, como antes lo habían hecho cerca de Atos.
Cuando los persas, apostados a las orillas del Eufrates, le vieron menguado de manera que el agua no les llegaba más que a la mitad del muslo, se fueron entrando por él en Babilonia.
Desde luego los sacerdotes, apostados en la entrada del templo impiden el paso a su mismo dios, pero se presenta la otra partida de devotos al socorro de su dios injuriado, y cierran a golpes con los sitiadores de la entrada.
Dinos, pues: ¿cómo podremos pasar por medio de ellos? —¿Cómo? responde Darío, ¿no sabes, Otanes, que la intrepidez hace ver ejecutadas muchas cosas antes que la razón las mire como posibles? ¿Que otras al contrario da por hechas la razón que no puede cumplir el brazo más robusto? Creedme, fuera reparos y temores, nada más fácil para nosotros que penetrar por medio de esos centinelas apostados, parte porque ni uno de ellos habrá que no nos ceda el paso, siendo los personajes que somos en la Persia, pues los unos lo harán por respeto, y otros quizá por miedo, parte por no faltarme un especioso pretexto con que logremos el paso libre con decir que recién llegado de Persia traigo de parte de mi padre un importante negocio que tratar de palabra con el soberano.
Entonces los babilonios apostados sobre los muros iban resistiendo con valor al ejército de Darío que los acometía, y Zópiro al mismo tiempo, abriendo a sus persas las dos puertas de la ciudad, la Bélida y la Cisia, les introducía en ella.
Era mucho el encono entre los de Atenas y los eginetas, quienes antes de satisfacer a las injurias que declarados a favor de los tebanos habían hecho a los primeros, les hicieron un nuevo insulto, pues llevados de cólera y furor contra los atenienses, de quienes se daban por ofendidos, preparándose a la venganza, tomaron la siguiente resolución: Tenían los atenienses en Sunio una nave capitana de cinco remos, que era la famosa Teorida, y estando llena de los personajes principales de la ciudad, apresáronla los eginetas apostados en una celada, y tomada la nave, retuvieron en prisión a todos aquellos ilustres pasajeros.
Los griegos apostados con sus naves en Artemisio, después de entender lo que pasaba por medio de los fuegos, que para señal y aviso se encendieron en Esciato, llenos de miedo, desamparada aquella posición, hiciéronse a la vela para Calcide, con ánimo de cubrir y guardar el Euripo, si bien dejaron en las alturas de Eubea sus atalayas que de día observasen al enemigo.

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